No soy partidario de ver las películas más de una vez. He salteado este hábito en contadas oportunidades: la serie de El padrino, Amadeus, Sin aliento, Juan Moreira... Pero mi récord lo bate El resplandor, del genial Stanley Kubrick, como si respondiera a una compulsión masoquista de aterrorizarme una y otra vez sin compasión.
Está basada en la novela del mismo nombre de Stephen King, inspirado en el estribillo “We all shine on” de la canción Instant Karma (de John Lennon) interpretada por The Plastic Ono Band. King se manifestó disconforme con la adaptación, criticando que Kubrick desconocía las reglas del terror.
Disintieron desde un principio acerca de la elección del actor para hacer de Jack Torrance. King se opuso a Jack Nicholson pues opinaba que iba a aparecer como un desequilibrado desde el principio, en lo que no le faltó razón. Nicholson venía de triunfar en Alguien voló sobre el nido del cuco, otra gran película de otro gran director, Milos Forman, que transcurre en un hospicio. Kubrick insistió con Nicholson y rechazó a De Niro y a Robin Williams. Tampoco Shelley Duval fue considerada en primer lugar sino Jessica Lange, pero no dio el perfil que Kubrick quería para la Wendy del film, distinta a la de la novela, que tendría una personalidad vulnerable, débil de carácter y sumisa hacia su marido. En cuanto al papel de Danny Torrence, se buscó a Cary Guffey, el niño de Encuentros en la tercera fase, pero sus padres rechazaron la oferta debido al género del film y para no someterlo a la conocida maltratante exigencia de su director.
Kubrick se vengaría sutilmente de su mala relación con King en distintas secuencias del film. Por ejemplo, cuando Jack discute con su esposa y víctima Wendy y le grita : “¡Yo podría volver como un auténtico escritor y conquistar Boulder!”. Boulder es la localidad donde vivía Stephen King cuando se le ocurrió la idea para escribir la novela.
Cumpliendo con lo que parecería inevitable en toda película que marca un hito transformador del arte cinematográfico, la mayoría de los críticos norteamericanos la minusvaloraron a su estreno. Tanto que fueron candidatos a Peor Director y Peor Actriz en los premios Razzie de ese año, 1980.
La filmación, inicialmente planeada para nueve semanas, se prolongó hasta casi un año. Su director, conocido por su obsesiva exigencia, pareció decidido a crear en el set un clima de terror, quizás en la idea de colaborar con el clima del film. Cuando se le preguntó a la protagonista , Shelley Duval, cómo había sido la experiencia, respondió: “Casi insoportable. Día tras día pasaba la prueba aterradora de vérmelas con el personaje de Jack Nicholson, que debía mostrarse desquiciado y furioso todo el tiempo. Y mi personaje, Wendy, tenía que llorar 12 horas al día, todo el día, durante unos nueve meses sin parar, a razón de cinco o seis días por semana”. Para intensificar su interpretación a lo largo del rodaje, Kubrick la presionó más allá de lo tolerable llegando incluso a humillarla ante sus compañeros. Se dice que la escena en la que armada con el bate de béisbol retrocede por la escalera ante el ataque de su marido no estaba representando a una mujer aterrada sino que Kubrick había logrado, en lo real, aterrarla.
Algunos han detectado en el film algunas obsesiones de su director. Por ejemplo, con el número 42: hay 42 coches alineados en el aparcamiento del Hotel Overlook al principio de la película, cuando Jack Torrance se presenta para la entrevista de trabajo. Cuarenta y dos veces se escuchará el “¡bip-bip!” del Correcaminos en la escena en la que Danny, el hijo de la pareja, mira televisión. Wendy amaga golpear a Jack con el bate de béisbol en la escalera 42 veces. En uno de los pulóveres de Danny puede verse el número 42. También en la matrícula del coche de alquiler de Dick Halloran, el jefe de cocina. Ya rizando el rizo, si multiplicamos las tres cifras de la habitación 237, la protagónica del hotel, el resultado es 42. Y Jack y Wendy ven en la TV la película Verano del 42, de Robert Mulligan.
El resplandor relata la historia de Jack Torrance, un escritor alcohólico de poca monta que acepta un puesto como casero temporario en un solitario hotel de alta montaña que, a causa de las nevadas intensas, cerraba sus puertas durante los meses de invierno. Se muda allí con su esposa, Wendy, y su pequeño hijo, Dany, y con el pasar del tiempo comienza a sufrir crecientes trastornos en su psiquismo, influidos por el aislamiento, la bebida y la atmósfera sobrenatural del hotel, que lo llevan a ejercer una violencia asesina contra sus familiares en medio de sucesos paranormales originados en la influencia maléfica del lugar.
Hubo dos versiones comerciales autorizadas por Kubrick. Una para Estados Unidos, de 144 minutos, y otra internacional, de 114 minutos. Se debió a que la productora y el mismo Kubrick no estuvieron satisfechos con el final de la copia estrenada y también a la pobre recepción del público. En la escena cortada se veía a Wendy convaleciente en una habitación de hospital recibiendo la visita del administrador del hotel, quien le comunica que a pesar de una intensa búsqueda no se ha encontrado el cadáver de su marido ni tampoco el del cocinero. Tal revelación daba a suponer que lo vivido por la mujer podría haber sido sólo producto de su imaginación.
En El resplandor se usó un sistema de filmación novedoso en aquel tiempo, el steadycam, un estabilizador de cámara que evita que la imagen vibre en movimiento. Lo operó su mismo creador, Garrett Brown, y ello le permitió a Kubrick seguir al pequeño Danny en sus fantasmales vueltas en triciclo por los pasillos del hotel, y también en la aterradora huida de madre e hijo por los recovecos del laberinto vegetal
Otra obsesión de don Stanley fue repetir las escenas una cantidad insólita de veces, sin que fuera claro si se trataba de un afán de perfeccionismo, de una compulsión generalmente sin sentido o de una actitud sádica hacia intérpretes y técnicos.
La escena de la conversación sobre el resplandor entre Danny y Halloran se repitió 140 veces ; la del enfrentamiento de Jack y Wendy en las escaleras, 127; la de la puerta del baño destrozada a hachazos por un Jack ya enloquecido, 109. Esto hizo que tuvieran que reponer la puerta 60 veces. Al final de cada toma se escuchaba el martillante “Again”.
Como lógica consecuencia, El resplandor es el film, en tiempos del celuloide, con mayor metraje filmado, casi 400 mil metros de película. La versión final contiene menos del uno por ciento del film usado.
El 7 de marzo se cumplió un nuevo aniversario de la muerte de Kubrick, en 1999. La que aquí comentamos no fue la única obra maestra del genial Kubrick, también están Lolita, Doctor Insólito, 2001, La naranja mecánica y la última, Ojos bien cerrados, lista admirable que lo incluye, en mi criterio, entre los cinco grandes directores de toda la historia del cine.
*Escritor.