Treinta años atrás, un 31 de octubre, el papa Juan Pablo II reivindicaba a Galileo Galilei y cuestionaba a la Iglesia Católica por la persecución que emprendió contra el astrónomo, cuya forma de pensar ponía en riesgo al sistema teocéntrico.
En 1992, a 359 años de la sentencia de la Inquisición contra Galileo Galilei, Juan Pablo II reconoció el error del Santo Oficio que ordenó al científico a retractarse de su pensamiento, puesto que apoyaba la teoría de Nicolás Copérnico que establecía que la Tierra giraba sobre sí misma y alrededor del Sol y, no viceversa.
De esta manera, el pontífice polaco defendió la inocencia del científico, quien había sido acusado de hereje, en un intento de abrir paso a una nueva etapa dentro del Vaticano.
Esta decisión se dio luego de que, en 1981, Juan Pablo II haya nombrado a una Comisión como la encargada de investigar si la condena que había recibido Galileo era justa, conforme las pruebas que se tenían en ese momento.
Los juicios a los que se enfrentó Galileo
El reconocido astrónomo se enfrentó a dos juicios con la Iglesia Católica: uno en 1616 y otro en 1633, cuya condena fue la que rectificó el papa cientos de años más tarde.
Durante la primera acusación contra Galileo, el tribunal de la Iglesia Católica consideraba que la teoría heliocéntrica iba en contra de los textos de la Biblia que establecía que la Tierra estaba quieta, mientras los demás cuerpos celestes giraban a su alrededor. Por esto mismo, la Inquisición introdujo dentro de la lista de libros prohibidos al libro de Copérnico y amonestó a Galileo, para que abandonar sus ideas y se abstuviera a defenderlas.
Sin embargo, el científico se retractó solamente de palabra, ya que seguía apoyando esta teoría. Así, en 1633, Galileo fue juzgado y declarado culpable por enseñarla y por haber publicado el libro Diálogo, escrito en la lengua popular, que divulgaba las ideas copernicana.
En ese momento, el científico sostuvo ante el tribunal: “La naturaleza y la Biblia derivan ambas de Dios, y es absurdo querer contradecir la naturaleza, que es la expresión directa de la voluntad divina, sobre la base de la interpretación humana de las Sagradas Escrituras. Por el contrario, se debe aprender a leer e interpretar las escrituras a través de la naturaleza”.
Pese a que Galileo juró que abandonaría este pensamiento, para la Iglesia no fue suficiente, por lo que fue condenado a prisión el 22 de junio de ese año, pena que luego fue conmutada a arresto domiciliario.
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El proceso de deconstrucción de la Iglesia
Más allá de lo que significó el reconocimiento de Juan Pablo II, la Iglesia ya había comenzado un proceso de apertura hacia la ciencia, cuando en 1757 se retiró la prohibición eclesiástica de publicar libros en los que se afirmara que la Tierra se movía en relación con el Sol.
Casi un siglo después, el papa Pío VII autorizó la publicación de las lecciones de astronomía de un canónigo que afirmaba, como Galileo, que la Tierra no era el centro del sistema. Juan Pablo II culminó este proceso de deconstrucción al considerar que la Iglesia se equivocó con su sentencia y al defender la inocencia de Galileo Galilei.
RdC / ds