Las autoridades en Indonesia entierra en fosas comunes a las víctimas del terremoto y tsunami que destrozaron la ciudad de Palu en Indonesia, mientras cientos de personas buscan a sus familiares desaparecidos en bolsas con cadáveres. En Poboya, ubicada en las colinas sobre Palu, los voluntarios abrieron una fosa común de 100 metros de largo y empezaron a llenarla con centenares de cadáveres metidos en bolsas con el objetivo de prevenir la propagación de enfermedades.
Los voluntarios recibieron instrucciones para preparar la fosa para 1.300 víctimas: solo 540 cadáveres fueron trasladados a la fosa común desde un solo hospital. Este martes, la cifra oficial de fallecidos llegaba a 1.234 personas, pero hay miles de personas todavía desaparecidas. Cientos de cadáveres son encontrados en las playas y las autoridades temen que muchos hayan sido arrastrados mar adentro. "Hay muchos cuerpos tirados en la playa y flotando en la superficie del mar", afirmó a los medios un residente local.
Un tsunami golpeó la isla el viernes pasado poco antes de la oración de la tarde en el país de mayoría musulmana. La ola, que alcanzó los seis metros de altura en algunas zonas, devastó la ciudad de Palu.
Jan Gelfand, presidenta de Cruz Roja en Jakarta, afirma que los equipos de rescate están buscando "formas creativas" para intentar llegar a las víctimas en las áreas más remotas, aunque la falta de maquinaria pesada complica la recuperación de cadáveres de entre los escombros. Gelfand afirma que la organización instaló 25 tanques de agua en la zona costera, pero asegura que esto solo "es una gota en el océano respecto a lo que se necesita". "A nuestros equipos les costó entre 12 y 15 horas entrar, y pasará un tiempo hasta que puedan hacer una evaluación de la situación", añade.
En algunas zonas de Palu el suelo se convirtió en lodo, un fenómeno conocido como liquefacción. Del suelo se desprende agua y en poco tiempo se convierte en una masa espesa. "La parte más dura ha sido caminar por el lodo durante una hora y media cargando cadáveres", dijo la portavoz de la Cruz Roja Indonesia, Aulia Arriani, citando a los equipos de rescate.
Entre tanto, la situación en la isla se vuelve cada vez más caótica. Entre los supervivientes aumentan la desesperación y la ira debido a la falta de agua, víveres y combustible. Hay personas apostadas en las calles con letreros que dicen "Necesitamos comida" y "Necesitamos apoyo". El lunes, Indonesia solicitó oficialmente ayuda al extranjero. El ministro de Seguridad, Wiranto, aseguró que ya se está enviando ayuda alimentaria por mar, aire y tierra. Sutopo, el portavoz de la Agencia Nacional para la Gestión de Desastres, admitió que muchas de las personas desplazadas no recibieron ayuda adecuada y que faltan víveres, combustible, agua limpia y ropa.
El martes, otra isla indonesia, Sumba, fue sacudida por un nuevo terremoto, de magnitud 6,3. El hipocentro se ubicó a unos diez kilómetros de profundidad bajo el fondo del mar, y el epicentro a unos 66 kilómetros al suroeste de la isla.
En Palu se registraron saqueos. Según la emisora británica BBC, las fuerzas de seguridad efectuaron disparos de advertencia. La Policía detuvo a 45 personas que intentaban robar, entre otros, televisores de pantalla plana, zapatos, ropa y un cajero automático, según informó el portavoz de la Policía local, Dedi Prasetyo. Los arrestados se enfrentan a penas de prisión de hasta siete años.
El domingo, la administración de Cébeles declaró un estado de emergencia de 14 días. Sutopo Purwo Nugroho, portavoz de la agencia de desastres naturales, afirmó que esto permitiría "que tanto el Gobierno local como el nacional movilicen personal, logística y equipos, así como dinero, para resolver las necesidades de la zona y las personas afectadas".
Sutopo confirmó que Palu y la población cercana de Donggala no tendrán electricidad durante al menos otros tres días, mientras que el agua potable y el combustible se están agotando. Supervivientes desesperados se enfrentan a otra noche a la intemperie y se han formado colas para recibir comida y combustible. También se han producido algunos saqueos. Miles de personas se han agolpado en el aeropuerto de Palu en un intento desesperado por salir del país.