El Mundial está en marcha, pero persiste el extraño contraste entre el fulgor de la máxima cita futbolística y las sombras que proyectan los reclamos sociales de diversos movimientos. En este caso, las protestas se extendieron en las afueras de los estadios de Belo Horizonte y Fortaleza dejando un saldo de 18 detenidos, mientras que en Río de Janeiro hubo escaramuzas entre hinchas argentinos y la Policía Militar en el banderazo organizado en las playas de Copacabana.
Mientras en el campo de juego Colombia vapuleaba a Grecia, las calles de Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, mostraban su peor cara cuando al menos 15 personas fueron detenidas por portar cócteles molotov, cuchillos, botellas de vinagre (usado como antídoto contra el gas lacrimógeno) y máscaras, informó la radio CBN citando fuentes policiales.
Pese a que no hubo enfrentamientos, el grupo -de unas 200 personas- quería llegar hasta el estadio Mineirão donde se jugaba el partido, pero la policía lo impidió.
En lo que se develaría como una constante, en Fortaleza, capital de Ceará, donde Uruguay cayó por 3-1 ante Costa Rica, un centenar de manifestantes se aproximó al estadio Castelão, en una protesta que terminó sin enfrentamientos con la policía pero con tres detenidos, según el portal de noticias G1.Cerca de 3000 hinchas argentinos fueron dispersados hoy por la policía militar brasileña con palos y gas pimienta al realizar un banderazo e intentar cortar las calles en el corazón de Copacabana.
Al inicio de la jornada mundialista, miles de fanáticos albicelestes poblaron uno de los puntos turísticos por excelencia de esta ciudad y realizaron un banderazo en apoyo al equipo de Alejandro Sabella, pero nada terminó como esperaban ya que fueron dispersados por la policía militar brasileña con palos y gas pimienta al realizar un banderazo e intentar cortar las calles en el corazón de Copacabana.
La idea de los hinchas era realizar el banderazo sobre la popular la Calçadão, la vereda que separa la Avenida Atlántica de las playas, pero unos cuantos intentaron cortar las calles y allí la policía, que a esa altura había montado un celoso operativo de seguridad, los dispersó con palos y gas pimienta, aunque no hubo detenidos.