La Cumbre de Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible que se realizará del 22 al 25 de junio en Río de Janeiro (Río+20) tratará de reactivar los debates y de buscar soluciones ante la acelerada degradación del planeta, veinte años después de la Cumbre de la Tierra que dio la señal de alarma.
En total, Río+20 abordará siete temas prioritarios, definidos por el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon: a) los empleos que puede crear la economía verde, b) el acceso universal a una energía más eficaz y más limpia, c) las ciudades sostenibles con menos polución y menos pobreza, d) la seguridad de los alimentos, e) el acceso universal a fuentes de energía más eficaces y más limpias, f) el acceso al agua potable y a las instalaciones sanitarias, g) la gestión sostenible de los océanos, y h) la prevención de catástrofes naturales.
El desarrollo sostenible es el que respeta el medio ambiente y se apoya sobre tres pilares: el medio ambiente, la economía y los aspectos sociales. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) presentará un informe con constataciones contundentes: alza de emisiones de gases con efecto invernadero, acumulación de residuos, disminución rápida de las reservas de peces, amenazas sobre la biodiversidad y falta de agua potable para millones de personas.
Acudirán a Río unos 130 jefes de Estado y de Gobierno, así como decenas de miles de miembros de ONGs, industriales, militantes y representantes de pueblos originarios. Esta será la cuarta cumbre de desarrollo sostenible de la historia, después de las de Estocolmo en 1972, Río de Janeiro en 1992 y Johannesburgo en 2002.
En las negociaciones informales sobre el acuerdo que los participantes deberían firmar el 22 de junio, cada país y cada grupo de interés defendió sus posiciones con vehemencia. Al concluir la última ronda, el 2 de junio, los delegados sólo habían alcanzado acuerdos sobre 70 de los 329 puntos de discusión (un 21% del total). Las divergencias seguían en cambio vivas sobre asuntos esenciales, como el cambio climático, los océanos, la alimentación y la agricultura, así como sobre la definición de las metas, las transferencias de tecnología y la economía verde.
Ban Ki-moon llamó la semana pasada a los gobiernos a mostrar más flexibilidad, al indicar que los problemas del futuro del planeta "deben anteponerse a los intereses nacionales o a los intereses de grupos".