ESPECTACULOS
Diego Reinhold

“Soy Krusty el payaso”

El actor y humorista estrenó su unipersonal con dirección de Daniel Casablanca. Niega que haya competencia con Martín Bossi y se reconoce melancólico en su vida privada.

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El actor y humorista estrenó su unipersonal con dirección de Daniel Casablanca. Niega que haya competencia con Martín Bossi y se reconoce melancólico en su vida privada. | Pablo Cuarterolo

Diego Reinhold está al frente de su unipersonal, Diego Reinhold Comedy Show, con dirección de Daniel Casablanca, que va los viernes a las 0.15 hs, en Paseo La Plaza. Al mismo tiempo, prepara No a la guita, una obra de Flavia Coste, que, con dirección de Lía Jelín, se estrenará en el Multiteatro, el 14 de agosto, en un elenco que se completa con Felipe Colombo y Paola Kohan. Al mismo tiempo, es miembro de la comisión directiva de la fundación Conceptos sencillos, a cargo del hogar para niños Mariposa: “Siento que el trabajo que estamos haciendo es un importantísimo porque les estamos brindando paz a esas almas que llegan en estado de shock”. Así, entre el humor y el compromiso social, entre el narcisismo que se necesita para subirse solo al escenario y la desinteresada entrega a los otros, va y viene este actor, que afirma: “Yo no señalo para afuera. A la Argentina, le falta mirarse para adentro y reconocer sus polaridades”.

–¿Cómo surge este espectáculo, es la acumulación de toda una vida?

–No es que en un momento decidí ser comediante; las cosas me fueron empujando. Tuve que salir a batallar solo, con el público, en tantos espectáculos de stand up, de revistas, de eventos privados… Eso me llevó a armarme de rutinas cómicas, musicales, monólogos, de coreografías. Y siempre me interesó el tema de la cultura digital y las proyecciones…  Dije: “Quiero volver a hacer todo eso, y resultó un espectáculo”.

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–¿Comediante, actor, standappero: qué denominación te resulta más cómoda?

–Siempre digo que soy artista, y que me dedico a hacer lo que me gusta. Lo mío es inventar mundos en el escenario. En el mundo, cada vez más aparecen las formas de definir, así como se definen las tribus o se definen los tipos de autos, también se definen los tipos de performances en el escenario. Hoy le decimos stand up, porque ya entendemos rápidamente a qué nos estamos refiriendo. Antes, [Enrique] Pinti hacía lo que hacía y nadie decía que era standappero, pero no era.

–¿De quiénes has aprendido o admirado?, ¿quiénes han sido tus referentes?

–Desde Vilches a Midón. Jerry Lewis, Fred Astaire, Gene Kelly, Liza Minelli. Marrone, Pepe Arias, Cantinflas. Todos esos que utilizaban el humor desde lo corporal y desde lo musical, todos ellos me han inspirado.

–Tu unipersonal está en la vereda de enfrente, literalmente hablando, del otro gran unipersonal de la cartelera porteña, que es el de Martín Bossi. ¿Sentís la competencia?

–No, somos muchos los que hacemos esas cosas. Nunca pensé en Martín Bossi como una competencia en absoluto. De hecho, jamás hice una imitación. No tengo idea de cómo se hace una imitación. Somos muy distintos. Y artistas que están solos en un escenario haciendo humor hay muchísimos

–¿Cómo sos en tu vida personal, en comparación con la profesional? ¿Te reconocés en el cliché del payaso?

–Sí, sí. Soy Krusty. Tengo melancolía, tristeza, sensación de fatalismo: nada que ver con lo que pasa arriba del escenario. También soy una persona soñadora: no miro el mundo solo desde arriba del escenario.

Humor al margen

–¿Cómo aparece la política, especialmente en este año de elecciones, en tu show?

–Me mantengo al margen en el escenario, porque la intención es hacer reír, aunque siempre se termina supurando por algún lado el aspecto ideológico. Religión y política son lo mismo: son estructuras que diseñan la sociedad, a través de aspectos de religamiento. Religión viene de religar, y religar tiene que ver con unir: unir el presente con el futuro, con el pasado, unir la cosa, completar. Eso para mí es la religión y eso es la política. Lo único que funciona siempre es el mito. No hay sociedad sin mito.

–¿Cuál o cuáles son los mitos de la Argentina?

–El comunismo argentino: me parece fascinante y trágico. Más que “de izquierda”, me gusta decirle comunismo porque le tienen tanto miedo a la palabra… En Argentina hay mucha gente apasionada por la discusión política, el debate, la lucha, la militancia, la juventud. Hay fe, hay mito, hay un permiso de poder pensar una utopía, y eso hace que los factores de poder resurjan violentamente. Esto lo convierte en una tragedia; sin embargo, también está latente la posibilidad de una gran transformación. Los demás países están como destinados por no tener esa puja. En nosotros, hay un germen anarquista, comunista que se convirtió en peronismo y otras cosas. [Mientras, se producen] los estertores de un monstruo individualista y codicioso, que está dando sus arañazos, que está queriendo golpear en la desesperación por ver que la sociedad no se transforma como a ellos les gustaría. El monstruo lo tenemos adentro. Yo también soy [Patricia] Bullrich. “Somos corruptos”, en vez de “Son corruptos”.