En un viaje en avión, que llevó el domingo Donald Trump de Washington a New Orleans para asistir a un partido de la Super Bowl, el presidente de Estados Unidos declaró que hoy debe formalizar un nuevo impuesto de 25% a las importaciones de acero y aluminio.
Semejante medida afecta, especialmente, a las grandes compañías siderúrgicas de Brasil, que ocupan el segundo lugar en importancia como exportadores mundiales al mercado norteamericano.
Según la opinión de expertos, las empresas brasileñas más afectadas serían Ternium y Usiminas; ambas controladas por Techint, el grupo del industrial ítalo-argentino Paolo Rocca. Para el gobierno brasileño será un golpe, a menos que logre negociar alguna ventaja. Es que las ventas externas de estos productos en EE.UU. trepan a 4.700 millones de dólares anuales.
Frente a la amenaza, hay indicios de cómo podrá reaccionar el gobierno de Lula da Silva: trascendió que está en preparación el arancelamiento de las plataforma digitales norteamericanas. Entre ellas figuran Amazon, Facebook, Instagram, Google y Spotify.
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Esa política de “reciprocidad” fue definida, a priori, por el propio presidente Lula, cuando dijo: “Es muy simple. Si Trump decide mayores aranceles a los productos brasileños, habrá respuesta de Brasil. Voy a imponer aranceles que los Estados Unidos exporta hacia nuestro país. Es simple, no tiene ninguna dificultad".
Sin embargo, este lunes la diplomacia de Itamaraty indicó que el Palacio del Planalto actuará con “serenidad y pragmatismo”. La decisión es actuar de modo que “la crisis no sea escalada”.
Pero eso no oculta el tamaño de los perjuicios: “Los impactos de esta medida es la pérdida de ingresos en dólares de la siderurgia y el aumento del nivel de ociosidad de las plantas. Esto restringe las inversiones, señaló Marco Antonio Castello Branco, ex presidente de Usiminas. En su análisis esto podrá empeorar la capacidad productiva de la siderurgia brasileña que hoy actúa en un nivel de 60%, considerada baja.
De cualquier manera, “el gobierno de Lula tomó la decisión de manifestarse únicamente con base a la concreción de las medidas y no los anuncios, que pueden inclusive ser revisados. Por eso, aguardamos la confirmación oficial de Washington antes de emitir cualquier manifestación” indicó el ministro de Hacienda Fernando Haddad.
Del mismo modo se pronunció el canciller Mauro Vieira: “La política externa de un país del tamaño de Brasil, no puede basarse en soluciones inmediatas y alineamientos automáticos” subrayó. Y agregó de inmediato: “Delante de las incertidumbres del mundo actual, tenemos que ser fieles a esa línea”.
Entre otras acciones previstas, está la queja formal ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), donde se demandará la reversión del super arancelamiento; o la autorización para adoptar medidas de retaliación.
Hay un asunto que, seguramente, no puede ser ignorado por la Casa Blanca: las firmas siderúrgicas americanas precisan importar acero semiterminado, como es el caso de las automotrices. De lo contrario, podrán sufrir un fuerte incremento de precios domésticos. “Es posible, en ese sentido, defender un trato diferenciado respecto de Brasil”, concluyó un analista. Recordó, además, que en 2018 Trump impuso el arancel de 25% al acero; pero esa norma fue finalmente revocada por Joe Biden en 2022.