INTERNACIONAL
INICIACIÓN FATAL

El ritual ancestral de circuncisión dejó 39 muertos y decenas de mutilados en Sudáfrica

La ceremonia de circuncisión que marca el paso a la adultez entre los varones del pueblo xhosa volvió a cobrar vidas. En los últimos cinco años, ya se registraron 361 víctimas fatales.

Ceremonia Ulwaluko 310072025
Instrumental para la ceremonia Ulwaluko | WIV.ORG

La ceremonia de iniciación tribal conocida como Ulwaluko terminó este año con un saldo trágico: 39 jóvenes murieron y decenas más sufrieron amputaciones o lesiones permanentes durante circuncisiones mal realizadas en Sudáfrica.

Aunque el gobierno de Sudáfrica había fijado como meta “cero muertes” para 2025, los resultados siguen siendo alarmantes. Aún así, la cifra representa una reducción significativa en comparación con los 93 fallecimientos registrados en 2024.

Desde 2020, más de 361 jóvenes han perdido la vida a causa de este ritual, que se practica principalmente en la comunidad xhosa y se considera un paso obligatorio hacia la adultez. Los que no se someten al proceso son marginados socialmente y etiquetados con el término despectivo Inkwenkwe (“niño”).

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Qué es el Ulwaluko y por qué se practica

El Ulwaluko es un rito de paso que implica el aislamiento de jóvenes durante semanas en chozas alejadas, donde deben aprender habilidades de supervivencia, normas de conducta masculina y, finalmente, ser circuncidados por un “cirujano tradicional”.

Solo los ancianos y los iniciados pueden participar o presenciar la ceremonia, que ha sido transmitida en secreto durante generaciones.

Ceremonia Ulwaluko 310072025

Aunque en teoría es una práctica voluntaria, la presión social es abrumadora. Muchos adolescentes son forzados por sus familias o secuestrados por grupos ilegales para participar.

“Tenía mucho miedo de ir, claro. Pero en mi comunidad, muchos chicos ya lo habían hecho. Quería que los ancianos me vieran como un hombre”, contó a The Guardian, Scotty Dawka, de 19 años, quien sobrevivió a la ceremonia pese a haber enfermado gravemente.

El gobierno sudafricano responsabiliza a bandas criminales que operan escuelas de iniciación clandestinas sin supervisión, donde realizan procedimientos brutales con hojas de afeitar oxidadas o lanzas reutilizadas.

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Según datos oficiales, el 80% de las muertes o mutilaciones ocurren en escuelas no registradas, donde se ignoran las leyes que prohíben la participación de menores de 16 años.

Las principales causas de muerte son gangrena, sepsis, deshidratación severa y golpes, muchas veces infligidos como castigo cuando los jóvenes intentan huir. Algunos fueron apuñalados o ahogados al intentar abandonar la ceremonia.

Anne Kumalo denunció que su hijo de 16 años fue secuestrado con otros 22 chicos y llevado a 30 kilómetros de distancia. “Me cobraron 1000 rands para devolvérmelo. Si no pagaba, lo mataban”, dijo. Cuando la policía halló el lugar, los adolescentes estaban heridos y golpeados.

Ulwaluko: entre la preservación cultural y la urgencia sanitaria

Para frenar los abusos, en Sudáfrica se implementó la Ley de Iniciación Consuetudinaria, que exige que todas las escuelas estén registradas y los cirujanos debidamente certificados. La policía tiene ahora la autoridad para clausurar los establecimientos ilegales y arrestar a sus responsables.

El ministro de Gobernanza Cooperativa y Asuntos Tradicionales, Velenkosini Hlabisa, prometió tolerancia cero durante la temporada de iniciación de invierno. “No podemos devolver las vidas que se perdieron, pero podemos honrarlas asegurando que ninguna familia vuelva a pasar por este dolor”, declaró.

A futuro, el gobierno se comprometió a reducir a la mitad el número de escuelas ilegales, pasando de 429 a menos de 215 para 2029.

Una masculinidad impuesta y silenciada

Detrás del Ulwaluko se esconde una construcción rígida y peligrosa de la masculinidad. A los adolescentes se les enseña a no pedir ayuda médica, a resistir el dolor como prueba de hombría, y a ocultar cualquier detalle del proceso. Quienes rompen ese pacto de silencio pueden ser severamente golpeados o incluso asesinados.

Las heridas se cubren con vendas tan ajustadas que pueden cortar la circulación. En menos de diez horas, el pene puede gangrenarse y requerir amputación. Muchos jóvenes mueren creyendo que “si se les cae, volverá a crecer”, como les dicen sus “enfermeros”.

Tras la ceremonia, las familias deben afrontar costos altísimos: se exige la compra de cabras, mantas, bebidas alcohólicas y un nuevo guardarropa que simbolice el paso a la adultez.

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Diversas voces dentro de la sociedad sudafricana y organismos de derechos humanos reclaman alternativas médicas seguras, realizadas en hospitales, que respeten el simbolismo cultural sin poner en riesgo la vida.

“Soy una mujer xhosa y sé que a los iniciados se les enseña a usar su poder, no a controlarlo”, afirmó la activista Nonkosi Khumalo. “Si pudiéramos transformar la educación que reciben, sin alienar a los líderes tradicionales, podríamos criar una nueva generación de hombres más responsables”, agregó.

Ceremonia Ulwaluko 310072025

Para muchos, la gran pregunta es si la inversión destinada a estas ceremonias no debería redirigirse a educación sexual, acceso a agua potable y prevención del VIH, que afectan gravemente a las comunidades de escasos recursos y vulnerables.

La iniciación tradicional xhosa representa una profunda contradicción: es un símbolo de identidad y orgullo cultural, pero también una fuente de dolor, muerte y silencios impuestos. El desafío para Sudáfrica es encontrar un equilibrio entre la preservación de las tradiciones y la garantía de los derechos humanos más básicos: la vida, la salud y la libertad de elegir.

GD/EM