Tres años después de la catástrofe de la central nuclear de Fukushima, la agencia de noticias AFP visitó el lugar donde, en la oscuridad total, un grupo de hombres hizo todo lo que estaba a su alcance para evitar una catástrofe, sin lograrlo.
En la amplia sala de control de las unidades 1 y 2 de la planta sólo quedan de aquellos días unos apuntes en las paredes, en medio de palancas, pantallas, botones y luces apagadas. Se trata de fechas y números escritos torpemente, marcas visibles de las primeras horas infernales, tras el terremoto y el tsunami que sacudieron a la planta y dejaron en la oscuridad a quienes estaban trabajando allí.
Durante varios días, lucharon 24 horas al día, pero tuvieron que retroceder. ¿Qué estaba ocurriendo en el núcleo de los reactores? Los operadores no lo sabían.
"Las personas que estaban aquí ya no trabajan en la central. Recibieron demasiadas radiaciones", explica Kenichiro Matsui, de la compañía operadora de la central Tokyo Electric Power (TEPCO).
Para llegar hasta allí, hay que ponerse una máscara integral, un traje de trabajo, un gorro, un casco, tres pares de guantes, tres pares de calcetines y zapatos cubiertos. Luego hay que pasar por encima de cables o tubos o por un estrecho laberinto y varias escaleras. Una vez allí, causa sorpresa ver que la sala está limpia y con luz. Los hombres volvieron a ganar terreno.
Sin embargo, cuarenta metros más allá, en los reactores destruidos, sigue habiendo una radiactividad fenomenal que les impide ir y continuará impidiéndolo durante un buen tiempo.
En algunos lugares de Fukushima hay progresos visibles. Así, por ejemplo, se han limpiado edificios. Otras áreas transmiten una impresión de caos, por ejemplo cerca de los depósitos de agua contaminada.
"El tratamiento de esa agua aún no es satisfactorio", según Dale Klein, exdirector de la Autoridad estadounidense de regulación nuclear.
"Cuatro pasos para adelante y dos para atrás. Cada nueva pérdida de agua arruina casi toda la poco confianza reconquistada", agregó, estimando que TEPCO tiene que actuar mejor y más rápido para tratar las aproximadamente 450.000 toneladas de líquido radiactivo acumulado en 1.200 depósitos. Además, se siguen construyendo decenas de estos depósitos.
Entre 3.000 y 4.000 trabajadores se esfuerzan a diario en condiciones muy difíciles para nivelar, instalar equipos, construir una pared subterránea o sacar combustible usado de las piscinas.
No obstante, los tres años transcurridos no llegan representar la décima parte del tiempo que se necesitará para desmantelar cuatro de las seis partes con que cuenta Fukushima.
Japón se dispone a conmemorar el sismo submarino de magnitud 9, el tsunami y el accidente nuclear ocurridos el 11 de marzo de 2011 en Fukushima (noreste).
El accidente, el peor que tuvo lugar en una central nuclear desde el de Chernobyl en 1986, provocó la emisión de grandes cantidades de elementos radiactivos en el aire, el suelo y en el agua de la región.