INTERNACIONAL
reforma en el vaticano

Francisco removió a un obispo de Perú que fue acusado de pedofilia

El papa argentino destituyó a Gabino Miranda, vinculado al Opus Dei. La Conferencia Episcopal aseguró que el acusado “ya no es sacerdote”.

El Sumo Pontífice realizó esta semana un recorrido sobre el papamóvil en una Plaza San Pedro llena de feligreses.
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DPA/AFP/AP desde el Vaticano

 

El presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, monseñor Salvador Piñeiro, confirmó ayer la destitución del obispo auxiliar de Ayacucho, Gabino Miranda, decretada por el papa Francisco, por acusaciones de pedofilia. “El 5 de julio de este año fui notificado verbalmente por la Nunciatura Apostólica sobre la decisión del Santo Padre Francisco de imponer la pena de dimisión al señor Gabino Miranda Melgarejo, por pecados contra el sexto mandamiento, en proceso sujeto al Secreto Pontificio”, precisó un comunicado firmado por Piñeiro.
El prelado, quien es a la vez arzobispo de Ayacucho –región donde Miranda desempeñaba sus funciones–, subrayó que la “sanción aplicada por la Santa Sede es la más rigurosa de las penas para un clérigo: la pérdida total del estado clerical”.
Al mismo tiempo, expresó su “apoyo al Ministerio Público, que de oficio ha iniciado un proceso de investigación, para que la verdad sea conocida”. Piñeiro refirió que tras retornar de un viaje a Estados Unidos se enteró con amplitud de “la triste noticia” de quien fue su obispo auxiliar.
“Durante los dos años que estoy como arzobispo de Ayacucho nunca he recibido una denuncia contra él”, subrayó en el comunicado. Actualmente se desconoce el paradero del ex obispo.
El caso, el primero de un obispo peruano involucrado en pedofilia, fue dado a conocer la semana pasada por el ex presidente de la Conferencia Episcopal, obispo Luis Bambarén, quien afirmó que Miranda “no sólo ha sido destituido, sino reducido al estado laical, ya no es ni sacerdote”.
Tras esta revelación, en Ayacucho el fiscal Gary Chávez pidió a la Fiscalía de la Nación que solicite información a través de la Cancillería a la Nunciatura Apostólica en Perú para iniciar las investigaciones sobre el caso. Hasta el momento no se han presentado denuncias de personas que habrían sido afectadas, según señalaron fuentes judiciales de Ayacucho.
El pasado 20 de septiembre, la fiscalía de la región Ayacucho, en el sur del país, abrió “de oficio” una investigación contra Gabino Miranda. El caso fue hecho público el jueves pasado por el presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el peruano Diego García Sayán, quien informó que Miranda había sido destituido por el Vaticano y pidió la intervención de la fiscalía.

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Miranda, de 53 años y vinculado al Opus Dei, ha dejado su cargo e incluso su nombre y su perfil han sido borrados de la página web oficial del Arzobispado de Ayacucho.
El ex obispo, conocido por conducir la misa en idioma quechua, ha sido acusado de tener relaciones con menores de edad.
Al conocerse el caso, la ministra de la Mujer, Ana Jara, felicitó a la Iglesia Católica por haber destituido a Miranda y adelantó que su despacho iba a solicitar a la fiscalía una resolución judicial que “aparentemente habría librado de responsabilidades al ex obispo”.
La destitución del obispo peruano representa otra acción concreta del papa argentino para combatir la pedofilia en el seno de la Iglesia Católica. Jorge Bergoglio ya removió a varios prelados de diócesis alrededor del mundo denunciados por casos de abuso.

 

Una Iglesia abierta

El papa Francisco dijo ayer que prefiere una Iglesia “lesionada” y no una que esté “enferma”, al expresar su deseo de una congregación cristiana abierta y no encerrada en sí misma. Fue durante un encuentro con catequistas en la sala Pablo VI del Vaticano.
“Prefiero mil veces una Iglesia lesionada que una Iglesia enferma”, dijo el Pontífice. Y agregó: “Cuando nosotros los cristianos estamos encerrados en nuestro grupo, en nuestro movimiento, en nuestra parroquia, en nuestro ambiente, cuando permanecemos cerrados, nos sucede lo que ocurre a aquél que está cerrado: cuando una habitación está cerrada, comienza a haber olor a humedad, y si una persona está encerrada allí, se enferma. Cuando un cristiano está encerrado, se enferma”.
El Sumo Pontífice agregó que prefiere “un catequista que tiene el coraje de correr el riesgo”.