En 2006, en mi calidad de joven pasante del gabinete de Guillermo Nielsen, entonces Secretario de Finanzas de la Nación, escribí una columna –a pedido del equipo económico (Lavagna y Nielsen)- titulada "Cantar la Palinodia“. La misma no se publicó por presiones (razonables o no) de una parte del equipo económico (prensa), que no quería (pese a las fuertes críticas del Presidente Kirchner) “incomodar tanto” a los organismos internacionales de crédito y a algunos bancos que habían desarrollado en medio de la crisis operaciones especulativas muy poco transparentes (para garantizar cuya impunidad el FMI le había pedido al gobierno de Duhalde que derogara rápidamente la ley de subversión económica, una vieja ley del Proceso que el FMI jamás había cuestionado, pero que le preocupó mucho sugestivamente y repentinamente en medio de la crisis, porque algunos jueces amenazaban con usarla para evaluar la criminalidad financiera, todavía impune; Pichetto apoyó aquella derogación -a la que Kirchner, como gobernador, se opuso- alegando que entonces "llegarían fondos frescos" del FMI, que jamás llegaron).
La nota Cantar la Palinodia buscaba cuestionar a Julio Ramos, que había llamado “idiota útil” a Lavagna, para quien trabajábamos. Lavagna me pidió, por intermedio de Nielsen, entonces secretario, que averiguara en la biblioteca del Ministerio de Economía a quien pertenecia originariamente aquella expresión (idiotas útiles) que equivocadamente Ramos, en su alusión a Lavagna, le atribuia a Manrique.
La crisis de 2001, en tiempo real
La frase no era de Francisco Manrique, como Lavagna intuyó; fue usada originariamente por Lenin. En un momento en que distintos sectores conservadores y mediáticos acusaban al gobierno de Kirchner de “izquierdista”, no le pareció oportuno al equipo económico que su ministro estrella –Lavagna- apareciera citando, en medio de una crisis financiera y social sin precedentes, a uno de los ideólogos de la revolución rusa.
Aun así Lavagna –que discutía con sectores que pedían volver al endeudamiento financiero externo, como Manuel Solanet y Carlos Melconian- quiso responder con una columna, argumentando sobre los descalabros de la pasada década (los 90), y sobre la absoluta falta de asunción de responsabilidades por parte de sus actores centrales y gestores decisivos, como el Fondo Monetario Internacional, uno de los actores responsables de la gravísima crisis del 2001 (también entonces se empleó el mega-canje de De la Rúa para financiar la fuga de divisas, como me enseñó Nielsen).
Después de la crisis económica, social e institucional del 2001, el FMI creó la OEI (Oficina de Evaluación Independiente), que jamás arrojó ningún resultado preciso ni concluyente sobre su rol determinante en la crisis del país (calificado por el organismo poco tiempo atrás como) “estrella”. Lavagna quería analizar la “herencia“ trascendiendo los hechos de corrupción, analizando el núcleo duro (la ingenieria financiera subyacente) de un programa económico financiero funesto, que había fracasado y arrojado a miles de argentinos a la indigencia, al hambre, a revolver la basura y a la confiscación de los depósitos. Hoy parece ser un deja vu. Se repite la misma historia. Hoy también parece importante volver a "cantar la palinodia".
Los actores centrales de un programa financiero ruinoso deben hacerse cargo.
Los medios fueron parte de una estrategia comunicacional que blindó mediáticamente aquella politica económica caótica (de pretendida "liberalización“ económica, convertibilidad, endeudamiento externo, privatizaciones, flexibilización laboral, desindustrialización) que solo produjo atraso, desempleo y pobreza, mientras los medios y el menenismo aseguraban que estábamos, aplicando las mismas, volviendo a estar en el “mundo”. Hoy ese lenguaje (“estar en el mundo”, ser “racionales” en el “consumo”, dejar de lado la “grasa sobrante”, cumplir con la deuda, etc). está volviendo y es importante tener en cuenta lo que subyace –se esconde, no se dice- detrás del mismo discurso. Más pobreza. Más atraso. Más desigualdad. Menos oportunidades. Menos derechos. Ningún desarrollo. A Lavagna y a Nielsen les importaba (en aquellas negociaciones) y les importa hoy el desarrollo.
En ese entonces tuvimos una discusión con el vocero de Lavagna, Armando Torres, que entendía que el título de la columna ("Cantar la palinodia“) era inadecuado y muy pretencioso culturalmente ("nadie lo va a entender"). Si bien el vocero de Lavagna podía tener razón (es importante que los funcionarios públicos sean claros, que usen un lenguaje accesible, comprensible, llano, franco, y directo), el sentido de la columna no podía confundirse y puede retomarse hoy, que volvemos a caer en una reestructuración de deuda pública: en una democracia es importante la autocrítica y también la asunción de responsabilidades penales, económicas y políticas directas. El pueblo debe y quiere saber. Los funcionarios no pueden negarle a la sociedad argentina el sentido último de sus políticas financieras ruinosas (el crimen de la deuda externa, como escribió Atilio Alterini), como sucede en la actualidad, que disimula con promesas vagas un programa que no produjo ningún resultado positivo: atraso, hambre, fuga de divisas. Un programa económico fracasado, de miseria planificada para millones de argentinos y sus hijos, debe tener responsables políticos y eventualmente penales.
La BBC refleja la preocupación de los argentinos de volver al 2001
Se han abierto decenas de causas judiciales por supuestos negocios incompatibles con la gestión públicao, por causas como el dólar futuro. La gravedad de este fracaso macroeconómico demanda de la Justicia una lectura inteligente. Arrojar a millones de argentinos a la pobreza es un crimen que no puede (volver a) quedar en la impunidad.