ESPECTACULOS
JUAN INGARAMO

En la búsqueda de los sonidos latinos

El cantante cordobés aprovecha su cuarto disco para jugar y reconstruir los géneros urbanos. Habla sobre sus diferentes búsquedas y de su convivencia junto a Violeta Urtizberea.

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Cuarteto. El compositor altera las percepciones del ritmo tropical. | cedoc

Juan Ingaramo tiene nuevo disco. Es el cuarto de su carrera, se llama La batalla y tiene una marcada impronta bailable. Es también una inmersión decidida en los géneros populares de la música latinoamericana, un giro en su carrera que implica, como todo cambio, riesgos que el músico cordobés asume con placer y determinación.  

—¿Te parece que hay una unidad conceptual en los temas del disco?

—La batalla es una radiografía de un período específico. Un disco siempre te permite eso: desarrollar un concepto, profundizar en determinadas búsquedas tímbricas, rítmicas, sonoras… En este caso, el bichito me picó en 2018, cuando estábamos girando por Latinoamérica y también tuvimos la suerte de tocar en algunos festivales latinos de Estados Unidos y de hacer una gira con Los Auténticos Decadentes en México. Tomé conciencia de mi pertenencia al mundo latino, se me armó una ensalada sonora que fue el gen de este disco, una cosa bastante fiestera: salsa, reggaetón, cumbia, merengue, cuarteto… Pero cuando me pongo a trabajar en concreto en los temas, no interviene tanto todo ese rollo mental, racional. Es una búsqueda más intuitive.

—Trabajando sobre esos géneros que ya tienen una tradición, ¿cómo buscaste que el repertorio tuviera una identidad propia?

—Que tenga una perspectiva personal fue la primera consigna, que no suene como una mera apropiación de algo ajeno, sino a canciones con mi propio estilo. Fuimos a buscar la materia prima a Santa Fe, por ejemplo. A grabar con toda la monada top de la cumbia: músicos de Los Palmeras y de Leo Mattioli, productores con experiencia en el género. Pero nos trajimos una cumbia santafesina clásica y acá la transformamos en un Frankenstein medio reggaetonero y con un espíritu rockero en las letras, para las que trabajé con dos autores que me encantan, el Cuino Scornik y Nico Landa. Hoy en día el sistema te empuja a repetir fórmulas para sonar en tal lugar, para estar en tal playlist o cuadrar en tal movida. Pero este disco es mi propia versión de los hechos. 

 —¿Cambiar de estilo con respecto a lo que has hecho antes te hizo sentir un poco de vértigo?

—Los cambios implican siempre la adrenalina que aparece cuando no sabés lo que puede pasar, pero ese es el motor para avanzar también. A mí no me parece mal repetir fórmulas que ya tenés claro que funcionan, pero me gusta probar, diferenciarme. Podría haber armado algo en la misma línea de lo que venía haciendo y elegí ir para otro lado. Tampoco es que ahora soy Berlioz o Stravinsky (risas), pero me gusta medir mis límites, recorrer nuevos caminos para no aburrirme.

—Tu disco anterior, “Best Seller”, estaba más marcado por el trap. En éste hay algunos pasajes en los que aparece ese mismo género que muchas veces es cuestionado por usar siempre los mismos recursos. ¿Sentís que efectivamente es así?   

—Todos los géneros tienen una gama de recursos, no solo el trap. Mi acercamiento más obvio al trap fue en ese disco, y ahora quedó un viento de cola que no quise dejar afuera. Tuve la suerte de poder invitar a YSY A, que es uno de los exponentes más talentosos acá en Argentina y escribe como un tanguero de 74 aun siendo muy joven. El del trap es un sonido nuevo, necesita un tiempo de maduración. Si uno se pone a escuchar el rock and roll de los años 50, a Little Richard y Chuck Berry, por ejemplo, también nota que eran muy parecidos. Después llegaron Los Beatles y los Stones, que empezaron a amasar otra cosa. 

Quizás hoy suene todo medio parecido en el trap, pero en el futuro debería pasar lo mismo que pasó con el rock.

 

La vida en familia 

Además de editar un disco, Juan Ingaramo se acaba de mudar a una casa nueva con su pareja, la actriz Violeta Urtizberea, con la que tiene una hijita, Lila, que en septiembre próximo cumplirá dos años. “En este tiempo de pandemia estuve muy conectado con todo lo familiar –asegura el músico cordobés–. Y me pasó algo lindo: mientras estábamos dedicados a la reforma de la casa a la que nos mudamos fui conociendo a mucha gente del gremio de la construcción y varios me conocían por Acaríñame, la canción de Los Ángeles Azules en la que grabé como invitado, con Julieta Venegas y Jay de la Cueva. Entonces me decían tenéis que ir a tocar a tal lugar, me hablaban de circuitos que no conozco, que me son completamente ajenos, pero que me provocan mucha curiosidad. Me gustaría ir a tocar a esos lugares en provincias como Corrientes, Chaco, Misiones o Tucumán. Probarme en esos lugares… Lo veo como un nuevo desafío, es una manera de empezar de cero otra vez, hacer cosas más chiquitas ahí y después pensar otra vez en movidas como las del Gran Rex o el Movistar Arena”. 

Ingaramo recomienda un disco que escuchó últimamente y que poco tiene que ver con el universo latino: The Melody at Night, With You (1999), de Keith Jarret. “Ahora que vivo en un lugar más grande, puedo escuchar música sin molestar a la bebé. Y pude conectar de nuevo con ese disco hermoso que a mí me cambió la vida...