Entendí que había que soltar el día que mi madre murió atragantada por un cáncer en la garganta llevándose sus secretos más íntimos a su propia eternidad. Yo tenía 33 años entonces y ella, muchas ganas de vivir. Me hice muchas preguntas en medio del duelo como esa sentida canción de Silvio Rodríguez que empieza diciendo:
“¿A dónde van las palabras que no se dijeron?
¿A dónde van las miradas que un día partieron?
¿Acaso flotan eternas, como prisioneras de un ventarrón o se acurrucan, entre las hendijas, buscando calor?”
Yo no sabía lo que era soltar y mucho menos cómo hacerlo. Pero me puse manos a la obra haciendo todo lo que estaba a mi alcance. 22 años después soy parte de esa hermosa legión de soltadoras y soltadores que ya no quieren vivir con una carga que aprieta, incomoda, asfixia, ahoga, lacera, intoxica… y que si no la soltamos puede explotarnos por dentro.
¿Para qué? ¿Hasta cuándo?
El camino de soltar me ha llevado por lugares inesperados para mi: el libro Soltar para Ser Feliz, que escribimos con Patricia Daleiro, ya entra en la sexta edición en menos de un año, nuestros talleres sobre el tema sobrevivieron a la cuarentena estricta, pudimos llevar nuestros conversatorios a dos cárceles -de mujeres con sus bebés y el pabellón trans- y de yapa el teatro donde le ponemos cuerpo y alma a la maravillosa aventura de soltar donde generamos un ida y vuelta con el público que acude a la cita para encontrar respuestas a la pregunta que se ha puesto de moda hace ya un tiempo ¿cómo hacemos para soltar?.
Nacemos sabiendo soltar y estamos soltando todo el tiempo mientras vivimos. Al nacer largamos ese primer llanto como un salto a la vida y todos respiran aliviados porque ya estamos acá! Hasta el último suspiro previo a la muerte seguimos soltando a cada instante; basta pensar que cuando somos adultos respiramos entre 8 y 16 veces por minuto, y el aire que inhalamos necesariamente lo soltamos para darle lugar a la próxima respiración.
¿Y si lo aplicamos en nuestra vida?
¿Y si al menos lo intentamos?
Soltar no es tirar por la borda lo que ya no queremos como si fuera una porquería. Pero el tiempo pasa, ya no somos los mismos y aquello que alguna vez tomamos quizá ya no lo necesitemos para este presente en el que vivimos.
Soltar es también asumir el riesgo de la incertidumbre que no es mala ni buena, pero que depende de lo que haya con ella o en ella. Nos cuesta soltar porque pretendemos vivir una vida con garantías todo el tiempo.
Desde el escenario y mientras hacemos Soltar para Ser Feliz nos damos el lujo de contar como lo hemos hecho Patricia y yo, y cuáles son los beneficios de habernos animado a creer que había algo mejor para nosotros que nos estaba esperando. Le ponemos humor porque es un gran aliado sanador, hacemos muchas preguntas porque nos ayudan a corrernos hacia nuevos lugares, miramos para atrás le ponemos palabras a nuestro proceso soltador y hasta nos pinta la nostalgia cuando invitamos al niño y la niña que fuimos para que sean testigos de lo que pudimos llegar a ser.
Desde la platea aparece un universo de emociones. Y nos gusta que eso pase, nos conmueve, nos nutre, nos desafía. Podemos sentir que nuestro paso por la vida, con sus desfalcos y sus aciertos, le está sirviendo a otros para animarse a vivir sin esa carga pesada que casi no pueden arrastrar (y tampoco soltar).
Con el teatro a oscuras y acurrucados en sus butacas hay pequeñas grandes manifestaciones de lo que ya no quieren. Alguien suelta una lágrima, hay quienes son traicionados por un suspiro profundo que ya no quiere guardarse más, otros lanzan alguna palabra al ruedo del silencio, hay manos que se entrelazan, hombros que sirven de apoyo, caricias, miradas y mucho agradecimiento al final de la función.
Y usted que está leyendo estas líneas…
¿Hay algo que necesita soltar?
¿Para qué?
Sobre el final la misma frase que repetimos antes de que baje el telón: recuerde que la vida es como un helado, sino te la tomas, se te derrite.
*Periodista y coach ontológico.
Autor con Patricia Daleiro de los libros Soltar para Ser Feliz y Saltar al Buen Vivir.
Juntos también se presentan en el Teatro Border y en diferentes salas con el espectáculo “Soltar para ser feliz”.