La carta del chileno Juan Carlos Cruz describe los abusos, besos y manoseos que dice haber sufrido en su adolescencia a manos del sacerdote chileno Fernando Karadima, unos abusos que, según afirmó, el actual obispo de Osorno, Juan Barros, y otras personas presenciaron y no hicieron nada para detenerlos.
Según Associated Press, Cruz entregó la carta al cardenal Sean O’Malley, máximo asesor de Francisco en la lucha contra los abusos. “Cuando le dimos la carta para el Papa, nos aseguró que se la daría y le hablaría de las preocupaciones”, explicó Cruz. “Y en una fecha posterior, nos aseguró que eso se había hecho”. Pero ni el Vaticano ni O’Malley respondieron y este año el Papa afirmó que ninguna víctima había presentado “pruebas” de lo ocurrido.
“Santo Padre, me animé a escribirle esta carta porque estoy cansado de pelear, llorar y sufrir”, escribió Cruz en la carta, escrita en abril de 2015, después de que el pontífice nombrara obispo de Osorno a Juan Barros. “Nuestra historia es bien conocida y no tiene sentido recordársela, basta contarle el horror de haber vivido este abuso y las ganas de suicidarme”.
En la misiva al papa, Cruz implora a Francisco que le escuche y cumpla su promesa de “tolerancia cero”: “Santo Padre, una cosa es el tremendo dolor y angustia del abuso tanto sexual como psicológico al que fuimos sometidos, pero quizá hasta peor es el terrible maltrato que hemos recibido de nuestros pastores”, escribió.
Cruz describe en detalle la naturaleza homoerótica del círculo de sacerdotes y niños en torno a Karadima, un carismático predicador cuya comunidad de El Bosque, en el acomodado barrio de Providencia de Santiago de Chile, produjo docenas de vocaciones sacerdotales y cinco obispos, incluido Barros.
En la carta describe cómo Karadima besaba a Barros y le tocaba los genitales, y hacía lo mismo con sacerdotes más jóvenes y adolescentes, y cómo los jóvenes sacerdotes y seminaristas peleaban por sentarse junto a Karadima en la mesa para recibir sus muestras de afecto.
“Más difícil y fuerte era cuando estábamos en la habitación de Karadima", agrega Cruz, "y Juan Barros, si no se estaba besando con Karadima, veía cuando algunos de nosotros, los menores, éramos tocados por Karadima y nos hacía darle besos diciéndome: ‘Pon tu boca cerca de la mía y saca tu lengua’. Él sacaba la suya y nos besaba con su lengua. Juan Barros era testigo de todo esto y lo fue incontables veces, no solo conmigo sino con otros también”. “Juan Barros ha encubierto todo lo que le cuento”, finalizaba.