INTERNACIONAL
“escepticismo democrático”

Francisco advierte que la democracia vive un retroceso

De visita a Grecia, rechazó las “fáciles promesas” del populismo, la burocracia y la distancia de las instituciones de la población.

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En la acrópolis. El Pontífice recorre Atenas al final del primer día de su visita a Grecia. | afp

El papa Francisco advirtió ayer en Atenas, cuna de la democracia, que esta vive un gran retroceso por las “fáciles propuestas” de los populismos, la excesiva burocracia y la distancia de las instituciones con la población, y defendió un “multilateralismo” que no sea sofocado por excesivas pretensiones nacionalistas. 

“No se puede dejar de constatar con preocupación cómo hoy, no solo en el continente europeo, se registra un retroceso de la democracia. La democracia es compleja mientras el autoritarismo es expeditivo y las promesas fáciles propuestas por los populismos se muestran atrayentes”, afirmó el Pontífice ante las autoridades civiles y el cuerpo diplomático de Grecia, en la segunda etapa de su tercer viaje del año y tras la visita a Chipre.

“En diversas sociedades, preocupadas por la seguridad y anestesiadas por el consumismo, el cansancio y el malestar conducen a una suerte de ‘escepticismo democrático’”, señaló Francisco en su primer discurso en Atenas. 

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El Papa aterrizó por la mañana en el aeropuerto internacional de Atenas, donde fue  recibido por el ministro griego de Asuntos Exteriores, Nikos Dendia, acompañado por la guardia de honor y un grupo de niños con trajes tradicionales.

En Atenas, cuna de la democracia como organización política, Bergoglio manifestó que existe “un escepticismo, en relación con la democracia, provocado por la distancia de las instituciones, por el temor a la pérdida de identidad y por la burocracia”. Para Francisco, el remedio a esto no pasa por “la búsqueda obsesiva de popularidad” o “la proclamación de promesas imposibles”, sino por la buena política, que definió como “la responsabilidad suprema del ciudadano” y “el arte del bien común”.

Citando un discurso del político italiano Alcide De Gasperi, considerado junto con Konrad Adenauer, Robert Schuman y Jean Monnet como uno de los “padres de Europa”, Francisco invitó a combatir las “polarizaciones”, que “amenazan con exasperar” la democracia. En este sentido, denunció que “se difunden miedos” cada día “amplificados por la comunicación virtual” y se “elaboran teorías” que se oponen a los demás.

Para el Pontífice, la Unión Europea  está “desgarrada por egoísmos nacionalistas” y, más que ser un tren de solidaridad, algunas veces se “muestra bloqueada y sin coordinación”.

Migrantes. La última visita de un papa a la capital griega fue en mayo de 2001, con Juan Pablo II. El pontífice argentino había viajado a Grecia en 2016, pero su estancia se limitó a la isla de Lesbos, puerta de entrada de miles de migrantes a Europa. El Papa volverá a visitar hoy esta isla, símbolo de la tragedia de la migración. Pero ya desde su primer discurso en Grecia abordó la cuestión migratoria que, aseguró, “ha abierto brechas entre el sur y el norte” de Europa.

“Quisiera exhortar nuevamente a una visión de conjunto, comunitaria, ante la cuestión migratoria, y animar a que se dirija la atención a los más necesitados para que, según las posibilidades de cada país, sean acogidos, protegidos, promovidos e integrados en el pleno respeto de sus derechos humanos y de su dignidad”, afirmó. 

“Siempre ha de privilegiarse el derecho al cuidado y a los tratamientos para todos, para que los más débiles, en particular los ancianos, nunca sean descartados. En efecto, la vida es un derecho; no lo es la muerte, que se acoge, no se suministra”, agregó Francisco, reafirmando su oposición a la eutanasia. 

Finalmente, ha instado a actuar por el bien común en varios frentes: “Pienso en el clima, en la pandemia, en el mercado común y sobre todo en las pobrezas extendidas”.

Ortodoxos. El Papa realizó una visita de cortesía al arzobispo de Atenas y de toda Grecia, Su Beatitud Jerónimo II, en el arzobispado ortodoxo de Grecia y, en un discurso que pronunció, renovó la petición de “perdón” de los católicos a los ortodoxos, refiriéndose a los “errores” y a la “vergüenza” de la Iglesia, veinte años después del gesto simbólico de Juan Pablo II. 

Durante su visita de 2001, Juan Pablo II había pedido “perdón” a los ortodoxos, separados de la Iglesia Católica desde el cisma de 1054 entre Roma y Constantinopla. 

“Para nuestra vergüenza, lo reconozco en nombre de la Iglesia Católica, acciones y elecciones han afectado a la comunión. Así, hemos dejado que las divisiones comprometan la fecundidad”, dijo el Papa ante el arzobispo Jerónimo II. “La historia tiene peso, y hoy siento la necesidad de renovar mi pedido de perdón a Dios y a mis hermanos por los errores cometidos por muchos católicos”, agregó Francisco. 

El Papa se presentó “con mucho respeto y humildad” y se refirió a las “raíces comunes” de ambas Iglesias, que han “atravesado siglos”, y lamentó que hayan “crecido lejos las unas de las otras”.

“Los venenos del mundo nos han contaminado, la semilla de la sospecha ha aumentado nuestra distancia y hemos dejado de cultivar la comunión”, deploró, antes de hablar extensivamente de su aspiración a la “fraternidad”.

Después de su discurso, el Pontífice y el arzobispo intercambiaron regalos en un ambiente cordial. 

La visita se realizó bajo fuertes medidas de seguridad debido al clima tradicionalmente hostil en un país de mayoría ortodoxa, donde los católicos representan poco más del 1% de la población. De hecho, cuando el Papa llegó al palacio arzobispal, un sacerdote ortodoxo gritó: “Papa, eres un hereje”, en presencia de los periodistas, antes de ser retenido por la policía. 

En 2014, tras su regreso de un viaje en Tierra Santa, el Santo Padre ya había pedido perdón por las “divisiones” entre cristianos.