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hassan KHomeini, 43 aos

El ‘nieto pródigo’ del mítico Khomeini quiere ser líder supremo del nuevo Irán

Su abuelo comandó la Revolución Islámica en 1979. Ahora, su heredero es candidato de los reformistas al máximo cargo del país. Es la pieza que falta en la apertura del régimen.

Moderado. El clérigo es bien visto por el presidente Rohani, quien inició el diálogo con Occidente.
| Cedoc Perfil

En los últimos dos años y medio, Irán eligió a un presidente moderado, estableció un diálogo directo con los Estados Unidos por primera vez desde 1979, firmó un acuerdo con Occidente para alivianar su programa nuclear y logró que la comunidad internacional levantara las sanciones sobre su economía. A la república islámica sólo le falta una pieza para completar el trazo grueso de su reconfiguración: reemplazar a su líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, quien a sus 76 años conserva una gigantesca cuota de poder en el esquema político y religioso de la teocracia chiíta. En las últimas semanas, entre los aspirantes a sucederlo apareció un hombre capaz de combinar reformismo con linaje: el clérigo Hassan Khomeini, nieto de Ruhollah Khomeini, el difunto líder de la Revolución Islámica y máximo emblema del orgullo nacional iraní.
Desde septiembre de 2014, cuando Jamenei debió pasar por el quirófano para una operación de próstata, en Irán comenzó a hablarse de su sucesión. El anciano ayatolá ocupa su puesto desde 1989, cuando reemplazó a Khomeini. El líder supremo es la figura central en el complejo sistema institucional iraní. “Todas las decisiones clave recaen en manos del supremo líder, y el presidente no puede marcar diferencias sustanciales en los grandes asuntos como el programa nuclear o las relaciones con Washington”, señaló a PERFIL el analista iraní Alex Vatanka, investigador del Middle East Institute.
El próximo 26 de febrero habrá dos elecciones simultáneas y cruciales en Irán: se elegirá un nuevo Parlamento, donde los conservadores podrían perder su actual mayoría; y a los 86 miembros de la llamada Asamblea de Expertos, un órgano que se renueva cada ocho años y entre cuyas funciones están las deponer y elegir al líder supremo. El sucesor de Jamenei emergerá de los miembros de esa Asamblea, que ya “examina opciones para cuando sea necesario elegir al nuevo líder”, según reveló días atrás el ex presidente Hashemi Rafsanjani.
El mes pasado, el nieto de Khomeini, de 43 años, anunció su voluntad de presentarse como candidato independiente a la Asamblea. Su postulación aún debe pasar por el filtro del Consejo de Guardianes, un órgano integrado por seis clérigos y seis juristas que tiene poder de veto sobre cualquier candidatura pública. Aunque el Consejo ha servido históricamente como un instrumento de los “halcones” del régimen para anular a sus competidores reformistas, esta vez se descuenta que el ilustre apellido del aspirante será suficiente para eludir el cerco.
Hassan Khomeini es profesor en la ciudad sagrada de Qom y dirige el mausoleo donde está enterrado su abuelo. En la prensa iraní trascendió que su candidatura contaría con la aprobación tácita de Jamenei, quien le habría dicho que “no hay problema” con su nominación, aunque le habría solicitado “cuidado” en no dañar la imagen de su familia. “Jamenei siempre ha pivoteado entre los conservadores y los reformistas, manteniéndose por encima de ambos bandos y forzándolos a depender de él”, explicó a este diario el profesor Meir Litvak, director del Centro de Estudios Iraníes de la Universidad de Tel Aviv.
En efecto, el nieto de Khomeini tiene posturas cercanas al moderado Rohani y cuenta con el apoyo de los ex presidentes Rafsanjani y Mohamed Jatami. Ambos son enemigos de los conservadores, que observan con inquietud el intento de los reformistas por copar la Asamblea. Para los moderados, a su vez, el ascenso de Khomeini sería puro beneficio: permitiría consolidar el rumbo de la reforma sin renunciar al simbolismo revolucionario tan asociado a la figura de su abuelo. Un “sello de calidad” para el nuevo Irán.