Cuando asuma el próximo 20 de enero, Joe Biden tendrá que enfrentar un mundo muy distinto al que dejó cuando abandonó la Casa Blanca en 2016. Su gestión enfrentará la pandemia y la mayor recesión económica desde 1930, la competencia estratégica con China, y un orden internacional en crisis. Esos retos exigirán políticas públicas creativas, impulsadas por políticos del establishment demócrata que ocuparon altos cargos en la gestión de Barack Obama.
¿Cuáles son las ideas de política exterior del equipo de Biden? Básicamente, reincorporar a Estados Unidos en las instituciones multilaterales y reconstruir alianzas con el objetivo de enfrentar el ascenso de China. Anthony Blinken, nominado como secretario de Estado, y Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional, conforman el binomio que ayudará al presidente electo a tomar decisiones en la escena internacional. En un reciente artículo en Foreign Affairs, Sullivan, de 43 años, propuso la necesidad de competir y, al mismo tiempo, cooperar con China. Su estrategia incluye la coexistencia con la superpotencia en ascenso, con la que tendrá que colaborar para combatir el cambio climático y la pandemia, y la disuasión para controlar y neutralizar eventuales amenazas. En ese sentido, Stephen Walt, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Harvard, explicó esta semana en el Programa Ejecutivo “Estados Unidos en el Siglo XXI”, organizado por la UCA, que “China intentará empujar a Washington fuera de Asia, mientras que EE.UU. buscará seguir siendo un poder asiático”.
Blinken, candidato a comandar el Departamento de Estado, también quiere competir “desde una posición de fuerza y no de debilidad”. Según su mirada, Donald Trump alienó a los aliados de Estados Unidos. La misión ahora es reconquistarlos para enfrentar a Beijing. El equipo de Biden coquetea con la idea de una alianza de democracias que totalicen entre el 50 y 60% del PBI global y, por lo tanto, fuercen a Xi Jinping a adoptar reformas económicas domésticas que “nivelen” la cancha de la competencia económica y tecnológica, soslayando que China es el principal socio comercial de muchas de esos países. Los demócratas también proponen poner “los valores y derechos humanos en el centro de la política exterior”. Esa postura podría generar rispideces con Beijing, en el caso de que Washington denuncie el internamiento de la minoría musulmana uigur en campos de concentración y la represión a los manifestantes en Hong Kong.
Rusia. Los demócratas han denunciado en los últimos años una relación complaciente de Trump con Vladimir Putin. En 2009 Obama intentó resetear la relación bilateral, pero la expansión de la OTAN hacia el este, la revuelta en Ucrania y la anexión de Crimea tensionaron el vínculo. Apenas asuma Biden, vencerá el Nuevo START, el Tratado de Limitación de Armas Estratégicas, y será el primer test que enfrentará la diplomacia estadounidense con Moscú. “La Limitación de Armas Estratégicas es algo que debemos seguir persiguiendo con Rusia, pero es mejor hacerlo cuando tenemos los ojos bien abiertos, no firmemente cerrados como en los últimos años”, afirmó Blinken en una conferencia en el Hudson Institute.
Europa. El vínculo transatlántico está íntimamente relacionado con cómo evolucione la tensión con Rusia, la potencia en declive que desea mantener su esfera de influencia en el espacio euroasiático. El America First de Trump dejó profundas heridas en los líderes europeos, especialmente en Emmanuel Macron y Angela Merkel. “Revalorizar estas alianzas empezando por la OTAN será muy, muy importante para la administración Biden”, afirmó Blinken. Walt cree que esos lazos de seguridad forzarán a la UE a inclinarse por Estados Unidos en la competencia con China.
América Latina. Como en anteriores administraciones, el hemisferio no será una prioridad para la Casa Blanca. No obstante, su foco estará puesto en México, por su densa relación comercial, política y social, y en Centroamérica. Allí, será clave el Triángulo del Norte, conformado por El Salvador, Guatemala y Honduras. De esos países provienen muchos de los migrantes que intentan llegar a Estados Unidos. Biden propuso una “estrategia regional de cuatro años y 4.000 millones de dólares”, para combatir la criminalidad y la corrupción y reconstruir la economía de esas naciones.
Irán. El acuerdo nuclear con Irán fue uno de los legados de Obama que Trump revirtió. Mientras Reino Unido, Francia, Alemania, China y Rusia intentaron mantenerlo con vida, Teherán enriqueció nuevamente uranio por encima de los límites estipulados. El gran interrogante es si Biden reincorporará a Estados Unidos al JCPOA, si negociará un nuevo acuerdo o si mantendrá el status quo de Trump. “Con nuestros socios y aliados de nuevo de nuestro lado, y el acuerdo, una vez más, en vigor, podemos utilizarlo como plataforma para tratar de construir uno más fuerte y más largo”, respondió Blinken.
Israel y Palestina. Si bien los asesores de Biden garantizaron que velarán por la seguridad de Israel, también se expresaron a favor de la solución de los dos Estados, uno palestino y otro israelí. “Una solución de dos Estados representa a mi juicio y al juicio del presidente electo la mejor y probablemente la única manera de tener un futuro seguro para Israel y un Estado para los palestinos”, sostuvo Blinken.
India. Si bien ya hay un vínculo bilateral estrecho, Biden podría apostar fichas por India, en un esfuerzo por cercar a China. Blinken aseguró que “será de muy alta prioridad” fortalecer y profundizar la alianza bilateral. En agosto pasado, en tanto, lanzó una idea que, de concretarse, tendría un alto impacto internacional: “En la administración Biden defenderemos que la India desempeñe un papel de liderazgo en las instituciones internacionales y eso incluye ayudar a conseguirle un asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”.