Hasta el 30 de octubre, se puede vivir -porque otro verbo le queda chico- la novena edición de Asterisco, Festival Internacional de Cine LGBTIQ+, que es dirigido artísticamente por Diego Trerotola y cuenta en sus filas con nombres nombres como Fernando Martín Peña, Albertina Carri y Andrea Guzmán. Con sedes en el Centro Cultural Kirchner, Centro Cultural Conti, Hasta Trilce, Universidad del Cine, Centro Cultural Recoleta y Puticlú, e incluso con films online en Cont.Ar, Asterisco vuelve a rectificar en sus competencias y demás secciones su libertad. Trerotola afirma algo que es fácil de ver en sus selecciones curatoriales: “Creo que Asterisco tiene, por un lado, cierta independencia de los modelos de los festivales más grandes, principalmente por no ser un festival con un marco institucional por fuera de nuestros propios objetivos como equipo. Respondemos solamente al deseo de quienes hacemos el festival. Eso nos da una amplitud que se refleja tanto en la programación como en generar cierto margen mayor para movernos, para cambiar y para hacer posibles otras formas de pensar un festival en este contexto, en un momento muy particular de la historia del cine”.
El punk del festival es claro y fuerte, como dirá Trerotola: “somos un festival que no tuvo las mismas secciones fijas todos los años, que sigue proyectando fílmico, que intenta crear otros modos de entender también el cine LGBTIQ+, no solo como una temática sino como modos disidentes de enfrentarnos a las películas y al cine. Tampoco es que no dialogamos con los otros festivales, porque si bien hay gente que quiere estrenar su película en Asterisco, no invalidamos la participación de películas que nos parecen valiosas que ya pasaron por festivales locales. Creemos que ver una película en Asterisco tiene una dimensión distinta que verla en otro festival. Es un modo de desvío de las formas más automatizadas de ver”.
Hablando de la actual edición, Trerotola sostiene: “Quisimos potenciar el cine del presente, este año no hay tanto cine retrospectivo como otros: por ejemplo es la primera vez que durante el festival no habrá cine mudo como en las siete ediciones anteriores. Descansamos un poco del pasado para mirar con lupa lo que está pasando en el presente en Argentina y en Latinoamérica, principalmente, encontramos que hay una suerte de revolución regional, podemos decir, que tiene que ver mucho con un cine independiente que cada vez se siente menos ligado a las tradiciones y represiones estéticas y sexuales”.