El éxito de Moisés y los diez mandamientos podría demostrarse de una forma simple: la película que se estrenó el pasado jueves en nuestras salas no es otra cosa que un compilado de momentos de ambas temporadas de la novela que fue un fenómeno en Brasil y sacudió el rating en Argentina (llegando a medir 14,5 puntos en pleno febrero de 2017, mientras que tuvo 17,4 de promedio). Aun así, ese resumen de lo ya visto se transformó en la película más vista de la historia de Brasil, que consiguió 11 millones de espectadores y vendió 2,5 millones de entradas anticipadas (ocupando un tercio de las salas del país, alrededor de mil pantallas). La serie sigue siendo furor y eso queda claro en una película que es una edición de 176 episodios (a la que se suman algunas escenas inéditas) y que ha generado compra de entradas anticipadas con gente usando vestimentas de la leyenda bíblica (además, claro, de aquella recordada noche en el Luna Park para el episodio del Mar Rojo). El final de Moisés y los diez mandamientos ya tenía sucesor: Josué y la tierra prometida, la serie que midió 15,6 en su reciente estreno por la pantalla de Telefe y que es la continuadora del fenómeno. PERFIL se reunió con Guilherme Winter, el actor que fue Moisés, y Sidney Sampaio, quien ahora pasó a ser el protagonista en su rol de Josué para hablar sobre el efecto de la serie en sus vidas.
—¿Cuál es su sensación respecto de lo que pasa con “Moisés y los diez mandamientos” y ahora con “Josué y la tierra prometida”?
SAMPAIO: Me encanta lo que está sucediendo. Pero creo que ninguno de nosotros podía imaginar algo así. Tal vez la clave del éxito se debe a que hablamos de una historia universal en un instante donde las personas están buscando un alimento para su alma, para su espiritualidad, para enfrentar todas las dificultades. Estamos viviendo entre mucha individualidad, mucho individualismo. Las personas se olvidaron de algo más grande, de algo supremo, de algo más colectivo. Yo, yo, yo. Esta historia muestra la importancia de un objetivo común, de la búsqueda de un ideal. Eso llegó a las personas.
WINTER: Los temas de la serie hablan de la fe. El cuestionamiento que hace que las personas piensen y se muevan es saber la dimensión de su fe. Por eso se identifican con la fe de los personajes. Moisés cree en Dios, los hebreos creen en Dios. No es una novela religiosa. Habla sobre la fe y el amor. En este mundo donde Donald Trump es presidente, algo peligroso, la gente necesita más amor y fe. Nuestro mensaje en la novela es ése.
S: Necesitamos nuevamente la fuerza que da lo colectivo. Brasil está en ese momento.
W: Demostrar que no son ellos los que mandan, que somos nosotros.
—En ese sentido, ¿cómo ven a Brasil en este momento?
S: Es una gran tristeza. Pero somos parte del inicio, de una renovación. Prefiero tener esa esperanza. Después de todo esto que está pasando, que venga la bonanza. Los brasileños necesitamos madurar mucho políticamente, y eso está sucediendo.
W: Está muy mal. Mi punto de vista es que hubo un golpe cuando sacaron a Dilma, porque no tenían por qué sacarla. Ahora, con la operación Lava Jato, están intentando a los políticos que estaban involucrados darles inmunidad política. Río de Janeiro, donde vivimos, está quebrado. El ex gobernador está preso. El Maracaná está cerrado. El Parque Olímpico está vacío, sin planificación. Y Temer… Fuera, Temer. No creo en él. No es mi gobierno. No creo que Dilma fuera una buena gobernante porque no es una buena política. Pero no es una ladrona. La sacaron y ahora el PMDB está tratando de librarse de la operación Lava Jato, manipulando al Supremo Tribunal. Están sucediendo locuras. No sé cómo vamos a quedar.
—¿Cuál es su relación con la religión?
S: Yo vengo de una familia muy religiosa. Pero creo que lo más importante más allá de la religión que se elija, es la cuestión de la fe.
—¿Cómo era estar adentro del show sabiendo lo que se espera de él?
S: Me ayudó mucho personalmente. Como muchas personas, viví muchos momentos de cuestionamientos, de dudas. Y el contacto diario con los textos, con los mensajes, me hizo muy bien, me fortaleció, para las decisiones cotidianas, para enfrentar aquello que todos vivimos. Nos sentimos muy responsables y todos los que integramos el programa sabemos que tenemos una profesión con responsabilidades. La gente nos sigue y tenemos que tener respeto para con lo que hacemos y decimos.
—¿Cómo se vive el fanatismo en la calle día a día?
S: Es importante entender que las personas proyectan cosas por encima de nuestras imágenes. Siempre trato de mantener cierta distancia de la fama. De toda esa locura. No creo en la fama, no es real. No es algo construido. Es algo que se proyecta. Es importante saber que nuestro trabajo es representar la realidad, si nos quedamos en el mundo privado, nos distanciamos de la realidad y nuestro trabajo va a ser cada vez más ridículo.
W: Sidney es muy humilde. Siempre comparte. Siempre quiere hablar sobre las experiencias nuestras. Es una persona increíble. Estar acá en este estreno, con Moisés pasándole el bastón a Josué, comenzando Josué y la tierra prometida. Sé que Sidney la va a pasar muy bien.
—¿Qué lugar ocupa en su corazón lo que han hecho con “Moisés…” y lo que sigue con “Josué y la tierra prometida”?
W: Un lugar muy preciado. Que voy a llevar en mi corazón el resto de mi vida. Un personaje universal que fue muy lindo de hacer. Tener este desafío como actor en televisión es algo muy raro. Divide mi carrera en dos. Pudimos llevar los nombres a otros países, haciendo cine en otros países del mundo. De hecho, filmaré en Argentina con Pampita y Andrea Frigerio, a partir de abril.
S: Es algo mágico. Nuestras vidas, sí, se dividen en un antes y después. Estoy muy agradecido.
—¿Cambió su fe a partir de estos papeles?
W: No porque yo siempre tuve. Cuando me fui a Río a estudiar arte, me fui solo. Tenía fe, creía. Hay que creer. Yo creía. Siempre tuve un vínculo con Jesús. Y hay otras cosas que me pasaron que no cuento porque van a pensar que soy loco.
S: Uno o dos años antes de este trabajo viví un momento muy difícil que no voy a detallar acá. Siempre tuve fe. Pero en ese momento dejé de confiar en Dios y empecé a confiar en el hombre. Todo salía mal, no había nada positivo. No entendía por qué. Los trabajos que comenzaron a llegar extrañamente me pusieron en contacto con la fe, con el mundo de la religión. Moisés y los diez mandamientos, Josué y la tierra prometida, fueron lugares que hablaban con mi fe.