Barbijos, distanciamento social y controles de temperatura hacen de la 77a. edición del Festival Internacional de Cine de Venecia una apuesta a la esperanza en medio de la tempestad, un desafío a seguir soñando entre huracanes y pandemia.
Vitrina privilegiada para el cine italiano, en el Lido de la ciudad lacunar la Mostra abrió sus puestas el 2 de setiembre y por una decena de jornadas ofrecerá un mágico espacio de belleza y cultura, con figuras femeninas en primer plano, homenajes y simbólico renacimiento.
“Venecia Año cero”, definió la actriz Anna Foglietta, Madrina del Festival, cabellos rubios recogidos y elegancia con un sobrio ambo negro al presentarse en la red carpet. Acentuó el valor de demostrar al mundo que, con responsabilidad y prudencia, es posible retomar la vida a pesar del panorama desolador que siembra el Coronavirus. “Somos los primeros que realizamos un festival presencial, con la seguridad como todos necesitamos, y que puede ser un motor cultural y económico de reanudación”, destacó.
Este es, sin duda alguna, el mensaje que Italia quiere difundir en el país y más allá de sus fronteras: aunque la cantidad de personas contagiadas crece día a día, se debe convivir con el virus, reabrir las escuelas, acudir a las urnas, ofrecer oportunidades laborales. Tarea nada fácil.
El mensaje que Italia quiere difundir es que aunque la cantidad de personas contagiadas crece día a día, se debe convivir con el virus, reabrir las escuelas, acudir a las urnas, ofrecer oportunidades laborales
En el Lido se mantiene la guardia alta, no solo con control de la fiebre, distanciamento e invitación a usar el gel para proteger las manos, sino plataforma digital para actividades, reservas, seguimientos. En papel nada más que el catálogo y el programa, el resto con código online y ordenadores.
Algo más de mil periodistas presentes, menos presencias internacionales que en ediciones precedentes no obstante la confianza que infunde esta especie de fortaleza del cine.
La presidenta del jurado, la actriz australiana dos veces premio Oscar, Cate Blanchett, es otra de las mujeres-clave del Festival. En conferencia de prensa afirmó que la 77a edición es “un ejemplo de deseo de reanudación”. “Si bien los miedos son muchos –dijo- tenemos que tener coraje, es preciso arriesgar, aún con la posibilidad de fracasar, pero estoy segura que el cine resurgirá más fuerte que antes”.
El León de Oro a la Carrera fue otorgado en este año especial a una mujer especial, la multifacética actriz escocesa Tilda Swinton, que no vacila en declarar que el cine es su “lugar feliz”, su “verdadera madrepatria, el árbol genealógico” de su “corazón”. “Quiero precisar que no me reconozco en la palabra ‘carrera’ –apuntó en alusión al premio recibido- y quisiera reemplazarla por la palabra ‘vida’, porque para mí el único modo de desarrollar el cine es colectivo”.
La actriz no solo ha sido premiada: ha protagonizado el film de Pedro Almodovar La Voz Humana, medio metraje proyectado el jueves pasado fuera de concurso, basado en la pieza teatral de Jean Cocteau, de 1930. La lectura del siempre sorprendente Almodóvar, presente en el Lido con su habitual carisma, ofece en 30 minutos un trabajo cuyo eje es el abandono y la necesidad de superarlo combatiéndolo aunque sea con la venganza.
“Este texto de Cocteau siempre me apasionó tanto que aparece en mi ‘Ley del deseo’, y en ‘Mujeres al borde de una crisis de nervios’”, recuerda Almodóvar en conferencia de prensa. Y agrega que quería “apropiarse” del texto “como hizo Rossellini teniendo como protagonista a Anna Magnani”. Pero, confiesa, “quería volver a escribir el guión como un duelo”. “Antes de venir a Venecia pensaba que el Covid nos forzó a estar en casa y la vivimos como una cárcel. Vimos muchas fiction y nos ayudó a pasar el tiempo. Por eso propongo el cine como curación. Salir de casa para ir al cine y compartir la aventura de un film emocionándose en la oscuridad junto a personas desconocidas”.
Convivir con el virus, riesgos y necesidades
Del abandono y la soledad en versión Almodóvar, la Mostra proyectó en concurso “Quo Vadis Aida?”, de Jasmila Zbanic, (nacida en 1974 en Sarajevo), con el horror de la guerra en la ex Yugoslavia y el drama de Srebrenica, y el protagonismo de Aida (interpretada por Jasna Djuricic), una mujer que lucha por su marido y sus hijos.
La historia se remonta a 1975 cuando una traductora de la ONU casada y con dos hijos se cree segura en el campo de las Naciones Unidas en que trabaja, seguridad que se revela falsa y la obliga a defenderse para huir de las matanzas.
El Festival es magia, futuro, voluntad de renacimiento. Pero también es homenaje al arte.
En la Sala Grande del Palacio del Cine, la apertura del Festival 2020 ofreció una emotiva ceremonia en recuerdo del compositor y director de orquesta Ennio Morricone, fallecido el 6 de julio pasado luego de una extensa y generosa carrera.
Con la batuta de su hijo Andrea, que dirigió la orquesta Roma Sinfonietta, se escuchó el tema de Deborah, compuesto por su padre e ícono de “C’era una volta in America”.