INTERNACIONAL
Estados Unidos

Joe Biden, el hip-hop, y el voto afroamericano

Los demócratas buscan el apoyo de artistas para conseguir el voto de las minorías. Al mismo tiempo, tienen que despegarse de un pasado incómodo, como haber votado la Crime Bill en los 90.

Joe Biden
Joe Biden compartió una imagen en las redes sociales que lo mostraba durante una marcha en memoria de George Floyd en Delaware. | Instagram @JoeBiden

Los dirigentes políticos blancos estadounidenses han dejado incluso de intentar construir lazos reales y duraderos con los ciudadanos afroamericanos. Esto sucede no sólo en el espectro político republicano o del trumpismo, sino, también, dentro del mismo Partido Demócrata. Los candidatos parecen preferir utilizar de “puentes” a personajes famosos y respetados dentro de la comunidad negra en vez de dirigirse directamente a sus votantes. Existe una creencia de que si un rapero famoso los apoya, eso hará que sus fans también lo hagan y se dirijan en masa a emitir sus votos. Sin embargo, esto prácticamente nunca es así.

Siempre existió una estrecha relación entre el show business norteamericano y la política. Ya sea desde los tiempos de Frank Sinatra haciendo campaña por John F. Kennedy, los Allman Brothers y Bob Dylan por Jimmy Carter, o Jay-Z por Barack Obama. Desde precisamente el último presidente demócrata  que existe una búsqueda constante de los candidatos del partido por endorsements de raperos o actores. Durante los años previos a la elección de Obama, existió una militancia genuina del star system afroamericano, entusiasmado de tener por primera vez a un presidente negro.

Raperos como Talib Kweli o Common nombraban a un entonces todavía desconocido Obama en sus letras. Otras estrellas del género, como P Diddy, Jay-Z o Nas, hicieron campaña por el senador de Chicago, que les correspondía pasando sus canciones en sus mítines y hablando en entrevistas sobre su gusto por el hip-hop. Una música que hasta entonces había sido completamente marginada de la política y asociada a un componente tóxico, que sólo haría perder votos a los candidatos. Para mediados de la década de los 2000, no obstante, se trataba del estilo musical dominante en el país, y cualquier asociación con sus máximas estrellas reportaba rédito electoral.

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La luna de miel de Obama con el género se desvaneció para su segunda campaña. Muchos no veían una diferencia sustancial en el trato que la comunidad negra recibía en el día a día bajo la presidencia de Obama, la de Bush o la de Clinton. La oposición republicana utilizaba los vínculos del presidente con estrellas del rap para mostrar un supuesto desdén de Obama por la ley, el orden y las instituciones del país. El presidente respondió buscando diferenciarse de su cercanía con un estilo de música que le fue muy útil a la hora de ganar la elección en 2007. Para su segundo mandato, la mayoría de los raperos que lo habían apoyado anteriormente, ya se habían bajado del barco aduciendo desilusiones con sus políticas laborales, raciales y económicas.

Durante 2016, Hillary Clinton intentó acercarse nuevamente a este sector en orden de ganar votos afroamericanos. Por supuesto, no se vio de ninguna manera natural que una mujer blanca, mayor de 60 años y de clase alta, tuviera ninguna conexión con el hip-hop. La alianza no funcionó y a pesar del apoyo de muchas figuras públicas, Clinton no pudo obtener una tracción concreta en el voto afroamericano. En los tiempos de Black Lives Matter, Joe Biden y los demócratas entienden que necesitan más que nunca de la juventud afroamericana para ganar la elección. Por eso, nuevamente intentan acercarse a super estrellas del hip-hop, pero en el camino parecen ignorar que la comunidad negra del país está muy politizada y se mueve en base a propuestas concretas, no a apoyos de sus famosos.

Para lograr una mayor inserción en ese sector, el candidato opositor a Donald Trump y su compañera de fórmula tienen como desafío despegarse de un track record nada amigable ante los ojos afroamericanos. Biden apoyó leyes durante los años 90 que sólo sirvieron para una aún mayor criminalización de la comunidad. Kamala Harris, a su vez, siempre se posicionó del lado de la policía en casos de violencia institucional cuando era Fiscal General del Estado de California. La fórmula del Partido Demócrata necesitará mucho más que conseguir apoyos de raperos exitosos para poder mostrarse como un verdadero bastión de transformación social para los afroestadounidenses. Por ahora, parecen encontrarse lejos de lograrlo.

*Magister en Relaciones Internacionales.