El inmenso escenario del Teatro Colón está vacío; el espacio posterior, donde siempre se guardan escenografías pasadas, también ha sido liberado. Dos ventanas que dan a la Avenida 9 de Julio la convierten en el fondo de esta propuesta escénica. Quien se animó a esto es el director alemán Heiner Goebbels, al frente de la ópera contemporánea De materie, del holandés Louis Andriessen, nacido en 1939. Goebbels –quien se recuerda por su conmocionante experimento sin intérpretes en vivo, Stifters dirigió, en el Colón casi desnudo el año pasado.
Casi, pues el Cristo que Hugo de Ana había construido para su puesta de La forza del destino en 2012 y que quedó como cábala, se resistió a la mudanza y se reutiliza para este evento.
Este fin de semana, y en este espacio, De materie recuperará parte de las ideas y de la producción que ya se vieran en el Teatro Argentino de La Plata. Entonces como ahora, la orquesta sale del foso y ocupa el escenario, como verdadero protagonista, literalmente amplificado porque todos los focos sonoros llevan micrófono. Las voces principales serán las de la soprano argentina Oriana Favaro y el tenor inglés Robin Tritschler, quien convoca a los espectadores así: “Hay un ensamble musical [en este caso, dirigido por Pablo Druker] muy raro de ver en otro tipo de óperas, por la manera en que la orquesta es utilizada. Por ejemplo, está lleno de saxofones”. Y de otros instrumentos también: durante la primera de las cuatro secciones que integran esta obra, ingresan dos estructuras de metal (un prisma y un cilindro de unos tres metros de altura), que sendos percusionistas ejecutan con golpes dados con una barra de metal. Tritschler completa la descripción de De materie: “Asimismo, hay movimientos con danza, hay movimientos con actores; los cantantes y bailarines van y vienen como una parte del espectáculo. Pero no hay un argumento, una trama, sino que la obra trata acerca de conceptos de la física, que se van mostrando [diciendo y proyectando en pantallas]: por supuesto, no es necesario que conozcas sobre esos temas; de hecho yo no entiendo nada de física. Y la música pareciera una creación más, nuevos pensamientos. Es fascinante”. Los textos cantados son un collage que va desde un ensayo de David van Goorle (1591-1612), científico holandés y uno de los primeros atomistas; las visiones eróticas de Hadewijch, monja y poeta del siglo XIII; hasta fragmentos escritos por Marie Curie.
¿Algo muy complejo, algo sólo para especialistas? “La música, sí, es exigente –reconoce el tenor–, pero es algo como seguramente nunca habías escuchado antes”. Todo un desafío, como el que cumple Tritschler, quien canta a 8 metros de altura, luego de subir unos 25 escalones de una precaria escalera de madera sostenida por operarios, a la vista del público. El complejo entramado de artistas está integrado además por las actrices Analía Couceyro y Samanta Vibart, los ocho integrantes de Nonsense Ensamble Vocal de Solistas y el cuarteto español Sigma Project, junto a Andrés Castellani, a cargo de los protagónicos pasajes de saxos. La iluminación, en diálogo indisoluble con la música, es creación de Goebbels y Germán Lorenti; los videos que proyectan figuras geométricas, de Minou Maguna, y también, de Andrés Denegri, y la coreografía, para siete bailarines, de Edgardo Mercado.