INTERNACIONAL
¿Hacia un nuevo orden?

La era del proteccionismo: ¿Peligra la globalización?

EE.UU. con Trump a la cabeza, Francia con Marine Le Pen y la Unión Europea (UE) tras el cimbronazo del Brexit son reacios al libre comercio.

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Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico | flickr.com
Finalizó la Cumbre de Líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que tuvo lugar desde el 14 al 20 de noviembre en Lima, Perú dejando un balance claro: sí a la apertura, no al proteccionismo. “Nosotros no nos cerraremos, vamos a abrirnos más”, manifestó el presidente de China, Xi Jinping.

Las veintiún economías miembro (Australia; Brunei Darussalam; Canadá; Chile; China; Hong Kong, China; Indonesia; Japón; Malasia; México; Nueva Zelanda; Papúa Nueva Guinea; Perú; Filipinas; Rusia; Singapur; Corea; Chinese Taipei; Tailandia; Estados Unidos y Vietnam) representan aproximadamente el 57% del PBI mundial con 2.8 billones de personas. Apuestan por la reducción de barreras al comercio con un matiz fundamental: mejorar la redistribución. El viraje de gobierno de la Argentina permite sumarla junto a Brasil y Perú a la postura de los países asiáticos que bregan por un aumento del libre comercio. Del otro lado del escenario se agrupan quienes son reacios a los posibles efectos positivos del libre comercio: Estados Unidos con Trump a la cabeza, Francia con Marine Le Pen y la Unión Europea (UE) que recibió el cimbronazo institucional del Brexit.

Hoy el Brexit y el triunfo de Donald Trump están tirando por la borda la tajante austeridad europea liderada por Angela Merkel.  Las instituciones económicas mundiales (FMI, OCDE, G7, G20, BCE -Banco Central Europeo-) piden a gritos a la UE una política fiscal expansiva. La Comisión Europea propone un plan de inversiones de unos 50.000 millones de euros de manera tal que se permita acompañar con más gasto público a la política monetaria expansiva de la banca europea. 

Los tipos de interés subirán más de lo esperado si en los Estados Unidos hay crecimiento e inflación. Europa bajo este panorama está urgida de impulsar una fuerte expansión fiscal. Una vez más la responsabilidad cae en cabeza de Alemania. De allí deberán proceder las inversiones. España e Italia se encuentran lejos de protagonizar una hipotética política expansiva. 

Europa precisa más dinero. La presentación que realizó la UE a América Latina de nuevos instrumentos de cooperación y líneas de blending –financiaciones mixtas- que conjugan subvenciones -aprobados previamente por la Comisión Europea- con créditos -financiación pública y privada- otorgados por instituciones bancarias europeas, dan cuenta del genuino interés en tener una fuerte cabida en la región. Europa necesita renovarse y América Latina es sinónimo de alternativa oportuna. 

El nacionalismo se ha convertido en el subterfugio retrógrado que iza la bandera contestataria del “no a la globalización”. Occidente está cambiando. En Comunidades imaginadas, Benedict Anderson reflexiona acerca del origen y la difusión del nacionalismo. La nación, la nacionalidad y el nacionalismo son concebidos como “artefactos” o “productos culturales” que deben ser estudiados desde una perspectiva histórica de manera tal que permita la comprensión de su aparición, cambios de significado y adquisición de legitimidad emocional que hoy presentan. 

Sostiene Anderson: “… la creación de estos artefactos, a fines del siglo XVIII, fue la destilación espontánea de un “cruce” complejo de fuerzas históricas discretas; pero que, una vez creados, se volvieron “modulares”, capaces de ser trasplantados, con grados variables de autoconciencia, a una gran diversidad de terrenos sociales, de mezclarse con una diversidad correspondientemente amplia de constelaciones políticas e ideológicas.”

Hablamos de artefactos, de productos culturales. La nación es una comunidad política imaginada. Aunque “… los miembros de la nación más pequeña no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas … en la mente de cada uno de ellos vive la imagen de su comunión … porque considera que su unidad depende de sus similitudes, no de sus diferencias”.

¿Cuánto hay de similitudes en estos resurgimientos que parecían tiempo atrás superados? Se ha perdido la certeza y convicción de la esencia de cada nación. El vínculo perfecto de una nación es el amor (Colosenses 3:14).

El temor ha invadido las mentes de habitantes que no son conscientes de los resultados que albergan: confrontación e intolerancia. La paura abre conjuros de cerrazón donde rige la lógica del inimicus (del latín – no amigo-). Todo aquél que no está conmigo se convierte en el artífice responsable de mi decadencia.