INTERNACIONAL
TIENEN MAYORÍA EN EL CONGRESO

El clan Fujimori juega a tres puntas para regresar a la presidencia en Perú

El indulto a Alberto desnudó la disputa entre Keiko y Kenji. Su padre podría mediar en esa puja. El presidente Pedro Pablo Kuczynski depende de ellos para concluir su mandato.

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Investigada. La líder de Fuerza Popular fue interrogada esta semana por aportes de Odebrecht a sus campañas presidenciales de 2011 y 2016. | Cedoc Perfil

El indulto a Alberto Fujimori no solo dividió a Perú, sino también a las filas de Fuerza Popular, el partido político heredero del fujimorismo, que tiene mayoría absoluta en el Congreso y la llave para la permanencia en el poder o la caída del presidente Pedro Pablo Kuczynski. Keiko, la líder revisionista de la agrupación naranja, aún controla la bancada parlamentaria, pero ya no será su indiscutida líder. Ahora tendrá que competir con su padre y su hermano, Kenji, férreos defensores del ala histórica del partido. Los peruanos se preguntan por estas horas si el clan convivirá políticamente –lo que podría acelerar la caída del actual mandatario– o competirá por el liderazgo.

“Kuczynski ha terminado como un enfermo postrado en una cama con un tubo de oxígeno, porque no puede respirar solo. El tubo tiene la marca Fujimori; es decir, es un fujidependiente”, escribió en El Comercio el politólogo Fernando Tuesta. La sobrevida del gobierno de PPK depende más que nunca de los Fujimori, que gobernaron en los 90 y están hace 17 años en la oposición.
“Algunos pensaban que la salida de Alberto unificaría al fujimorismo, pero las primeras imágenes son de fisura. Aún falta ver si él dejará de ser una leyenda para ser un actor político en el día a día”, explicó a PERFIL José Carlos Requena, analista de  50 + 1 Grupo de Análisis Político.

Esos primeros contrapuntos se evidenciaron en las redes sociales, tras la abstención de Kenji y otros nueve diputados en el juicio político al jefe de Estado. Keiko dijo que “Fuerza Popular no se vende ni negocia”; y Kenji, en tanto, recordó la última escena de El rey león, cuando Simba asume el liderazgo de la manada que antes pertenecía a su padre. Pero el más joven de los Fujimori fue aun más allá, cuestionando a los dos principales asesores de Keiko, es decir, disparando al corazón de su entorno: “Los señores Pier Figari y Ana Hertz de Vega han conspirado por años, sistemáticamente, contra la libertad de Alberto Fujimori. Hoy, ambos en la sombra continúan atentando contra la gobernabilidad del país. Ellos son el problema”. Los dardos fueron acompañados por una caricatura de él disfrazado de Kill Bill.

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Para desentrañar los orígenes de la disputa familiar hay que remontarse 25 años. Por ese entonces, Alberto se divorció de Susana Higuchi, madre de Keiko, Hiro, Sachi y Kenji. La mayor tenía 19 años cuando fue designada primera dama. El menor era por ese entonces un enfant terrible. Aún no existían las redes sociales ni la palabra viralizar cuando un video suyo –haciendo poses sexuales con su perro– se replicó una y otra vez en Perú.

Los Fujimori sufrieron la abstinencia del poder en 2000, cuando Alberto renunció a la presidencia por fax desde Japón. Años después, fue condenado a 25 años de prisión por homicidio calificado con alevosía, lesiones graves y secuestro agravado. Pero ese no fue el único episodio policial de la familia. En 2013, las autoridades incautaron cien kilos de cocaína en los almacenes de una empresa de Kenji, llamada Logística Integral María Andina (Limasa). Su hermana, en tanto, fue interrogada esta semana por la Justicia, por supuestos aportes de campaña de Odebrecht.

Sin embargo, los Fujimori nunca perdieron su centralidad en la política peruana. Cada uno de los presidentes electos en el siglo XXI llegó al sillón de Pizarro con el apoyo del antifujimorismo. Keiko entendió que si quería volver al poder tenía que distanciarse del pasado y admitió, en 2016, que en el gobierno de su padre “se cometieron violaciones a los derechos humanos”. En cambio, Kenji nunca se desmarcó de él. Hoy compiten por el poder al interior del movimiento que fundó su padre, quien podría mediar entre ambos y unificar el partido, conviertiéndose en el sostén de Kuczynski o en el ariete que provoque su caída. “No van a sostener al presidente si sale algo nuevo relacionado al Lava Jato. Lo dejarán caer”, opinó Requena.
Volver al poder es una cuestión de tiempo para los Fujimori. Mientras tanto, apelan a su notable paciencia oriental.