Calificación: Muy buena.
Halagada hasta el hartazgo, Killing Eve, cuyos ocho episodios que conforman la primera temporada de la serie, y la segunda arranca en estos días en España a través de HBO, tiene todo para mantenerte en vilo. Con seis nominaciones a los Premios Bafta (los Emmy ingleses), protagonizada por una sensacional Sandra Oh, ganadora del Globo de Oro, por su papel de Eve Polastri, y Jodie Comer, se puede consumir de corrido en Cablevisión Flow. Es un policial que atrapa desde el inicio, con ritmo que no decae y que dispara hasta lo más alto del poder, original de la BBC y RTE de Irlanda del Norte lo compró la Paramount, que parece haberse despertado ante la competencia de los contenidos digitales.
Ella es una reclutada asesina a sueldo de Rusia, psicópata, que va por el mundo (Ginebra, París, Londres, Italia, entre otros) matando a los objetivos que le ponen en una tarjeta turística del sitio elegido. Es Oksana, rusa y condenada, tipo Nikita, pero esta vez para los rusos, y se hace llamar Villeneuve. Un thriller que avanza con pasos de comedia ligera por momentos, y un relato feminista incómodo de fondo. Del otro lado Eve (Sandra Oh) harta de hacer oficina para los servicios M15 quiere empezar la investigación de estos asesinatos que cree fueron cometidos por una mujer. De ahí en más, comienza la búsqueda obsesiva de una contra otra, en un guión efectivo que mezcla varios géneros, y lo hace personal de las dos protagonistas.
La atracción por Villeneuve –impresionante actuación la de Comer– demuestra que el mal tiene sus recursos de seducción, tal como explicaba su guionista Waller- Bridge (quien adaptó los libros de Jennings y que no está en la segunda). La realización es impecable, con exteriores deslumbrantes y mucho dinero puesto para que cada sitio no parezca de ficción, sino que jueguen como ámbitos naturales. Toda la segunda línea de actores, y actrices como Fiona Shaw (Carolyn Martens) hasta el danés Kim Bodnia, acompaña perfecto este duelo del bien y el mal, no tan claro. Parece que los “buenos” también hacen maldades, tal como le dice Villeneuve en diálogo con su perseguidora, sugiriéndole que ambas trabajan para el mismo patrón.
Tras esa charla en los últimos minutos del octavo capítulo, en una escena un tanto forzada en que la agente se logra meter en casa de la asesina sucede uno de los momentos más tensos de la historia. Que le servirá para arrancar desde ahí la segunda temporada. Porque con ritmo muy americano, una acción detrás de otra, ya se entiende que la cosa no termina. Ya hay segunda, ¿habrá tercera? O lo que dé.