No hubo celebraciones en Brasilia por la elección de Mauricio Macri para la Casa Rosada. El resultado de la votación de ayer en Argentina es visto con preocupación por el gobierno de Dilma Rousseff. Brasil entiende que el fin de la era Kirchner, sin el gradualismo propuesto por Daniel Scioli, va a significar algún tipo de confrontación con Buenos Aires sobre como trazar la agenda de negociaciones comerciales del Mercosur y cómo lidiar con los vecinos bolivarianos. En especial, con Venezuela.
No por nada, la presidente Dilma Rousseff sólo llamó a Macri por teléfono para felicitarlo al mediodía de hoy, muchas horas después de Scioli hubiera reconocido su derrota. Hasta las cinco de la tarde en Brasil, ni el Planalto ni el Ministerio de Relaciones Exteriores (Itamaraty) habían divulgado la nota oficial del gobierno brasileño sobre el resultado de la elección presidencial en su principal vecino y socio en Mercosur.
En la llamada, según el diario O Estado de S Paulo, Dilma invitó a Macri a visitarla antes del cambio de mando en Argentina, el 10 de diciembre, al que la presidenta brasileña asistirá. Pero Macri no ha confirmado su viaje a Brasilia, con la excusa del poco tiempo que tiene hasta asumir. Según el Planalto, Macri habría insistido, en sus 10 minutos de conversación con Dilma, en mantener "una relación fluida y dinámica con Brasil" y en "vitalizar el Mercosur".
En la esfera económica, Macri dejó hasta ahora a Brasil en una zona gris en todo lo que tiene que ver con sus prometidos cambios. Ninguna de las preguntas que más interesan al gobierno de Dilma sobre los muchos cepos de la economía argentina –el cambiario, el monetario, el fiscal y el de las negociaciones con los fondos buitres- ha sido respondida por el presidente electo o por sus colaboradores. El futuro gobierno de Macri sigue siendo un gran interrogante para el Ministerio de Hacienda y el Palacio del Planalto.
En este campo, sin embargo, Argentina podrá obtener un apoyo más efectivo de Brasil a su negociación con los holdouts, así como para un nuevo enfoque de su diálogo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), hoy muy precario. El FMI podrá ser, en el futuro, la última oportunidad de Argentina para llenar sus casi vacías reservas internacionales y evitar una crisis en su balanza de pagos. También de Brasil podrá venir el apoyo -y consentimiento - para una mejor ubicación del grupo de Argentina en el Directorio Ejecutivo del FMI, con la adhesión de Cuba.
Por las declaraciones de Macri como candidato y presidente electo, la nueva agenda externa de Argentina podrá confrontarse con la muy poco sustancial de Brasil. El ex canciller brasileño, Celso Lafer, dijo a PERFIL que a su juicio Macri va a llevar a Brasil a una agenda más ambiciosa de negociaciones con grandes economías, como los Estados Unidos, Unión Europea, Japón y China, porque eso es de interés de los sectores productivos argentinos -así como de los empresarios brasileños.
En su búsqueda por más acceso a mercado para los productos argentinos, el gobierno Macri podrá adelantarse a Brasil y solicitar al Mercosur permiso para negociar individualmente acuerdos de libre comercio que sean de interés de Argentina. En último caso, dijo Lafer, Argentina podrá liderar el proceso y convencer a Brasil a acompañarla. "La victoria de Macri ha sido la derrota de Lula, de Dilma y de Nicolás Maduro", opinó Lafer. "Va a ser difícil para Brasil contenerlo”, completó.
La confirmación de Macri, hoy, de que va a pedir la suspensión de Venezuela del Mercosur por la persecución a los opositores y sus abusos a la libertad de expresión, será el primer choque abierto con Brasil. En los últimos años, tanto el Brasil de Dilma y de Luiz Inácio Lula da Silva cuanto la Argentina de los Kirchner han sido muy complacientes con la construcción de un régimen autoritario de parte de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Brasilia y Buenos Aires han cerrado sus ojos a la destrucción del potencial económico de Venezuela e impulsaron juntos la apresurada adhesión de Caracas al Mercosur.
Durante la campaña electoral, la preferencia de Brasil por el candidato del Frente para la Victoria fue evidente, como lo confirmó la visita de Scioli a Dilma. El Planalto, sin embargo, aclaró en su momento que Dilma no había recibido a Macri porque el líder de Cambiemos no lo había pedido y aseguró que estaba dispuesto a trabajar con cualquiera que fuera el ganador del ballotage. Sin embargo, en privado los funcionarios brasileños admitían que el cambio gradual de la política económica prometido por Scioli en sus contactos en Brasilia, era evaluado como un camino más seguro.
Dilma Rousseff, sin embargo, deberá jugar pesado con el gobierno de Macri en todo tema de confrontación. Una de sus demandas al nuevo gobierno será la revisión del acuerdo entre Argentina y China –algo que la Casa Rosada podría aceptar siempre y cuando Brasilia le garantice un swap de monedas tan voluminoso como los que ya obtuvo de Beijing, y otros beneficios. El gobierno brasileño ha reforzado las reservas internacionales de Argentina en el pasado y puede volver a hacerlo. Otra carta en la manga de Dilma sería el refuerzo de la presencia empresarial en Argentina –donde hoy ya operan 130 empresas que juntas, han invertido 17 mil millones de dólares y generado 50 mil empleos directos- con el regreso de la gigantesca minera Vale do Rio Doce.
* Desde Sao Paulo