El martes pasado, el presidente estadounidense, Joe Biden, dio su primer Estado de la Unión delante de un congreso dividido. Mencionó temas claves, como la violencia policial, la legislatura de Roe V. Wade, que anteriormente protegía el derecho al aborto, y el mejoramiento de la economía americana. Felicitó a su administración por varios logros: la reducción el costo de drogas como la insulina, el incremento de impuestos para la clase alta y el avance en la producción de energía limpia. Una narrativa clave en su discurso fue la unidad entre los demócratas del Senado y republicanos de la Cámara de Representantes; varias veces durante su exposición, Biden mencionó que la legislatura necesitaba apoyo bipartidista, y se dirigió a ambas partes cuando dijo: “Vamos a terminar el trabajo” (“finish the work”). Según expertos, fue un buen discurso, pero el deseo de encontrar terreno común en diversas áreas legislativas será un reto complicado.
“Yo creo que él tomó una decisión muy estratégica al priorizar cuestiones económicas del día a día, que normalmente se discuten en la mesa”, opinó E.J. Fagan, profesor del departamento de Ciencia Política en la Universidad de Illinois, en Chicago. Fagan señala que Biden dedicó la mayor parte de su disertación a temas de macroeconomía y salud, mencionando en repetidas ocasiones la Ley Bipartidista de Infraestructura y la reducción de la inflación.
Laurel Harbridge-Yong, profesora de departamento de Ciencia Política en la Universidad de Northwestern, explica que Biden llevó a cabo una estrategia con dos metas principales para su exposición: primero detalló sus metas y después mencionó temas legislativos donde posiblemente podría esperar acción y bipartidismo. Dos asuntos de su listado rasonaron con Harbridge-Yong como temas de terreno común entre los partidos: la protección del Seguro Social, y el programa Medicare, además de la reforma policial.
Según Fagan, Biden se está preparando para una lucha con los republicanos sobre el tope de endeudamiento. El ejecutivo utilizó la oportunidad para establecer los términos de la lucha frente al Congreso completo y el país. Ambos analistas consideran que este movimiento fue muy preciso, sobre todo al nombrar, en medio de su discurso, que ciertos republicanos pretendían eliminar el Seguro Social y el Medicare. Al escuchar esto, los atacados le gritaron a Biden, y lo acusaron de mentir. El presidente contestó a los gritos; ahora ambos partidos están en acuerdo con que ninguno de los dos seguros sociales se pueden tocar para equilibrar el presupuesto.
Según Harbridge-Yong, cuando Biden habló sobre la reforma policial, utilizó un lenguaje mucho más moderado. Él explicó que la mayoría de los policías son personas trabajadoras que se arriesgan todos los días, pero que necesitan estar sujetos a estándares de comportamiento más severos. También reconoció al padrastro y la madre de Tyre Nichols que estuvieron presentes como invitados. Tanto republicanos como demócratas aplaudieron sus pedidos.
Los momentos más memorables de la noche fueron así: tanto instantes de acuerdo como de desacuerdo. Para Harbridge-Yong, los abucheos de los republicanos que caracterizaron la noche demuestran la división política a la que Biden se debe enfrentar. Pero él no es el único en Washington que tiene este reto por delante.
Kevin McCarthy, el nuevo portavoz de la Cámara de Representantes, anteriormente había adelantado que nadie iba a ver un comportamiento inmaduro de su partido durante el discurso. Obviamente, los más conservadores no estuvieron en acuerdo, y expertos han notado que McCarthy tuvo que sutilmente regañar a algunos republicanos para que se callaran.
“Creo que ahora mismo él tiene la difícil tarea de unir una gran variedad de puntos de vista dentro del Partido Republicano. Estos tipos de arrebatos y malos comportamientos probablemente no ayudan a la reputación del partido. Pero, ya sabes, tampoco ayudan las dificultades que enfrentará el partido con el Gobierno (Demócrata)”, afirmó Harbridge-Yong. Ella también apuntó que habrá que enfrentar los retos relacionados a la percepción pública del partido y, posiblemente, tendrán que luchar con las dudas sobre si a los republicanos les importan los problemas de los votantes o si solo quieren sus 15 minutos de fama.
Poco después, Sarah Huckabee Sanders, la gobernadora republicana de Arkansas, con lazos fuertes con la previa administración, dio su respuesta al discurso del Estado de la Unión. Su opinión, que no fue delante del Congreso, pero fue luego televisado, es otra tradición estadounidense. En un gran contraste al discurso de Biden, los comentarios de Sanders fueron mayormente incendiarios y divisivos. Según J. Miles Coleman del Centro de Política para la Universidad de Virginia (UVA), el discurso de Sanders fue “muy difícil de entender”. “Yo pienso que esto respondió algunas preguntas de cómo los partidos se van a dirigir a las elecciones de 2024. En su discurso, Biden fue partidista, a veces, pero él sí habló acerca de temas claves de los Estados Unidos en los cuales podemos trabajar juntos. Si escuchás el discurso de Sanders, es, básicamente, como Trump. Ella estuvo hablando con una sola mitad del país”, afirmó Coleman.
En términos de la elección presidencial de 2024, ambos expertos están de acuerdo en que Biden se postulará para un segundo mandato. Muchos creen que sus ingeniosas respuestas a las burlas de republicanos demuestran su chispa, y con un lema como “vamos a terminar nuestro trabajo”, hay poca duda sobre que intente otra campaña presidencial. Muchos votantes tienen incertidumbre sobre su edad, pero varios expertos no ven otro candidato fuerte entre los demócratas, lo que apoya la idea de que Biden se postule de nuevo en 2024.