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Francisco revolucionó ayer al Paraguay en el segundo día de su visita, en el que condenó las “ideologías que siempre terminan en dictaduras”, llamó a la la corrupción “la gangrena de un pueblo”, y defendió la importancia de la “cultura popular” ante la “ilustrada”.
“Las ideologías terminan mal, no tienen en cuenta al pueblo. Fíjense lo que ocurrió con las ideologías del siglo pasado, terminaron siempre en dictaduras”, clamó el papa ante más de 5.000 personas en el polideportivo León Condou de Asunción, ante quienes también arremetió contra el “modelo económico” imperante que “necesita sacrificar vidas humanas en el altar del dinero y de la rentabilidad”.
A los jóvenes, en particular, les pidió “jugársela por algo, por alguien, no tengan miedo de dejar todo en la cancha”.
Las definiciones políticas del papa se dieron en el marco de una jornada intensa como pocas, en la que tuvo un episodio de baja presión mientras se cambiaba para oficiar misa. “Puede que haya sido también la emoción. Se repuso, estuvo alegre, sonriente. Mañana (por hoy) es nuestra última jornada maratónica y vamos a estar bien”, dijo su médico italiano, Carlos Morínigo.
Ayer, Francisco conmovió en un encuentro con chicos enfermos y al rezar el Padre Nuestro en guaraní; ofició una misa multitudinaria en el santuario de la Virgen de Caacupé, patrona del país, evocó el sufrimiento paraguayo tras la guerra de la Triple Alianza y pidió a su gente no perder la memoria, las raíces, ni la razón de sus luchas. Y todo al día siguiente de haber invitado al gobierno de Paraguay –y a todos los de América Latina– a “luchar impetuosamente” contra la corrupción, el narcotráfico, la violencia y la pobreza.
Los niños. Francisco comenzó su jornada con una visita a un hospital pediátrico de enfermos de cáncer en las afueras de Asunción, al que llegó en un Peugeot 405, modelo 1989, el mismo que utilizó Juan Pablo II hace 27 años cuando visitó Paraguay.
“Este es un hospital donde muchos chicos sufren. Quiero decirles que rezo por ustedes y rezo por sus hijos. Es tan importante un niño en la vida”, dijo el papa a los padres de los menores que padecen enfermedades graves. Francisco provocó sollozos y mucha emoción cuando abrazó a una nena con capacidades diferentes en brazos de su madre. Abrazó y besó también a otros chicos que saltaron la valla protectora e instruyó a sus guardias a permitir que llegaran hasta él. Una de ellas le entregó una carta que le había escrito.
Emoción. Uno de los momentos de mayor emoción colectiva se dio cuando durante la misa que ofició por la mañana en el santuario de la Virgen de los Milagros de Caacupé, patrona de Paraguay, rezó junto a los fieles en guaraní el Padre Nuestro.
El guaraní es una de las lenguas oficiales del Paraguay, junto al castellano, y los jesuitas, la orden de Bergoglio, tienen mucho que ver con su preservación: fue uno de ellos, Antonio Ruiz de Montoya, quien publicó la primera gramática en guaraní en 1639.
El Papa había llegado al santuario en uno de los papamóviles que ha utilizado durante esta gira latinoamericana. La ciudad, a unos 50 kilómetros al este de Asunción, había sido “tomada” ya desde el viernes por un millón de personas que en su mayoría pasaron la noche a la intemperie, durante la cual cayeron algunos chaparrones.
“Estar aquí con ustedes es sentirme en casa, a los pies de nuestra Madre, la Virgen de los Milagros de Caacupé”, dijo el Papa ante una multitud que ondeaba banderas con los colores del Vaticano, de Paraguay y de Argentina.
“Este es un lugar de fiesta, de encuentro, de familia. Venimos a presentar nuestras necesidades, venimos a agradecer, a pedir perdón y a volver a empezar”, lanzó el Papa desde el altar, antes de anunciar que había elevado el santuario de la Virgen de Caacupé a la categoría de basílica menor, como lo son todas las que están fuera de Roma.
Todo ok. Poco antes, Francisco había saludado a enfermos y minusválidos dentro de la basílica, donde un coro entonó canciones religiosas a ritmo de la polca paraguaya. Fue en ese momento que sufrió la hipotesión que demoró unos diez minutos su salida.
Esa demora, su rostro descompuesto, y las evidentes muestras de cansancio que ha dado durante su etapa paraguaya, obligaron al vocero vaticano, Francisco Lombardi, a asegurar que el Papa no tenía ningún problema de salud. “Como han podido ver ustedes mismos, el pontífice está bien, todo ok”, dijo a los periodistas.
Mujeres. En su homilía en Caacupé, el Papa aludió a la Guerra de la Triple Alianza, al dedicar un emotivo recuerdo a las “mujeres y madres paraguayas que, con gran valor y abnegación, han sabido levantar un país derrotado, hundido, sumergido por la guerra. Ustedes tienen la memoria, la genética de aquellas que reconstruyeron la vida, la fe, la dignidad de su pueblo”, dijo. En aquella guerra, que lo enfrentó con Argentina, Brasil y Uruguay entre 1865 y 1870, el Paraguay perdió al 90% de sus hombres y fueron las mujeres, en su mayoría viudas o huérfanas, quien lo reconstruyeron. “Dios bendiga ese tesón. Dios bendiga y aliente su fe. Dios bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América”, proclamó Francisco.
Antes de su reunión con la sociedad civil, el Papa visitó fuera de programa una clínica para enfermos terminales en la que cada semana mueren dos o tres personas de sida o cáncer. “El Papa me dijo: ‘Gracias padre, seguí adelante’”, contó su responsable, el sacerdote italiano Aldo Trento.
En su última actividad, y luego de recibir las llaves de la ciudad, el Papa rezó en la Catedral junto a religiosos, a quienes dijo: “somos nosotros las manos de Dios que alzan de la basura al pobre. Somos nosotros quienes trabajamos para que la tristeza de la esterilidad se convierta en la alegría del campo fértil”
El “huracán Francisco” sacudió a Paraguay. Según una encuesta de la encuestadora D’Alessio IROL, el 68 por ciento de los consultados respondió que el Sumo Pontífice los “inspiraba a ser mejores personas”.