El 27 de octubre de 2018 se cumplió el aniversario de la proclamación de la República Catalana en el Parlament de Catalunya. Se podrían decir tantas cosa que excederían a una simple nota en un diario, pero lo que no puedo dejar de decir la perplejidad y desazón que me produce escribir algo, teniendo en cuenta lo sucedido y en el momento que está Catalunya.
Propongo poder pensar los hechos como un “continuum” como se entiende el año litúrgico católico, hay hechos que nos hablan de otros hechos y nos hacen entender el porqué del kerigma, de la muerte y resurrección de Jesús.
Además, es imposible extrapolar el proceso catalán de: la globalización, que se devora a las identidades particulares y minoritarias; de la Unión Europea, que termina siendo un club de países que responde a necesidades de los estados y no de los ciudadanos; de las corporaciones económicas (bancos-multinacionales) que llevaron a una crisis económica y que la pagan los ciudadanos, los políticos profesionales que juegan con mantener sus status negociando con las corporaciones y jugando a dormir los planteos sociales, y por último, los medios de comunicación que informan según el poder de turno. No pensar todo esto es no entender como en el 2002 el independentismo era minoritario y hoy en día sigue siendo Gobierno.
Con el criterio de continuum podemos reflexionar que cierta dirigencia independentista fue absolutamente Naif, que esperaba una mediación internacional, ya que, Europa cree en la democracia, en las libertades y que iba a cuidar a sus ciudadanos. El 1/10 cuando la gente iba a votar y era golpeada, solo de la Unión Europa hubo silencio, eso fue el baño de realidad, de la verdadera soledad en que estaba el procés català a nivel de apoyo internacional. Cuando uno parte de un criterio Naif, con facilidad tiende a pensar que de afuera vendrán a ayudarlo y no asume que en la vida uno está solo. El gravísimo error fue, como en otros procesos democráticos, que los políticos no se apoyan en la gente, sino que buscaron el apoyo en el establishment político.
El no haber defendido el 27 de octubre del 2017, permitió la absoluta abusiva arbitrariedad del Estado Central de Madrid, de una aplicación del art. 155 con una ejecución que excede las leyes y con un abuso en lo legal que sólo está al servicio de sostener la unidad del Reino de España.
Claramente fue un golpe duro a Madrid ver cómo el verdadero empoderamiento de la gente pudo hacer un referéndum, que a pensar de las porras, la gente fue a votar a defender las urnas y a gritar… som gent de pau.
Pero hoy el independentismo corre el riesgo del agotamiento, de no animarse a buscar nuevos líderes y de seguir soñando que estamos en los años anteriores al referéndum. El baño de la dolorosa y triste realidad obliga a nuevos planteos, con nuevas rutas, sabiendo que solo el pueblo catalán estará apoyando. Lo que necesita el pueblo catalán son líderes serios que sean claros en los conceptos y las acciones. Que al afirmar “som gent de pau” (somos gente de paz) se está proponiendo un camino largo, tedioso y con incertidumbres; ese es el precio de sostener un proceso en Paz, en donde claramente se está de acuerdo.
Por el otro lado, al gobierno Rajoy no le fue gratis. Hoy Rajoy y su vice Soraya, son muertos políticos. El rey quedó en evidencia que no es el estratega e intelectual que se decía, es el claro representante del establishment con quien su padre hizo y hace negocios. Aunque el gobierno Sánchez proponga diálogo, no tiene la capacidad de poder resolver el problema catalán. No hay que olvidarse que el 21 de diciembre del 2017 con una Catalunya intervenida y con líderes en prisión se pudo armar otro gobierno Independentista, aunque Ciudadanos fue la primera minoría, todo el grupo unionista que sostuvo la represión (Cs, PSC, PP) no logran convencer y formar gobierno.
No le será fácil gobernar al PSOE en minoría, y la propuesta cosmética de sacar a Franco del Valle de los Caídos le puede costar mucho. Claramente los Pactos de la Moncloa están rechinando como muebles viejos que necesitan cambios. Y se topa con la rancia Derecha que lo único que pregona es “repremir” “nuevo 155” y “encarcelar” como solución a los problemas políticos.
Por último, un proceso social como el catalán que lleva ocho años de constante presencia en las calles, con una fuerza social que excede a los partidos políticos corre el riesgo del agotamiento, de poder descarrilar o caer en la provocación del Estado. No fue casualidad que dejaran el 21 de septiembre 2017 autos de la policía con las puertas abiertas y con armas en medio de una manifestación popular que defendía la conselleria de economía. Al estado le queda provocar y que haya respuesta violenta en las calles, así lo puede equiparar a la violencia de ETA e intervenir. Llegar a esto sería una gran desastre, porque la posible independencia de Catalunya habla de posible cambio a el accionar global, no solo discutimos de la independencia, sino del empoderamiento ciudadano y que una sociedad busque modos más justos - sociales en la economía, en la defensa de su lengua, y mostrar una cultura abierta a las necesidades del mundo, como acoger refugiados.
*Presidente Mutual Catalana.