ESPECTACULOS
Humberto Tortonese

“Me das un poema y vuelo otra vez”

El actor vuelve al teatro con Blum, de Discépolo. Asegura que siempre fue muy libre, y por eso no le resultan indispensables leyes como el matrimonio igualitario. Pide por la separación de la Iglesia y el Estado.

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El actor vuelve al teatro con Blum, de Discépolo. Asegura que siempre fue muy libre, y por eso no le resultan indispensables leyes como el matrimonio igualitario. Pide por la separación de la Iglesia y el Estado. | Piemonte

Desde el jueves Humberto Tortonese volverá al escenario, esta vez en el Teatro Regio, con Blum, de Enrique Santos Discépolo y Julio Porter. La adaptación y la dirección son de Mariano Dossena, y en el elenco estará acompañado por María Inés Sancerni, Magalí Sánchez Alleno, Alejandra Perlusky, Eliseo Barrionuevo, Daniel Toppino, María Rosa Frega, Milagros Almeida, José Tambutti y Federico Justo.

El año pasado interpretó Obra de Dios, donde encarnaba a un muy especial todopoderoso que volvía a la Tierra. Ahora será un argentino que imaginaron Discépolo y Porter en 1950 y que significó el último trabajo como intérprete de Discepolín, quien moriría apenas un año más tarde.

“Espero poder empezar a disfrutarlo”, dirá antes de las funciones, en pleno proceso de ensayos. “Conocí este teatro cuando vine a ver Miedo, del catalán Albert Plá. Vivo a cuatro cuadras de aquí y estoy como a seis de la radio (FM 89.9). Me hace feliz estar cerca del trabajo, poder venir caminando, ya que la ciudad te hace perder tiempo”.

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—Este papel se acerca un poco al que interpretaste en “En familia”, de Florencio Sánchez…

—Es cierto. Cuando me convocó Alberto Ure (1996) para hacerlo me gustó acercarme a un teatro clásico argentino. El año pasado me llamaron desde el San Martín, quise leerlo primero y en cuanto lo hice acepté. Es como el cine argentino de los años más gloriosos. Me sugirieron que no viera la película de 1969 que había hecho Darío Vittori con Nélida Lobato.

—¿Nunca antes habías encarnado a un empresario?

—En realidad es un financista, un poco loco, que maneja toda la plata. Le tienen miedo, y con tanto dinero demuestra mucho poder. Y de la nada se enamora y eso es muy real, a cualquiera le puede suceder. El tiene mucha fuerza y ve cómo todos corren detrás de él. Por eso, cuando se enamora se debilita. La escritura de Enrique Santos Discépolo pasa de la alegría a la frustración. No conocía a muchos compañeros de este elenco y en cuanto empezamos a ensayar fui descubriéndolos. No hay divismos, y quería trabajar con actores así.

—¿Vivís de la radio?

—La radio fue más constante conmigo. Cuando acepté volver al teatro no estaba haciéndola, pero sentí que podía compartirlo. El escenario me saca de las rutinas. Estamos de lunes a viernes con la Negra (Elizabeth) Vernaci en Black and Toc, en Radio con Vos. Con ella trabajamos tanto que somos casi hermanos. Tenemos una química que retornamos como siempre.

—¿Extrañás la televisión?

—No. Ni siquiera la veo. Si hubiera un proyecto interesante iría, pero me deben cerrar la propuesta y el dinero. No me interesa estar por estar. No estaría en un programa como estuve con Mariana (Fabbiani). La televisión se puso cada vez peor, va para cualquier lado y hoy solo interesa el rating. Las muertes y las crueldades predominan.

—En tu familia hubo muchos universitarios e incluso un político.

—Eran inmigrantes italianos, y cuando llegaron a la Argentina hicieron el esfuerzo para que todos fuesen profesionales. Trabajaron todos desde chicos. Mi padre nunca me impuso nada. Quise trabajar desde muy joven y me acompañaba a ver dónde podían emplearme. El había querido ser locutor pero fue odontólogo. Mi tío, Dante Tortonese, fue diputado en el gobierno de Illia y le gustaba mucho el arte. Era amigo de los grandes pintores de la época…otro tipo de político.

—¿Te referís a los diputados que conocimos cuando se discutió en la Cámara la ley del aborto?

—Se dé o no la ley, adelantamos muchísimo al poder conocer a estos representantes que tenemos. Ahora sabemos quiénes son y cómo piensan en temas muy importantes, que modifican la vida. Siento que caminamos tres pasos y retrocedemos dos. Las leyes no siempre quedan… a veces las sacan…

—¿Qué pensás de la relación entre Iglesia y Estado?

—Hay algo de la Iglesia, como institución, que no pudo cambiar. Este Papa ha modificado mucho, pero no consigue enfrentar algunos temas. Como país y sociedad cambiamos muchísimo, pero la Iglesia debería quedar para los que la siguen, porque no todos son católicos. Mi padre no tenía vocación ni por el fútbol ni por la Iglesia. La familia de mi madre era más católica y de chico iba a misa porque me impactaba el rito, la teatralidad que tenía. Siempre fui muy rebelde, por algo terminé en el Parakultural. Me encontré con gente rebelde, aunque me parece que la palabra es “auténtica”.

—¿Usaste alguna de las leyes como la del matrimonio igualitario o el divorcio?

—Siempre fui muy libre y no necesito que alguien me autorice. No las necesitaba por mí, disfruto para quien las tenga que usar. Mi escuela fue el Parakultural, con ejemplos como el de Alejandro Urdapilleta o Batato Barea, artistas, poetas con cabezas libres. Por ahí pasaba mi vida, no encajaba en lo rutinario. Me das un poema y vuelo otra vez. Las leyes nos ayudarán a ser un país mejor. Miramos a Europa y vemos que hay una conciencia. La gente tiene sus derechos muy bien marcados. Por eso hoy emociona la presencia de la gente en la calle: aprendió a decir “aquí está mi voto”.

—¿Nunca tuviste miedo a pasar hambre?

—No. Cuando tengo poco gasto eso. Cuando necesité dinero, siempre fui muy responsable para devolverlo. Nunca pasé necesidades fuertes.

—¿Algún miedo?

—A veces me da miedo paralizarme, enfermarme. En la radio estoy diciendo: “Vamos primero por el aborto y después por la eutanasia”. Siempre de manera sincera estoy a favor de terminar con la vida, antes de quedarme como una planta. ¿Por qué no se puede decidir? Hay que buscar el equilibrio entre el trabajo y el descanso. Te ponés viejo y debés estar cerca de una obra social, el capitalismo te obliga a seguir trabajando para mantener una cosa y la otra… Debemos sacarnos algunos miedos, por eso los ataques de pánico son producto de esta aceleración.

 

El impacto de gasalla y el recuerdo del delirio

Es cordial, cálido y no escapa a ninguna pregunta ni tema. Cuando se le pregunta a Humberto Tortonese por la popularidad, debe remontarse a otras décadas. “Fue en un momento cuando empecé en el programa de Antonio Gasalla –recuerda–, ahí me choqué con eso. La televisión te da una fama tremenda, es distinto si te reconocen por lo que hacés. Después te vas acostumbrando, y como uno es un trabajador… Hoy la gente me saluda en la calle de una manera linda. Desde que empecé en la radio, algunos me empezaron a conocer por la voz, la tengo muy característica, un poco rota. Es muy lindo que esto suceda”.

 “Soy muy geminiano –confesará–, un día me siento genial y otro una ratita. Lito Cruz fue mi primer maestro. Siempre hay miedos y él me ayudó, me impulsó con su mirada. Después estudié con Augusto Fernandes, con quien aprendí a analizar obras. Cuando empecé en el Parakultural se me ocurrió tomar la introducción a las Rimas y leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer y me metí profilácticos en la cabeza y Omar Viola me dijo ‘quedate’. El delirio te conecta con otro delirio. Batato era muy especial, tenía una luz propia, algo infantil, sabía ver la poesía, alguien de avanzada. Urdapilleta parecido, con muchísimo carácter, a veces parecía un león y otras tenía una gran suavidad. Había que ser grande para poder dirigirlo. Era muy especial en su forma de hablar y en su manera de ser amigo. Siempre decía que se iba a morir a los 60 años y murió a los 59. Llegué a poder despedirme de él”.

Creó junto a Urdapilleta el espectáculo La moribunda, pero desde hace bastante tiempo no se le conocen textos. “El autor aparecerá en otro momento. Cuando tenga verdaderas ganas de escribir. No quiero hacer cualquier cosa. Quisiera que el país estuviera mejor. Me gustaría que no tuviéramos estos altibajos. Gobernados por gente que no robe. Los políticos tienen una ambición desmedida. Ahora quiero salir del dólar, alejarme de esos temas”, finaliza.