Con una inconfundible mirada argentina, Cecilia Goin y Jorge Hernández asisten en Gaza al drama de la guerra, junto a casi dos millones de habitantes palestinos. Mientras el ejército israelí continúa con la invasión militar, que ya dejó 823 muertos, la integrante de la Cruz Roja Internacional y el sacerdote mendocino cumplen un rol humanitario clave: ayudan a los heridos y protegen a los civiles, entre ellos a miles de niños.
Confiesan que es difícil dormir cuando caen las bombas por la noche y que, a diferencia de otros tiempos, no hay nadie en las calles. Cecilia, oriunda de Bahía Blanca, llegó esta semana a la Franja, procedente de Nairobi. La licenciada en Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires, de 52 años, vivió dos años en Jerusalén y viajó en más de veinte ocasiones al pequeño territorio donde hoy se enfrentan cuerpo a cuerpo las Fuerzas Armadas israelíes y milicianos islamistas de Hamas.
Sin embargo, nunca vio un escenario tan trágico como el de los últimos días. “Es una situación penosa por la violencia. Miles de personas fueron desplazadas y evacuadas a centros de salud y cientos de personas fallecieron. La infraestructura de Gaza, que ya estaba parcialmente debilitada, ahora se deterioró mucho más. Las estructuras de agua y saneamiento y de electricidad están bastante dañadas. Esto tiene un efecto directo en la población, que no puede acceder a agua potable todos los días”, confió a PERFIL desde el centro de operaciones de la ONG en Gaza.
El padre Hernández también conoce de primera mano el horror y la desesperación. Desde 2009 vive allí, donde está al mando de la única parroquia católica. El religioso del Instituto del Verbo Encarnado dirige dos colegios, que tienen mil alumnos cada uno. La comunidad cristiana está compuesta por 2.500 personas, a las que Jorge dedica su tarea pastoral. “Muchos nos preguntan: ‘¿Qué hacen en Gaza?’. Nada y mucho. Lo nuestro es un apostolado de presencia. No podemos salir de la parroquia ni visitar a las familias, no podemos detener esta guerra… no podemos hacer nada. Sin embargo, se hace mucho”, escribió recientemente en la página de Facebook de su congregación.
Cecilia transmite desde Gaza la posición de la Cruz Roja a la prensa internacional. Desde el New York Times a Al Jazeera, todos los periodistas del mundo hablan con ella para conocer cuál es la situación de los civiles y los heridos. “Somos un grupo de gente de todas partes del mundo que vinimos para ayudar. Tenemos médicos, logistas e ingenieros, que ayudan a arreglar las cañerías de agua, dañadas por los bombardeos. La prioridad de la organización, junto a la Media Luna Palestina, es evacuar a todos los heridos”, explica a este diario.
El 13 de julio, cuando comenzó la invasión terrestre israelí a la Franja, el padre Hernández se preguntaba a través de la red social qué decirles a los palestinos en su homilía. “¿Vendrá gente?”, se preguntaba el joven de 38 años. Consciente de su labor en el terreno, el papa Francisco le envió un mensaje de apoyo hace tan sólo una semana. “Estoy junto a vos y a las hermanas y a toda la comunidad católica. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los cuide”, le expresó el pontífice en una misiva.
Con una porción de tierra de sólo 360 kilómetros cuadrados, la Franja de Gaza está inmersa en una profunda crisis económica. Hamas, que ganó las elecciones en 2006 y tomó el control del territorio, se enfrascó en un mortífero enfrentamiento con Israel, disparando centenares de cohetes contra ciudades de ese país.
Quienes más sufren el conflicto son los civiles de Gaza. La Operación Margen Protector, lanzada por el gobierno israelí en represalia por el secuestro y asesinato de tres jóvenes en Cisjordania, dejó 192 niños muertos, según Unicef, y más de 5 mil heridos. Ayer fracasó un alto el fuego propuesto por Estados Unidos. Israel, que anunció haber matado a un líder de la Jihad Islámica, Salah Hasanein, sólo aceptó una tregua de 12 horas.
En medio de tanta desolación, Jorge y Cecilia demuestran con su tarea humanitaria que, pese a la guerra, aún hay espacio para la esperanza y la solidaridad en la martirizada Franja de Gaza.
Cómo se vive en Israel
Mientras el Operativo Margen Protector sigue adelante en la Franja de Gaza, en las ciudades israelíes se vive una relativa calma, quebrada cuando suenan las sirenas que alertan sobre cohetes disparados por Hamas. Ana Clara Polatz Mintz es una argentina de 31 años que vive en las afueras de Jerusalén. Según contó a PERFIL, “hay cosas que cambiaron y cosas que no” desde que estalló la ofensiva militar. “Todo el mundo va a su trabajo y el transporte funciona normalmente –revela–, pero estamos pendientes de los noticieros todo el tiempo. Somos un país chico y todos tienen a alguien que vive en el sur o está enrolado. Estar pendiente de la sirena te cambia la rutina”.