Muchas veces las críticas y los reclamos que llegan desde la Franja de Gaza están tan mezclados con odio y cohetes que es mejor escuchar lo que tienen para decir desde Israel. Porque en Jerusalén y en Tel Aviv no todo el mundo vota a la derecha del Likud de Netanyahu o al centro insípido de Benny Gantz y algunos se dedican a echar un poco de claridad sobre la violencia, de ambos lados.
Una de esas voces discordantes en el escenario israelí es la del grupo de derechos humanos B'Tselem, que se ocupa de monitorear y documentar la situación en los territorios palestinos ocupados. Fundada en 1989, en tiempos de la primera Intifada, la organización suele ser torpedeada desde el gobierno pero se mantiene inalterable denunciando irregularidades y abusos.
Como no podía ser de otra manera en estos tiempos de coronavirus, B'Tselem está en primera línea para denunciar la situación en la Franja de Gaza, un territorio de apenas 365 kilómetros cuadrados (para darse una idea, poco más que el partido bonaerense de La Matanza, de 325 kilómetros cuadrados) y una población de 1.850.000 personas.
Por qué Israel no tiene muertos por coronavirus
"La propagación del COVID-19 en la Franja de Gaza será un desastre masivo", dijo recientemente la organización israelí de derechos humanos. Para B'Tselem, las razones con claras: la eventual catástrofe será resultado "de las condiciones únicas creadas por más de una década de bloqueo israelí".
En el territorio sobre el Mediterráneo se suman "un sistema de salud fallido, pobreza extrema, dependencia de la ayuda humanitaria, infraestructura disfuncional y condiciones de vida duras que comprometen la salud pública, incluso antes de la exposición al nuevo virus", afirmó B'Tselem.
Esos elementos, añadió, "se combinan con el hacinamiento para formar un escenario de pesadilla", aunque, por ahora, los números -poco creíbles- son bastante bajos: mientras que en Cisjordania se cuentan unos 295 casos y dos muertos, en la Franja de Gaza dicen haber detectados apenas trece infectados.
El análisis de B'Tselem, que tiene gente en los territorios y suele producir reportes confiables, no hace ninguna referencia a Hamas, el grupo islámico (para muchos fundamentalista, para otros simplemente militante, para otros terrorista, pero más que nada realista y fiel a sus intereses políticos) que manda con puño de hierro en la franja desde el golpe armado (¿o golpe militar?) que desalojó a Fatah del poder compartido en el 2007.
Tampoco se refiere el artículo de B'Tselem a Egipto, el otro país que mantiene a la Franja de Gaza bloqueada, en este caso en la frontera sur del territorio palestino.
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Por supuesto que al coronavirus poco le importa las fronteras y los conflictos. Pero la pandemia es otro ejemplo de las incontables capas que rodean al conflicto en esta región.
Para empezar, Israel se "desprendió" unilateralmente de la Franja de Gaza en el 2005, después de ocupar la zona desde su captura en 1967, durante la Guerra de los Seis Días. Las autoridades de Jerusalén consideran a Gaza prácticamente como un "país enemigo" e independiente, sobre el cual -de todas maneras- mantiene un fuerte control y bloqueo, del que participa también Egipto.
Entonces, el gobierno de Hamas en Gaza cuenta obviamente con un ministerio de Salud, pero si quiere importar insumos para los hospitales, por ejemplo, tiene que pedir autorización a las autoridades israelíes.
Las frecuentes lluvias de cohetes desde Gaza sobre el sur de Israel periódicamente le dan argumentos al casi eterno gobierno de Netanyahu para mantener el bloqueo, que incluye además materiales de construcción y acero, que cuando llegan al territorio palestino muchas veces son utilizados para construir túneles para atacar a los vecinos.
Por otro lado, en contraste con las sospechosas cifras de infectados provistos por las autoridades de Gaza, un reciente informe de inteligencia del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, de Israel, brindó un panorama mucho más sombrío.
El informe del instituto aseguró que, en abril, "Gaza registró cientos de muertos entre miles de casos confirmados".
"Según las estimaciones de expertos presentadas a Yahya Sinwar, el líder de Hamas en la Franja de Gaza, se esperan cerca de 8.000 muertes a fines de mayo", afirmó.
El mercado está infectado con algo mucho más peligroso que el coronavirus
La población de Gaza, añadió el reporte, ni siquiera "puede mantenerse al día con el entierro de los muertos" por el coronavirus.
Los habitantes de Gaza, dijo, están "perdiendo la fe en Hamas y culpan tanto a su gobierno como a Israel", mientras que "la adhesión a las reglas de distanciamiento social se debilita: hay protestas civiles espontáneas de mujeres y niños con demandas de asistencia, y un aumento de los casos de intentos de fuga hacia la periferia" de la ciudad de Gaza.
Allí, los palestinos de la franja se enfrentan tanto a los tiros de las fuerzas de defensa israelíes como de los militares egipcios, quienes "bloquean la frontera y disparan a cualquier civil que intente cruzar al Sinaí".
En medio de esta lógica de hechos enrevesados (donde lo único claro es que la ocupación de Gaza resultó un pésimo negocio para Israel), los habitantes de la franja se arreglan como pueden.
Los medios que cubren la zona publican, como los diarios de todo el mundo, pequeñas historias de heroísmo, resiliencia e ingenio.
El periódico Al-Monitor, por ejemplo, reportaba sobre el pequeño "boom" que están viviendo las empresas textiles de Gaza, reconvertidas para producir ahora equipos protectivos, como barbijos, delantales y guantes.
¿Cuál es el principal destino de esa producción de las fábricas de Gaza? Israel, cuenta el periódico medioriental.
El sector textil, tradicionalmente próspero entre los palestinos, recibió un duro golpe cuando se estableció el bloqueo israelí-egipcio tras la instalación de Hamas en el poder. Pero un acuerdo alcanzado en el marco de la última tregua entre Israel y Hamas, del año pasado, permite ahora una exportación limitada de producción textil.
"Nosotros tenemos contratos con compañías israelíes para producir lo que quieren de acuerdo con ciertas especificaciones y estándares que establecen", contó el presidente de la empresa palestina Unipal 2000, Tayseer al-Bawwab.
El empresario de Gaza le explicó a Al-Monitor que las firmas israelíes "nos contactaron y nos pidieron que fabriquemos equipos de protección personal y cada compañía envió el modelo que quieren que fabriquemos".
Otro artículo del periódico presentó al ingeniero Mohammed Abu Matar y su equipo en la empresa Tashkeel 3D, quienes están utilizando impresoras 3D para producir equipamiento médico.
"A medida que se extendía la pandemia -dijo Abu Matar-, no podíamos quedarnos de brazos cruzados, así que iniciamos una búsqueda de ideas creativas que respalden los esfuerzos para combatir el coronavirus porque esa es nuestra responsabilidad social".
La prensa israelí destacó por su lado que muchos de los trabajadores de la salud palestinos en Gaza, afectados en su equipamiento y actualización profesional por el bloqueo, tuvieron que recibir entrenamiento de emergencia de parte de colegas israelíes para enfrentar al coronavirus.
Según informó la televisión estatal israelí a mediados de este mes, "docenas de médicos, enfermeras y personal de la salud en Gaza fueron entrenados por equipos israelíes en técnicas para tratar pacientes infectados" en esta pandemia.
El reporte precisó que los profesionales palestinos recibieron el entrenamiento de parte de médicos del Hospital Sheba, de Ramat Gan, considerado uno de los mejores del mundo. Los médicos y las enfermeras se reunieron en el cruce fronterizo de Erez, en la punta norte de la Franja de Gaza, mientras que otros trabajadores palestinos de la salud recibieron permiso para viajar hasta Ashkelon, para realizar un workshop en el hospital Barzilai de esa ciudad.
Pocos días atrás se conoció también un intrigante proyecto de una firma china y otra israelí para instalar un laboratorio de kits de detección del coronavirus, en Gaza.
En el comunicado para anunciar el proyecto, las empresas titularon con el detalle más llamativo: "Con la aprobación de las autoridades israelíes y palestinas, BGI y AID Genomics anuncian el laboratorio de pruebas de emergencia COVID-19 en Gaza".
BGI es la empresa china, especializada en secuenciación del genoma, y AID es la israelí, que se dedica al diagnóstico y terapia del cáncer. Juntas esperan poder montar pronto en Gaza un laboratorio capaz de realizar 3.000 pruebas de COVID-19 diariamente en el territorio palestino.
"Para mi alegría como israelí -dijo el CEO de AID Genomics, Snir Zano-, las autoridades palestinas aprobaron nuestra propuesta".
Así, más allá de los cohetes de Hamas y los discursos de bronca de Roger Waters y otros referentes del BDS, el movimiento de boicot contra Israel, los palestinos no se pueden sacar de encima a los israelíes y los israelíes no pueden deshacerse de los palestinos.
Es una convivencia forzada a la que muchos radicales palestinos llaman "normalización", es decir, mantener relaciones más o menos normales con las "fuerzas de ocupación" (aunque no hay israelíes en Gaza, salvo que existan en realidad los personajes de Fauda).
Esos sectores radicalizados pretenden que no existan comunicaciones entre palestinos e israelíes. Algunos miran para otro lado cuando se trata de colaboraciones como las descritas más arriba, otros son más totalitarios.
Un episodio "mediático" puso precisamente en estos días a la "normalización" en el centro del escenario.
A principios de mes, un grupo de jóvenes de Gaza mantuvo una conversación masiva online a través de Zoom con chicos de organizaciones progresistas israelíes, para hablar de paz, guerra y convivencia.
La charla online es una de las muchas iniciativas subterráneas que llevan adelante grupos pro-paz de ambos lados de la frontera, con la intención de verse las caras y derribar un poquito las barreras del odio.
En el caso de la charla de este mes, los chicos de Gaza tuvieron la mala suerte de que una periodista free lance y colaboradora de Amnesty en la franja, Hind Khoudary, los viera y los denunciara. Sí, la militante de Amnesty los criticó en Twitter, arrobando en su comentario a jefes de las fuerzas de seguridad de Hamas.
Como resultado, seis de los jóvenes que participaron en la conversación por Zoom fueron arrestados, entre ellos Rami Aman, líder del grupo pacifista Comité Juvenil de Gaza.
Khoudary, cuya actitud fue señalada nada menos que en el New York Times, tuvo que salir a enfrentar la inesperada popularidad que le trajo el infame tweet.
"No fue un error" mandar al frente a Aman frente a la policía de Hamas. "Como palestina -afirmó-, antes que como periodista, estoy en contra de la normalización" con los israelíes.
¿Estará el coronavirus interesado en la normalización?