ESPECTACULOS
Florencia Peña

“No somos enemigos si pensamos distinto”

La actriz estrenará Network, versión teatral de la clásica película de Sidney Lumet y que en la Argentina adaptó Juan José Campanella. Recuerda sus inicios en el arte, sus experiencias y desde su actual presente redefine al éxito como la posibilidad de hacer muchos proyectos y asumir muchos riesgos.

20220710_florencia_gzagabrielmachado_g
Regreso. Vuelve a las tablas en la versión de la famosa película, que también pasó por Broadway con mucho éxito y buenas críticas. | GZA. GABRIEL MACHADO

Mientras, como conductora, sostiene La puta ama en América TV, pese a las críticas y a los bajos valores que le señala la medición del rating, Florencia Peña se apresta a integrar otro gran proyecto en su carrera que la muestra sumamente entusiasmada. Desde el 14 de julio, formará parte del elenco de Network, obra de teatro de Lee Hall, basada en la película homónima ganadora del Oscar en 1977, cuya ficción transcurre en un set televisivo. La puesta en escena ya pasó por Londres y por Broadway; también hay una versión en México. En Buenos Aires, quien realizó la versión local es Juan José Campanella; Corina Fiorillo está a cargo de la dirección de esta aventura teatral y técnica. Un gran despliegue de cámaras y recursos audiovisuales se dispondrá en el Teatro Coliseo, por donde pasarán casi 30 actores, con Peña, Coco Sily, Eduardo Blanco, César Bordón y Pablo Rago, a la cabeza.

—¿Qué expectativas tenés con estar nuevamente en un escenario teatral?

—Para mí, el teatro es el espacio más significativo en mi historia artística de los últimos tiempos. Si bien soy un bicho de tele, el teatro es el espacio donde siento que más me despliego y donde las cosas que elijo hacer implican superar mi marca. Yo no iba a hacer teatro este año porque ya tenía programado Casados con hijos; vamos a hacerlo en el verano en el Gran Rex, un evento, como una juntada, como esos grupos que se separaron y un día vuelven a tocar un ratito juntos; es un guiño para nosotros y para los espectadores. Pero cuando Ariel Diwan me dio para leer Network y volví a ver la película, dije: “No me puedo perder esta experiencia”. He hecho grandes producciones, pero Network es muy distinto, por el contenido y por cómo se cuenta ese contenido.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

—¿El contenido señala el poder concentrado de los grandes medios de comunicación y de alguna manera, a la Argentina?

—Es una película que se escribió en los años setenta, sobre los holdings mediáticos de Estados Unidos en otra época del mundo, en que no existía esta globalización de la comunicación. Pero podría suceder en cualquier país del mundo, en cualquier época. Es un texto muy moderno. Interpela a los medios de comunicación; se pregunta en qué perjudica y en qué beneficia que tengan alcances tan grandes, que les permiten instalar verdades. El teatro es un hecho artístico muy importante; si salís de la función llevándote algo nuevo, una manera de repensar determinadas cosas, ese arte está cumplido. Y para mí, esto tiene Network.

—¿Cómo ha sido trabajar con Campanella? ¿Encontrás una cuestión simbólica en el hecho de que estén pudiendo compartir un proyecto?

—Totalmente. Cuando me convocaron y me dijeron que Campanella iba a hacer la adaptación, me pareció brillante. Más allá de que él y yo estamos en las antípodas del pensamiento, lo admiro mucho, como escritor y como cineasta. La obra está atravesada obviamente por la política. Todo está atravesado por la política, porque los seres humanos tenemos que consensuar, encontrar afinidades en los disensos. Me parece brillante que dos ideologías distintas se sumen en un mismo proyecto, porque de lo que habla en realidad es universal. No estamos hablando de un partido político en especial, sino de cómo los medios de comunicación nos atraviesan la vida y los pensamientos y, muchas veces, sin que nos demos cuenta, nos dicen lo que tenemos que pensar. El problema no es que existan grietas, sino cómo nos llevamos con ellas y cómo están atravesadas por los medios de comunicación.

—Hay mucha expectativa con esta obra. ¿Esperás un éxito? ¿Qué es un éxito y qué es un fracaso para vos?

—Yo jamás pienso en el resultado final como una muestra de éxito-fracaso. Para mí éxito es hacer, aunque el resultado final pueda no ser el esperado. Además, algo que para vos fue un fracaso para mí puede ser un éxito, por el aprendizaje. Yo hago esto desde que tengo uso de razón. Desde que tengo 7 años, esta es mi manera de expresarme en la vida. Siempre estuve atravesada por el arte de una manera u otra. Seguir expresándome desde hace 40 años y poder hacer tantas cosas distintas, eso ya es un éxito para mí. Yo me siento exitosa, no por los puntos de rating, no por la cantidad de espectadores que fueron a una obra, sino porque tengo la posibilidad de hacer lo que me gusta y porque, además, valoro mucho los procesos, los caminos para llegar a algo. Para el afuera, he hecho éxitos descomunales y fracasos descomunales, y sigo siendo la misma. Digo, haya sido un éxito de público o de rating, yo sigo siendo la misma. Yo hago, yo hago y, con riesgo, hago. Siempre hago arriesgándome.

—Si eligieras algo muy propio que te gustaría hacer, contar, producir, ¿qué sería ese relato?

—Hoy siento eso en mi programa de América. Una parte de quien soy finalmente está puesta en un lugar, sin tener que encajar, amoldarme, o generar determinado resultado. Esa parte mía donde está Florencia Peña, no la actriz sino la persona, está muy cubierta. Vengo al ensayo y está mi actriz muy, muy presente y, por otro lado, voy a la tele y soy yo, haciendo las monerías que hago, poniendo, al servicio de la televisión abierta que es compleja, una manera de pensar la vida y de crear espacios. A esta altura de mi vida ya no tengo que demostrar nada. Al que no le gusta no le gusta, y al que le gusta le gusta, le seguirá gustando. No tengo que dar explicaciones de quién soy. Trato de ser lo más honesta posible conmigo, sin joderle la vida a nadie. A quien le molesta lo que hago, le molesta por un montón de razones personales, pero yo no le jodo la vida a nadie, yo no me meto en la vida de nadie, ni hago programas ni obras de teatro en donde involucro a otras personas, ni tampoco soy una política que decido la vida de la gente. Yo soy una actriz y soy una comunicadora.

—¿Qué les sucede a las personas, como vos, con exposición mediática que viven en la Argentina?

—Es un riesgo enorme, porque acá todavía no podemos separar la ideología, del artista. Yo soy muy atacada por mi manera de pensar. Se pierde más de lo que se gana cuando uno se involucra de manera ideológica. Pero como mamá de tres hijos, como mujer, jamás me voy a arrepentir de haber sido alguien que dice lo que piensa. Lo mejor que les puedo dar a mis hijos es que siempre se la jueguen por las cosas que piensan: que siempre puedan no ser tibios, que sepan que sí, claro, hay cosas que se pierden cuando uno está a favor de la despenalización del aborto. Siempre voy a preferir tener una postura en la vida, antes que tratar de agradarle a todo el mundo. Soy esta que soy, sin salir a maltratar gente ni a ser agresiva. Por eso puedo trabajar con Campanella. Por eso mis grandes amigos de la vida piensan muy distinto a mí y convivimos de una manera hermosa. No somos enemigos si pensamos distinto.

 

Comienzos y experiencia

—¿Cómo te acercaste al mundo del espectáculo?

—Mi madre fue bailarina del Teatro Argentino de La Plata durante 20 años, así que siempre tuve un acercamiento con el arte. Ella me llevaba mucho al teatro, a ver a Hugo Midón, por ejemplo. Pero lo que más me marcó fueron unos cuentos que ella me compraba: se llamaban Musicuentos y venían con un disquito de pasta chiquitito; yo lo ponía el tocadiscos de mi casa y me iba guiando con el cuento y después cantaba canciones. Empecé a sentir que yo quería contar el cuento de la vida así; yo quería que la música y la actuación fueran parte de mi historia personal. A los 7 años ya le pedí a mi madre que me llevara a un casting y quedé: fue Festilindo. Desde niña fui muy feliz jugando con el arte y eso se convirtió en algo profesional y en mi manera de vida.

—Tenés una trayectoria de proyectos con textos y formatos nacidos en el exterior y transformados al estilo argentino. ¿Cómo son esos procesos de adaptación?

—Yo tengo una expertise en eso, en musicales, teatro de texto y en tele. Desde La niñera, Hechizada, pasando por Casados con hijos. Los argentinos tenemos una manera de contar muy nuestra. El teatro argentino es enorme, pero muchas de las cosas de la gran cartelera teatral son de autores extranjeros. Sabemos contar historias que vienen de afuera, poniéndoles el cuerpo y nuestra manera: nunca se sienten alejadas. En muchos musicales que hice (Sweet Charity, Grease, Anything goes, Cabaret), siempre sentí que pudimos darles nuestro toque argentino. Con Network pasa lo mismo: si bien es un texto americano, Campanella maravillosamente le dio una cosa muy nuestra. Parece que está hablando de nosotros, de nuestra tele, de nuestros medios, aunque nada tenemos que ver nosotros con los americanos.