INTERNACIONAL
crónica

Destrucción y muerte en Lysychansk, en el Donbás

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Víctimas. Un ataque con misiles mató a cuatro civiles. | afp

En Lysychansk, en la región del Donbás, las cenizas cubren la plaza donde un ataque con misiles rusos mató a cuatro personas. Ahora la ciudad ucraniana se prepara para una posible batalla callejera por la cercanía de los combates en la vecina Severodonetsk.

Los bombardeos del jueves provocaron un incendio que devastó durante la noche la Casa de la Cultura, un inmueble blanco que databa de la época estaliniana. El viernes seguía siendo pasto de las llamas.

Con la guerra, el lugar se había convertido en un refugio contra los bombardeos, y para quienes perdieron sus viviendas.

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Una madre y su hija resultaron muertas en el ataque, así como un joven y una mujer embarazada que se habían refugiado en este inmueble tras haber huido de Severodonetsk, según habitantes presentes en el lugar.

Al menos una veintena de personas resultaron heridas.

Este ataque con misiles recuerda el bombardeo en marzo en Mariúpol de un teatro donde también se habían refugiado civiles.

“Abandonamos todo”. Un grupo de habitantes, con sus bolsas, se prepara para ser evacuado hacia una ciudad más segura. Alla Bor, profesora de historia, acompañada por su yerno Volodimir y por su nieto de 14 años, no había decidido irse antes del ataque contra la Casa de la Cultura. “Ahora tengo miedo. Abandonamos todo y nos vamos. Nadie puede sobrevivir a semejantes ataques” dice.

“Hemos dejado todo, nos vamos de nuestra casa. Hemos dejado a nuestro perro, con comida. Es inhumano pero ¿qué podemos hacer?”, se lamenta la mujer.

Dos vehículos de policía dan vueltas por la ciudad para recoger a los habitantes que quieren ser evacuados, según Maksim, inspector de las fuerzas especiales de la policía.

Periodistas de la AFP han visto a soldados ucranianos cavar una trinchera en una calle del centro de Lysychansk y erigir barricadas. Un tractor tiraba de un automóvil incendiado para intentar bloquear una calle. Y se podía escuchar el estruendo de los combates al otro lado del río.

“Puede que haya tiros aquí muy pronto” dice un oficial de las fuerzas especiales de la policía ucraniana, que se ocupa de la evacuación de civiles, apodado Jaconda. “Uno puede quedar rodeado aquí”, advierte, y solo con una evacuación se puede estar “a salvo”.

“El mundo ruso”. “Muchos habitantes que se quedan esperan el mundo ruso”, explica Jaconda a un periodista de AFP, aludiendo a la voluntad del presidente ruso, Vladimir Putin, de restaurar la influencia rusa en las regiones ucranianas limítrofes de Rusia.

Algunos residentes muestran a la AFP el sótano húmedo y frío donde se han refugiado, y donde vive ya una familia víctima de los bombardeos, que incluye a una mujer septuagenaria incapaz de caminar. Han hecho hervir agua, para hacer huevos duros, gracias a un precario fuego que encienden utilizando las ramas arrancadas por los bombardeos.

“Nuestro país no nos ayuda, nuestro país nos ha olvidado. Nos ayuda gente normal, voluntarios”, declara  Natalia, de 47 años.

En el momento en que el equipo de AFP abandonaba la ciudad, una humareda se eleva de un gran inmueble agrícola, detrás de la carretera. Unos soldados indican que el bombardeo se había producido algunos minutos antes, y que nadie había resultado herido. Rehúsan indicar lo que había en el interior del lugar atacado.