ESPECTACULOS
Julia Louis-Dreyfus

“Si no te podés reír, estás jodidito, decía mi papá”

En diálogo con PERFIL, la gran reina de la comedia televisiva confiesa que debieron quitar un chiste de la última temporada de Veep para que no se interpretara como crítica coyuntural a Trump. Lamenta la prohibición del ingreso de musulmanes a Estados Unidos.

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Ella. En Veep, la actriz encarna a una vicepresidenta que tiene un equipo inepto y a la que desprecia el propio presidente. | HBO

Julia Louis-Dreyfus (1961) es realeza de la comedia contemporánea. Sin dudas. En ese tono, podría ser definida tranquilamente como “reina” de la misma. Primero, fue Elaine durante nueves años en Seinfeld, la gran sitcom matriz de la vida moderna pre redes sociales que cambió para siempre el género. Con eso sobra y basta, para cualquier vida. Entonces, aparece Veep, el show que se mete en los pasillos de la Casa Blanca y donde ella es Selina Meyer. Selina fue la presidenta de los Estados Unidos y ahora, en el estreno de la sexta temporada, que vuelve el 16 de abril a las 23.30 por HBO (y puede verse por HBO GO), debe abandonar a la fuerza y derrotada el Salón Oval para tener una vida fuera del Poder Ejecutivo. Hija de un millonario, Gérard Louis-Dreyfus (que falleció días antes de que ella ganara su cuarto Emmy por su papel en la pasada temporada de Veep) y de una educadora, su madre, Judith, Louis-Dreyfus, siempre se ríe y aclara, frente a la pregunta de si cree que necesitamos una visión Seinfeld del mundo permanentemente: “Seinfeld terminó, y eso, considerando el amor que le tengo al show y a ese rol, era lo que tenía que suceder”. Louis-Dreyfus es, de hecho, la primera persona que niega esa realeza: “Simplemente amo lo que hago y es mi trabajo. Nada más”.

—Hay mucha especulación debido a la presidencia de Donald Trump sobre cómo va a protestar un show como “Veep”. Al mismo tiempo, hay una demanda de humor político en el clima actual y una necesidad de sátira política. ¿Cuál es tu reacción al respecto?

—Creo que hasta un determinado punto, ya que hablamos de real sátira política apuntando directamente a lo que está pasando hoy, hay que entender que existen programas diarios en Estados Unidos como The Late Show with Stephen Colbert o The Daily Show with Trevor Noah que lidian con lo inmediato. Dicho eso, vale entender que alguna forma la reacción inmediata está cubierta y además son shows con alto impacto en generaciones jóvenes. Estoy contenta de que esté volviendo esa actitud, esa necesidad. Por el otro lado, hay algo que notamos: pedirnos que volvamos con Veep. Y creo que es la necesidad de reírse del sistema. Es un período ansioso, en ambos lados del panorama político en Estados Unidos.

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—¿La presencia de Trump hace más fácil o más difícil hacer comedia con políticos?

—A diferencia de otras temporadas, la salida del Salón Oval de mi personaje genera nuevas relaciones, y no es el mismo show. Realmente, el show ya estaba planeado, al menos esta temporada, antes del ascenso de Trump, y por eso ese motivo nunca fue parte de la discusión. Hubo sí una cosa que tuvimos que sacar, por el lenguaje, porque había una broma sobre pis. Y no queríamos prendernos en el rumor de Trump, alguien que, antes que monstruo, es una consecuencia, y la noticia sobre pis a su alrededor... No era una broma sobre Trump, no se hablaba de eso directamente, pero podía leerse como una broma sobre Trump. Y no queríamos eso. No queremos eso en el show.

—Estuviste en “Seinfeld”, ahora en “Veep”, hasta pasaste por por “Saturday Night Live”. ¿Cuál creés que es la importancia de la comedia en Estados Unidos?

—La comedia es siempre vital. Sin importar el período. Si no te podés reír, estás jodidito, como solía decir mi padre. Creo que es realmente vital en cualquier lugar del planeta y momento. Especialmente considerando el momento en que estamos viviendo en el mundo. La política te permite ver un lado monstruoso, pero la comedia te permite no domarlo, pero exponerlo, darle un sentido al menos para no reventar. Es la forma de entender cómo el mundo funciona. Es una gran arma contra Trump ya que tiene, como ha mostrado, un sentido del humor básico. Entonces, ahí es donde podés dañarlo. De ahí a que tenga resonancia es otra cosa. Pero sí lo siente, eso lo ha demostrado.

—La orden de Trump que prohíbe la entrada de musulmanes, que definiste como “antinorteamericana”, generó una reacción directa cuando diste tu discurso en los SAG Awards, parodiando su forma de hablar incluso. ¿Qué te llevó a reaccionar así, incluso citando la persecución nazi a tu padre inmigrante?

—No tenía tanto que ver con usar mi popularidad, honestamente, que fue algo que se dijo, sino simplemente con reaccionar de inmediato a algo que como ciudadana me indignó. Hubiera sido poco americano de mi parte no hacerlo. Fue muy personal para mí, no sólo como ciudadana sino que hablaba directamente sobre parte de mi historia, de mi familia. Pero no lo llamaría una tendencia. No soy candidata, pero si lo fuera sabrían y tendrían claro de qué lado estoy. Se necesitan muchas voces para hacer cambios. A veces puede parecer un bullicio, pero es cierto que el silencio es lo que te termina dando la derrota. Si sentís algo de forma intensa, como para ser activo (y esto lo digo haciendo referencia a ambos lados), entonces hay que hacerlo. Y ser activo implica involucrarte en la política, seguir a tus votados. Creo que siempre hay que hablar. La historia la cambiaron aquellos que comenzaron hablando y sentando una posición.

—¿Qué dirías que tienen en común tus personajes? Si es que tienen algo en común.

—Para mí lo importante es superar la comedia superficial. Y eso lo digo sin menospreciarla. Simplemente confío en que si interpretás un papel bien, hay mucho que no se ve y es profundo. No es necesario ni compartirlo, pero creo que debe estar ahí, al menos en vos. Y eso permite la comedia.

—¿Creés que en épocas como ésta la gente recurre más a los escapismos, o es al revés?

—Con suerte, nosotros mantenemos el tono justo para ir a la par de la realidad y los cambios de estos momentos difíciles. No somos ni republicanos ni demócratas a la hora de reírnos de la política, y la gente nos ve para reírse de Washington. De hecho, es muy divertido que cada uno de los bandos políticos pareciera apreciar el show. Lo divertido es que cada lado cree que se habla del otro. Con este panorama político, o cualquier otro, el show podría continuar fácilmente por 15 o 20 años más.  


El humor y la realidad

—¿Qué pasa en el actual panorama político, cuando hechos absurdos parecen alcanzar lo que la comedia puede proponer?

—Es muy fácil ir a lo obvio. Los tuits, por ejemplo. Pero hay algo de la perspectiva que sí es necesario, al menos en nuestra comedia. Y hablo de nuestro show. Nunca queremos referirnos a estas cosas directamente. Tuvimos un episodio sobre tuits la temporada pasada, y eso hoy probablemente no lo haríamos. Nos ha pasado de hacer bromas sobre nuestros personajes y su estupidez para después ver esas cosas suceder en el mundo real de la política. Si un escritor hubiera desarrollado determinadas personalidades en tales personajes, hace años hubiera sido acusado de hacerlos demasiado estúpidos. Hoy la vara es distinta.

—Muchos creen que Veep tendrá una reacción directa, ¿por qué creés que se necesita sí o sí eso, casi forzando la naturaleza de los shows?

—El show no ha parodiado eventos puntuales de la política norteamericana. Incluso, el posee una historia paralela: después de Ronald Reagan, los presidentes en la línea cronológica del show son ficticios. Es una elección.

—¿Eso no podría implicar alejarse mucho de la realidad?

—Al no ser mi personaje la presidenta ya, eso nos da algo de distancia. La distancia de no estar en la Casa Blanca ha sido una ventaja. No es una parodia. No es Saturday Night Live. Ellos ya lo hacen de forma brillante, no es necesario que los ayudemos. Para cuando nuestra broma se emita, si quisiéramos hacerla, ya queda vieja. Habrá que mirar más a Obama. Por ejemplo, ¿cómo es la vida de alguien que es ex presidente? Cuánto cobra por un contrato por un libro, cuánto cobra por una charla, la pelea por seguir siendo relevante. Hemos investigado mucho sobre presidentes que ya no lo son: hablamos con gente que trabaja con ellos, nos encontramos con Mitt Romney. La idea clave es postularse para presidente y no ganar. Gente que trabajó con la primera candidatura de Bush, y también la segunda. 


*Desde Austin.