China y Estados Unidos lanzaron ayer las primeras salvas de lo que podría convertirse en una guerra comercial, tras la entrada en vigor de los aranceles que impuso Donald Trump al acero (25%) y al aluminio (10%), una medida destinada a penalizar en 60 mil millones de dólares al gigante asiático. En represalia, Beijing anunció que, si fracasan las negociaciones con Washington, aplicará tarifas a 128 productos estadounidenses, entre ellos frutas, etanol, carne de cerdo y aluminio reciclado. El impacto económico de la ofensiva comercial de Estados Unidos contra China es por el momento incierto, pero preanuncia un escenario global turbulento.
La retaliación del gobierno de Xi Jinping apunta a productos que el año pasado totalizaron 3 mil millones de dólares en importaciones –el 2% del total de las exportaciones estadounidenses a Beijing–. Por el momento, China no incluyó en su lista a la soja, que en 2017 implicó ingresos por 14 mil millones de dólares para Estados Unidos. Además, tampoco anunció si tomará alguna medida con respecto a la compra de bonos de deuda norteamericanos.
“Es una reacción muy moderada en relación a las medidas de Estados Unidos”, indicó Betty Wang, analista de ANZ. “La respuesta es modesta pero los medios de presión de China son mucho más importantes de lo que admite Washington”, advirtió, por su parte, Stephen Roach, investigador de la Universidad de Yale, al recordar que Beijing es el máximo acreedor de Estados Unidos.
En cambio, Paul Krugman, premio nobel de Economía en 2008, consideró que la decisión de Trump precipitará una guerra comercial que dañará a Washington y sus aliados. “Estos conflictos son malos. Casi todos terminan perdiendo. Si alguien ganara, serían las naciones que obtuviesen influencia geopolítica por el daño de la reputación de Estados Unidos. Y eso significa que quien emerja victorioso de la guerra comercial de Trump será... China”, escribió en The New York Times.
Las sanciones entraron ayer en vigor –Argentina, Brasil, Australia, Corea del Sur, México, Canadá y la Unión Europea fueron por el momento excluidas de las medidas– y constituyen un “preludio a una serie de negociaciones”, según aseguró el secretario de Comercio estadounidense, Wilbur Ross. En Beijing también conservan esa esperanza. “Esperamos que los dos países puedan resolver sus diferendos con el diálogo y la negociación”, dijo Hua Chunying, vocero de la Cancillería china, al tiempo que advirtió que su país “luchará hasta el final”.
Derrumbe. Las bolsas mundiales cayeron ayer ante el temor de una guerra comercial. Los mercados asiáticos y europeos se desplomaron, mientras que en Wall Street el Dow Jones bajó un 1,8% y el Nasdaq un 2,4%. Los mercados están en alerta ante lo que perciben como un “cóctel envenenado” compuesto por incertidumbre política, agresividad de la Reserva Federal de Estados Unidos y estrés en el mercado del crédito.
El superávit comercial de China con EE.UU. alcanzó en 2017 los 288 mil millones de dólares, un 13% mayor con respecto a 2016. Ese dato obsesiona a Trump, que pretende reducir el déficit con recetas proteccionistas.