INTERNACIONAL
escenario de terror

Acusaciones cruzadas sobre la amenaza del uso de armas químicas

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Fiebre hemorrágica argentina: detectaron un aumento de casos en lo que va del 2022. | shutterstock

Los países occidentales están preocupados por la posibilidad de que Rusia use armas químicas en Ucrania, lo que reaviva el espectro de las atrocidades cometidas por el régimen de Damasco, un aliado incondicional de Moscú, en Siria.

Rusia “pagará un alto precio si usa armas químicas” en Ucrania, advirtió ayer el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, durante un discurso en la Casa Blanca.

Desde el miércoles, tanto Estados Unidos como el Reino Unido aseguran que Rusia podría usar armas químicas en Ucrania, mientras que Moscú acusó a Kiev y a Washington de gestionar laboratorios destinados a producir armas biológicas.

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Para el portavoz de la secretaría de Estado, Ned Price, “el Kremlin difunde intencionalmente mentiras según las cuales Estados Unidos y Ucrania están llevando a cabo actividades relacionadas con armas químicas y biológicas en Ucrania”.

En 2018, Rusia ya había acusado a Estados Unidos de llevar a cabo de manera secreta experiencias biológicas en un laboratorio en Georgia, otra ex república soviética que, como Ucrania, quiere unirse a la OTAN y la Unión Europea. 

Ucrania dispone de “instalaciones de investigación biológica”, confirmó la número tres de la diplomacia estadounidense, Victoria Nuland, subrayando que Estados Unidos estaba “ahora bastante preocupado por la posibilidad de que las fuerzas rusas tomaran el control” de estos lugares.

Los rusos “empiezan por decir que hay armas químicas almacenados por sus opositores o por los estadounidenses. Entonces, cuando ellos mismos despliegan armas químicas, como creo que harán, tienen una historia falsa preparada”, dijo por su parte el primer ministro británico Boris Johnson.

Rusia es uno de los 198 países que firmaron la Convención sobre la prohibición de armas químicas, que entró en vigor en 1997, y ha oficialmente completado la destrucción del 100% de sus 40 mil toneladas de armas químicas. 

“Aterrorizar a la población”. Pero en los últimos años, los occidentales culparon a Moscú de dos casos de envenenamiento con el agente nervioso Novitchok, dirigidos contra el oponente encarcelado Alexéi Navalny en 2020 y el ex espía ruso Serguéi Skripal en Inglaterra en 2018.

Por otro lado, Rusia siempre ha negado el uso repetido de armas químicas por el régimen sirio contra la población civil. Estos crímenes quedaron en gran medida impunes. En 2013, el presidente estadounidense Barack Obama (2009-2017), quien los había convertido en una “línea roja”, renunció a ataques punitivos en Siria. 

La hipótesis de un posible uso de armas químicas en Ucrania también preocupa a Francia, en un momento en que los éxitos del ejército ruso son más bien escasos. 

La ofensiva rusa lanzada el 24 de febrero “debía mostrar la fuerza de Rusia, se produce lo contrario. Esto hace que [el presidente ruso] Vladimir Putin sea aún más impredecible”, advirtió el jefe del Estado Mayor francés, Thierry Burkhard, en una carta enviada a sus oficiales generales. 

“Vladimir Putin no entró en esa guerra para perderla. En caso de que se estanque o de que sea humillado, el uso de armas sucias o de armas nucleares tácticas es parte de las posibilidades”, afirmó otra fuente de la presidencia francesa. 

Por su parte, Mathieu Boulègue, especialista en Rusia del think tank británico Chatham House, considera que “Rusia falló su entrada en la guerra. Hay que salvar las apariencias del Kremlin”, y “el químico es un vector que muy bien podría usar. No es improbable”.

En Ucrania, las armas químicas serían usadas “para aterrorizar a la población civil y forzarla a huir. Pero no es un arma que cambiaría el rumbo de la guerra. Un arma nuclear táctica que destruyera una ciudad ucraniana, sí”, advierte Boulègue.

Olivier Lepick, investigador asociado para la Fundación para la Investigación Estratégica, especializado en armas químicas, se muestra más prudente. “Daríamos un paso más en el terror y por tanto, en la desaprobación de la opinión pública internacional, que correría el riesgo de reforzar el régimen de sanciones que ya es extremadamente severo”, opina.