Dos nuevas megaobras chinas de infraestructura refuerzan su liderazgo global tanto en transporte ferroviario como vial. En las últimas horas, con una expansión el país asiático superó los 50.000 kilómetros de trenes de alta velocidad, la más extensa del mundo y, en paralelo, se habilitó el túnel de autopista más extenso del planeta, una obra clave para la integración territorial de Xinjiang.
El nuevo récord ferroviario se alcanzó tras la puesta en servicio de una línea estratégica que une Yan’an con Xi’an, capital de la provincia de Shaanxi. El trayecto es cubierto por los trenes de alta velocidad Fuxing, capaces de circular a velocidades de hasta 350 kilómetros por hora, lo que permitió acortar el viaje a aproximadamente una hora, informó la Agencia NA.
Con esta incorporación, la red china de alta velocidad supera en extensión a la suma de todos los sistemas similares existentes en el resto del mundo.
La expansión sostenida del sistema ferroviario se consolidó durante el actual Plan Quinquenal (2021-2025), período en el que se añadieron cerca de 12.000 kilómetros de nuevas vías.
El resultado es una cobertura casi total de los principales centros urbanos: el 97% de las ciudades con más de medio millón de habitantes ya dispone de acceso a trenes de alta velocidad.
Desde la inauguración del primer enlace interurbano entre Beijing y Tianjin, en 2008, el país mantuvo un ritmo de crecimiento que redefinió la conectividad interna y la logística regional.
El túnel más largo del mundo
Por otra parte, el gigante asiático celebró otro avance emblemático con la apertura al tránsito del túnel Tianshan Shengli, que con 22,13 kilómetros de longitud se convirtió en el más largo del mundo.
La obra atraviesa la cordillera de Tianshan y conecta de forma directa el norte y el sur de la región de Xinjiang, reduciendo a unos 20 minutos un recorrido que antes implicaba varias horas de conducción compleja en alta montaña
El túnel integra la autopista G0711 Urumqi-Yuli, un corredor de 324 kilómetros cuya construcción demandó cinco años de trabajo y una inversión superior a los 6.600 millones de dólares.
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El proyecto debió sortear condiciones extremas, como grandes profundidades, múltiples fallas geológicas, temperaturas muy bajas y una elevada actividad sísmica.
Gracias a esta infraestructura, el viaje entre Urumqi y Korla se acortó de siete a tres horas, con un impacto directo en la circulación de personas y mercancías.
Con estas dos obras, China no solo refuerza su posición como potencia en ingeniería e infraestructura, sino que también profundiza la integración económica y social de regiones clave, y proyecta su capacidad tecnológica como referencia a escala global.
NG/HB