Después de haberse cumplido cien días de guerra, se presentaron más de 1.400 denuncias ante las autoridades judiciales ucranianas, que tuvieron que ver con acusaciones de traición y la mitad de ellas por colaboracionismo, aseguró la fiscal general Iryna Venediktova.
Entre las denuncias se encuentran alcaldes que entregaron a los rusos las llaves de la ciudad, policías al servicio del invasor, jueces complacientes y ciudadanos comunes dispuestos a vender los secretos de sus vecinos al enemigo.
Solo en la región sitiada de Járkov hay cincuenta casos, incluidos siete contra policías, cinco contra alcaldes y uno contra un juez, todos acusados de allanar el camino para que Moscú ocupe aldeas y mate a decenas de personas. “De esas cincuenta personas, la mitad fueron arrestadas. Las demás, lamentablemente, permanecen en los territorios ocupados y aún no fueron detenidas”, explicó el fiscal jefe de la región, Oleksandr Filchakov.
Entre los hechos, en el centro de la polémica más fuerte está el del alcalde de la localidad de Kupiansk, a pocos kilómetros de la frontera con Rusia. Al tercer día de la invasión, con la ciudad ya rodeada, un comandante enemigo se puso en contacto con Gennady Matsegora para negociar la rendición.
“Tomé la decisión de negociar para evitar pérdidas humanas”, se justificó el alcalde en un mensaje de video, denunciando como represalia el secuestro de su hija por parte de los servicios de inteligencia de Kiev.
Matsegora proporcionó a los rusos comida, alojamiento y medios de transporte. Hoy Kupiansk todavía está controlado por Moscú y su alcalde es buscado como colaboracionista.
Los matices del colaboracionismo son variados, aclaró el gobernador de Járkov, Oleh Synehubov, lo que conduce inevitablemente a diferentes grados de culpabilidad. Algunos de ellos van desde la transmisión de información a cambio de dinero hasta aquella bajo amenaza.
Varios ciudadanos proporcionaron a los rusos listas de militares locales y veteranos del Donbás y los nombres de sus familiares. Un delación que, en algunos casos, estuvo acompañada del saqueo de las viviendas de los detenidos.
El presidente Volodimir Zelenski se dirigió a Járkov en su primera visita fuera de la región de Kiev desde el comienzo de la guerra y allí anunció la destitución del jefe de los servicios de seguridad local, “porque desde los primeros días de la guerra no trabajó para la defensa de la ciudad, sino que pensó solo en sí mismo”.
En la opinión pública, el destino de los colaboracionistas ahora se discute de manera cada vez más candente, sobre todo después de la reconquista de algunas ciudades administradas por los rusos durante semanas: ¿Qué hacer, por ejemplo, con los maestros obligados a trabajar siguiendo los planes de estudio escolares “rusificados”? ¿También tienen que terminar en las listas de traidores?, son algunas de las preguntas.