Liu Ming, el médico oriental del papa Francisco, reveló detalles de su encuentro con Jorge Bergoglio tras el viaje que lo llevó a su casa paterna en China y a la ciudad de Lhasa, enclavada delante del Everest donde estuvo tres días meditando en un templo tibetano.
"Habíamos quedado en que lo iba a ver en su casa, a la que se llega ingresando por un costado de la Basílica, y lo hice, pero antes tuve que pasar por cuatro rigurosos controles hasta que me pidieron que tomara asiento frente a una puerta. De repente se abrió, y él estaba ahí", contó Ming a la Revista TAO.
Sonrisa y un abrazo compartido sellaron el reencuentro desde el tiempo en que Francisco era Jorge Bergoglio, un paciente casi anónimo de Ming a quien había comenzado a tratar de sus dolencias, la más preocupante afectaba al corazón y tenía diagnóstico de quirófano.
"Le tomé el pulso, recuerda Liú Ming, y le expliqué que el objetivo de la medicina china es alcanzar el equilibrio del cuerpo, porque un cuerpo equilibrado puede curar los males que lo afecten. En el cajón de su mesa de luz guardaba muchas pastillas. Le propuse que mientras hiciéramos el tratamiento dejara de tomarlas. Fueron pasando los días, sus problemas del corazón desaparecieron y evitó el quirófano".
El médico oriental aseguró: “Lo encontré muy bien, vital, incluso le propuse hacerle una visita todos los meses para controlarlo de cerca, pero prefirió dejarlo para otro momento: 'Me siento, bien', me aseguró al tiempo que le pedía a uno de sus custodios que nos hiciera las fotos".