Montevideo fue declarada en el año 2015 “ciudad cervantina”, distinción que comparte con Alcalá de Henares (España), Guanajuato (México), y Azul (provincia de Buenos Aires). ¿Cuál fue el motivo de esta designación? Ser la depositaria de una colección de libros de Cervantes, especialmente de ediciones de su obra mayor Don Quijote de la Mancha, más importante fuera de España.
Este relevante patrimonio cultural de más de 2.800 volúmenes fue formado por la pasión por los libros que animó la vida del uruguayo Arturo Xalambrí, nacido en Montevideo en 1875 y que se dedicó durante su prolongada vida a armar esta biblioteca singular, compuesta de ediciones del más variado tipo y que hoy puede admirarse en la Universidad de Montevideo.
A partir del año 2016, se realiza cada dos años el Festival Cervantino de Montevideo, durante los meses de octubre y noviembre, oportunidad para que las diversas artes, la actividad académica y la participación ciudadana confluyan para rendir homenaje a uno de los escritores mayores de la literatura universal y emblema de nuestra lengua.
En esta segunda edición que se inició a finales de septiembre, con la presentación del bailarín y coreógrafo español Daniel Abreu y el estreno por la Comedia Nacional uruguaya del Tartufo, de Molière, en versión y dirección de la española Natalia Menéndez, se producirá un hecho particular en el panorama escénico contemporáneo: el Ballet Nacional del Sodre estrenará el próximo 25 de octubre una obra especialmente creada para evocar al gran personaje de Cervantes y a quien fue, sin proponérselo, quien le dio a Montevideo la posibilidad de ser ciudad cervantina. Se trata de El Quijote del Plata, creación que reúne a talentos provenientes de diferentes países y disciplinas.
Por decisión del actual director de la compañía, el bailarín y coreógrafo Igor Yebra, artista nacido en Bilbao y de reconocida carrera internacional, que lo llevó de España a Australia, de Francia a Rusia, en colaboración con el Instituto Nacional de Artes Escénicas de Uruguay y dentro del marco del mencionado festival cervantino, se encomendó la creación de esta pieza que cuenta con la dramaturgia de Santiago Sanguinetti, joven y destacado actor, escritor y director escénico uruguayo, cuyo trabajo es bien conocido en Buenos Aires porque participó en festivales y sus textos fueron representados por compañías porteñas, como en otras ciudades de América y Europa (su última obra, Bacunin, fue encomendada y estrenada en Múnich, Alemania) y sus textos publicados y traducidos a otras lenguas, quien hizo las primeras investigaciones sobre el coleccionista Arturo Xalambrí y esbozó el libreto.
Para la coreografía, fue convocada la célebre creadora española Blanca Li, hoy radicada en París, una de las figuras más destacadas en Europa y América, que se caracteriza por la diversidad de lenguajes que utiliza en sus piezas, tanto coreográficas como audiovisuales. Ambos definieron la dramaturgia final de la obra, que se conocerá la semana próxima en estreno internacional. Ella también seleccionó las partituras de célebres compositores que se inspiraron en El Quijote o en España para sus creaciones. Por eso el universo sonoro de la obra va desde músicos tan disímiles como Teleman, Ravel hasta Rimsky-Korsakov.
La escenografía y vestuario fue diseñado por Hugo Millán, artista uruguayo, de destacada trayectoria, cuya última distinción internacional la recibió en el 2017 en los 20th Hong Kong Dance Awards, por su escenografía del ballet El corsario. El diseño de luces está a cargo de Sebastián Marrero, egresado de la EMAD montevideana (escuela fundada por Margarita Xirgu), con destacados trabajos tanto en el Auditorio Nacional del Sodre como en el Teatro Solís. Fue elegido por Sergio Renán para la iluminación de su última puesta de ópera, L’ Elesir D’Amore, estrenada nada menos que en el Teatro Colón de Buenos Aires y luego en el Solís de Montevideo. Toda la producción es realizada en los talleres del Auditorio Nacional del Sodre, un centro de producción artística en todos los rubros.
Esta creación se hace para la gran compañía de danza de Uruguay, el Ballet Nacional del Sodre, que con una trayectoria de más de ochenta años, a partir del 2010 con la convocatoria a Julio Bocca para que asumiera su dire-cción, ha alcanzado niveles de excelencia y una adhesión de público que resulta un fenómeno único en el siglo XXI de creación de grandes audiencias para las artes.
La Orquesta Sinfónica del Sodre –que recientemente tuvo gran repercusión en el concierto realizado en el Centro Cultural Kirchner– tomará la gran responsabilidad de ejecutar tan variadas partituras, bajo la batuta de su director artístico, Diego Naser.
Con esta decisión se crea una nueva obra para el repertorio de la danza internacional, que tiene la particularidad de unir al gran personaje de la literatura universal, con el apasionado coleccionista uruguayo que legó a su ciudad y su país un tesoro único.
Uruguay fue multicultural cuando el mundo no lo era. Esta obra vuelve a demostrarlo, tanto en la unión de los personajes históricos como en la conjunción de artistas de diversas procedencias que se reúnen a crear y a dar nacimiento a un Quijote en las orillas de este río, con vocación de expandirse en todo el mundo.
*Abogado y gestor cultural.