El papa Francisco llega hoy a Polonia para participar de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), empañada por el asesinato de un cura dentro de una iglesia de Francia y por las reticencias de autoridades políticas y eclesiásticas a su mensaje en pro de los refugiados.
El pontífice argentino llega a una ciudad invadida por jóvenes entusiastas de todo el mundo, la Policía calcula que se trata de 200.000, un número menor del esperado posiblemente por el temor de atentados que recorre todo el viejo continente, según consignó la agencia internacional AFP
Su Santidad estará cinco días en Cracovia, la diócesis que el cardenal Karol Wojtyla dirigió antes de convertirse en Juan Pablo II, cuya tumba en la basílica de San Pedro visitó poco antes de partir. Además, se despidió de un grupo de quince jóvenes refugiados de varias nacionalidades, los cuales no pudieron asistir al evento internacional por no tener documentos.
El Papa condenó el "bárbaro asesinato" del sacerdote francés
Previo al baño de multitudes del jueves, Jorge Bergoglio tendrá un encuentro con el presidente polaco, el conservador Andrzej Duda, en el Castillo Real de Wawel en Cracovia y luego con los obispos locales, una reunión a puertas cerradas que se desarrollará en la catedral.
El expresidente polaco Lech Walesa, antiguo líder del sindicato Solidaridad que contribuyó a la caída del comunismo en Polonia, anunció que no asistirá a la ceremonia de bienvenida debido a que "recibió tarde" la invitación, un mensaje al gobierno conservador de su país.
El poder del Opus Dei crece en las sombras de Francisco
Con un clero ultra conservador, y con cierta nostalgia del carismático Juan Pablo II, que estuvo desde 1978 hasta 2005 y fue aclamado por su papel en la caída del comunismo, el país se resiste a aceptar el mensaje de Francisco a favor de una iglesia más flexible y compasiva.
Con este escenario, el encuentro de este miércoles con las autoridades y los obispos será el momento más delicado para el líder del Vaticano, un verdadero test para su línea diplomática.
Despliegue. Las autoridades polacas no escatimaron recursos para evitar todo ataque durante la visita papal: 20.000 policías, 9.000 bomberos, 800 miembros de servicio de la protección del gobierno y 11.000 guardias fronterizos fueron movilizados para garantizar la seguridad.
Como sus dos predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI, el excardenal algentino visitará el santuario mariano de Czestochowa y el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, donde alrededor de 1,1 millones de personas, entre ellos un millón de judíos, fueron asesinados por los nazis. La visita concluirá el domingo con una multitudinaria misa.