El aprendizaje en el siglo XXI resulta inconcebible sin la tecnología. En la Edad Media, una persona medianamente instruida recibía a lo largo de su vida toda la información que hoy tiene en un solo ejemplar del diario New York Times. Nuevos métodos, dispositivos y aplicaciones perfilan un modelo de adquisición de conocimientos para el nuevo mundo que se viene. Los cambios tecnológicos están llamados a cambiar la educación y el conocimiento.
Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) están atravesando nuestra vida, cambiando nuestra visión del mundo y modificando los patrones de acceso al conocimiento y de interacción interpersonal. Hoy en día, en vez de enciclopedias, usamos Google, los libros en formato papel de a poco empiezan a ser reemplazados por los e-books o libros electrónicos, cada día que pasa observamos cómo la tecnología cambia la forma en que interactuamos con las cosas que nos rodean. Hoy nadie piensa en enviar un SMS sino un whatsapp.
Incorporar nuevas tecnologías y formas de enseñar permitiría potenciar el sistema actual de aprendizaje, haciéndolo, entre otras cosas, más inclusivo. El uso de tecnologías en la educación debería ser intuitivo y sencillo, fácil de percibir, flexible a cada individuo, de uso universal y accesible para todos, permitiendo así una mayor inclusión social e igualdad de oportunidades para todos los chicos. El mundo globalizado en el que vivimos impone la aplicación de tecnologías. Como sociedad, debemos aprovechar la tecnología para complementar, enriquecer y transformar la educación del país. Hoy el Big Data y la inteligencia artificial son temas que no dejan de sorprendernos con su alcance en nuestra vida cotidiana. Básicamente, todo lo que nos rodea es susceptible del estudio de estas áreas, desde celulares inteligentes hasta robots que atienden restaurantes, como sucede en Japón, por ejemplo. Se estima que para 2045 existirán computadoras que tendrán más conexiones y circuitos que las conexiones neuronales que tiene una persona, entonces cabe preguntarse: ¿cómo, cuánto y en qué momento incorporar todo ese avance tecnológico en la educación de nuestros niños?
La educación juega un rol fundamental y primario en la forma en que afrontaremos todos los cambios en la sociedad del conocimiento en que nos encontramos. Las transformaciones que traen consigo los avances tecnológicos en la educación se empiezan a observar cada vez de forma más brusca en varios países desarrollados. Nos encontramos con que diversos países, como por ejemplo EE.UU. y Gran Bretaña, tienen escuelas donde se les enseñan a los niños las habilidades del futuro. En Gran Bretaña, los niños desde los 5 hasta los 16 años de edad, de forma obligatoria, aprenden a programar y estudian el comportamiento de las máquinas.
En EE.UU. observamos otro ejemplo muy significativo: la escuela pública DesingTech, ubicada en Silicon Valley, donde no existen los libros de papel. Ahí los estudiantes desarrollan sus habilidades de innovación con sofisticada tecnología y acceso a la educación. Tal como aprenden a innovar, pueden acceder a diversas clases de inteligencia artificial, internet de las cosas, computación física, emprendimiento, ingeniería y desarrollo de software, entre otras. Estos estudios fomentan las habilidades necesarias para una nueva era, porque se enfrentan en la escuela a varios desafíos que se resuelven desde la perspectiva de los usuarios.
¿Cuáles son los verdaderos beneficios de la tecnología en la educación? La tecnología se está integrando en procesos que van desde la planificación y evaluación académica hasta el seguimiento del estudiante, y aportan una serie de beneficios que ayudan a mejorar la eficiencia y la productividad. La aplicación de tecnología resulta extremadamente beneficiosa, aumenta la colaboración de los niños con sus demás compañeros así como también de los niños con los profesores, ya que los chicos se sienten más identificados con la tecnología; optimiza el tiempo; resulta mucho más flexible y permite una mejora continua en comparación con los métodos antiguos de enseñanza; es fácilmente adaptable a niños con necesidades especiales y a todos, enalteciendo el valor de justicia social de la educación.
El mundo está ante un reto enorme y fascinante. La tecnología puede hacer que las futuras generaciones de estudiantes aprendan mejor, que sean más humanas y que creen una futura sociedad global más justa y próspera. Como explicaba Aristóteles, “el futuro de las sociedades depende de la educación de los jóvenes”.
*Abogado especialista en educación y autor de El poder de la educación.