El papa Francisco se dedicará a descansar este martes en Río de Janeiro, un día después de ser aclamado por decenas de miles de peregrinos en su llegada a la populosa ciudad brasileña.
Francisco llegó desde el aeropuerto en un coche que quedó atrapado 10 minutos en el tránsito mientras una multitud le rodeaba, golpeaba la ventanilla y hasta le tiraba regalos dentro,
generó cuestionamientos sobre el operativo de seguridad.
"El secretario del Papa me confió que estaba asustado, pero que el papa permaneció muy sonriente", aseguró el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi.
Vestido con una simple túnica color manteca y un crucifijo de plata, el máximo representante de la Iglesia Católica fue recibido en su primera visita al país con más católicos del mundo por decenas de miles de peregrinos agitando banderas -en su mayoría brasileñas y argentinas- que lloraron y gritaron a su paso.
Poco después de su llegada a Brasil, tras la reunión con la presidenta Dilma Rousseff en el palacio Guanabara, centenares de manifestantes que protestaban cerca de allí contra el gasto público de 53 millones de dólares para su visita y la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), fueron reprimidos por la policía con gases lacrimógenos y chorros de agua. Cinco personas fueron detenidas.