Desde la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia, cambió no solo la orientación de la política exterior brasileña, sino también el mapa geopolítico de América Latina. La última evidencia de ello fue la cumbre que mantuvo esta semana con Donald Trump, donde Brasilia ató su estrategia internacional a los designios del republicano, alterando la autonomía tradicional de Itamaraty y, al mismo tiempo, plegándose a su ofensiva diplomática –y tal vez militar– contra Venezuela.
“La aproximación entre Bolsonaro y Trump es importante porque básicamente modifica la lógica de la estrategia regional de Brasil” –explicó a PERFIL Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales de la Fundación Getulio Vargas–. “Antiguamente era un proyecto de liderazgo regional basado en el deseo de reducir la influencia de actores extrarregionales en Sudamérica, sobre todo de EE.UU. Ahora, en cambio, Brasil quiere ser el principal contacto de EE.UU. en Latinoamérica.”
Si bien Mauricio Macri es el mandatario de la región que conoce hace más años a Trump, Bolsonaro utiliza su sintonía ideológica con el republicano como un as bajo la manga. Comparten una visión antiglobalista de las relaciones internacionales, un rechazo a las migraciones, evidenciada en el apoyo del brasileño a la construcción del muro en la frontera sur de Estados Unidos, y un desprecio visceral por el combate al cambio climático. En la conferencia conjunta en los jardines de la Casa Blanca identificaron al “socialismo” como el enemigo del hemisferio, al tiempo que anunciaron que Estados Unidos apoyará a Brasil para que se transforme en “un gran aliado extra OTAN”.
Para Stuenkel, la estrategia de Bolsonaro es “muy arriesgada”. “Es una asociación muy asimétrica que Brasil no controla. Trump es un presidente muy imprevisible. Es un poco paradójico que Brasil busque una alianza con alguien que no cree en alianzas”, afirmó. “Bolsonaro dice que espera que Trump sea reelecto en 2020. El riesgo es que si ganan los demócratas, el mayor proyecto de Bolsonaro se acaba”, agregó.
El eje bolivariano, en tanto, pasa por su peor momento y no puede contrabalancear el avance de los mandatarios cercanos a Washington. Con Nicolás Maduro severamente cuestionado por la comunidad internacional, Daniel Ortega reprimiendo las protestas en Nicaragua y Evo Morales en busca de su tercera reelección, solo un actor extrarregional como China puede, con su abultada billetera, plantear una alternativa al poder y la influencia de la Casa Blanca.
Organismos regionales. Tras la reciente creación del Foro para el Progreso de América del Sur (Prosur), Unasur pierde peso político en la región. Resta aún saber si el nuevo organismo tendrá alguna gravitación real o si la OEA, con la presencia omnipresente de Washington, recobrará preeminencia. En el aspecto comercial, la Alianza del Pacífico continuará con su marca intacta y el gran interrogante es qué harán los países del Mercosur: ¿firmarán Tratados de Libre Comercio en bloque, como intentan hace más de dos décadas con la Unión Europea (UE), o finalmente negociarán con otros países por separado?
El otro gigante. México, tradicional aliado de Washington, observó la visita de Bolsonaro al Salón Oval con indisimulable recelo. El brasileño aplaudió en una entrevista con Fox News “la decisión de Trump sobre el muro”. El mismo día que Trump y Bolsonaro sellaron su alianza, Jared Kushner, yerno del republicano, viajó a México y se reunió con el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en modo “contención de daños”. “La relación entre México y Braisl siempre viró entre el odio y la admiración, porque se trata de una lucha por los liderazgos económicos y comerciales en la región”, explicó Juan Pablo Calderón Patiño, licenciado en Relaciones Internacionales de la Universidad Iberoamericana. Con Brasil acercándose a Estados Unidos y México, un aliado tradicional de Washington, sin definir aún cuál será su nueva política exterior, se abre el espacio para nuevas alianzas. “México necesita una política de diversificación en todos los niveles y retomar la iniciativa en América Central y el Caribe, de manera primordial. Su papel en la Alianza del Pacífico es central y es la ocasión de hacer nuevas alianzas, una de ellas puede ser entre México y Argentina como contrapeso al Brasil de Bolsonaro”, agregó Calderón.
El jefe de Estado brasileño apostó a entablar “relaciones carnales” con Trump. La región, en tanto, tomó nota y reacomodó sus respectivas fichas.
Militares vs. anti globalistas
El vicepresidente de Brasil, Hamilton Mourao, disparó contra el profesor Olavo de Carvalho, considerado el “gurú” de Jair Bolsonaro. “Se pueden rebatir ideas con argumentos convincentes, pero las ofensas muestran que la persona no tiene argumentos”, dijo el general retirado, luego que el escritor que vive en Estados Unidos lo tildara de “idiota”.
De Carvalho, ideólogo del ala antiglobalista del gobierno brasileño, mantiene una disputa con Mourao, cabecilla de los militares, por la política exterior de Bolsonaro. Desde que Bolsonaro llegó al poder, De Carvalho criticó a los militares, que ocupan ocho de los 22 ministerios que tiene el gobierno, y se quejó en particular de Mourao, a quien ve como un hombre “blando”. Los militares se oponen, entre otras cosas, a una intervención militar en Venezuela.