El año pasado se presentó la Temporada Fluorescente, con la curaduría del grupo Piel de Lava. Una de las propuestas más interesantes fue En este loco mundo. En esta noche brillante de Silvia Gómez (Brasil) con dirección de Nayla Pose. Se la puede ver en Dumont 4040, los domingos a las 20 en el mes de mayo. Lo hará con el mismo equipo: la traducción de Carolina Virgüez, las actuaciones de Daniela Flombaum y Carolina Saade, más la música original de Sebastián Schachtel, interpretada en vivo por Mateo Monk. Sin olvidar la dirección de arte de Paola Delgado y la iluminación de Ricardo Sica.
—¿Qué te interesó del texto de la brasileña Silvia Gómez?
—Encontré mucha filiación con el material, incluso en las primeras páginas. Empezamos vía Zoom y tuvimos empatía ética e ideológica. Una de las primeras sensaciones que me impactó fue la no “re victimización” de la víctima y cómo trata el tema de la violación.
—¿Cobró más vigencia a partir de la Guerra en Ucrania?
—El texto fue escrito a partir de un femicidio en el 2015, en Brasil: tres adolescentes y un mayor, todos varones, violaron a cuatro chicas, tirándolas luego por un peñasco. Una de ellas muere y las sobrevivientes contaron la historia. Ya está estrenada en México y también traducida en varios idiomas. Me quedó claro que la belleza debía estar fundada en el horror. Es como si la violación fuera un síntoma de una sociedad enferma, de un mundo desvastado, empobrecido, por eso se puede asociar a las guerras. Parecería que los dioses hubieran desaparecido y ahí están estas dos mujeres liberadas a su propia suerte.
—¿Es feminista?
—Si, definitivamente. Para mí el feminismo no es una propuesta de plataforma política sino que debe estar todo el tiempo en una dinámica de movimiento, repensándose, cuestionándose y rearmándose, como discurso contemporáneo y vivo. La obra se cuestiona a sí misma y se pregunta cómo hablar del tema, todo el tiempo. Nos propone una fuga por los cielos. Pone en el tablero las prácticas feministas, la reciprocidad, la solidaridad, el escuchar y hacer algo por otra persona. Creo que las mujeres tenemos una gran capacidad de resiliencia.
—Interpretaste durante ocho años Open House de Daniel Veronese: ¿fue quien más te influyó como director?
—Sigo en contacto con Daniel, para mí fue fundante de mí latir artístico. En ese espectáculo nació mi relación con la música, él lo estimuló muchísimo. Me enseñó que no hay que creerse más inteligente que el público. En este espectáculo aparece también el agujero de la verdad. Los efectos los hacemos en vivo, como la música, todo lo hacemos a la vista del espectador. Creo que todo se funda en revelar el artificio. Mostramos la mentira para que se crea otra capa de verdad. Busco entablar una relación honesta con el espectador.
—Estás al frente del teatro El Brío (Álvarez Thomas 1582) desde el 2008: ¿cómo se hace?
—Vivo de la docencia, me mantiene en un diálogo con la reflexión permanente. Hace 20 años que la practico y 15 que la ejerzo en El Brío (le pusimos ese nombre, por la pujanza y es un término muy de García Lorca). Mi permanencia económica se la debo a las clases. Estamos en la danza entre la lógica del dinero y el arte. Debemos buscar el equilibrio entre el capital y lo artístico. Hay que confiar en el presente. Nos vamos a tener que mudar porque el espacio lo venden para construir un proyecto inmobiliario. La inflación nos complica mucho, porque no podemos subir las entradas en la misma proporción.