El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, realizó una disculpa oficial en nombre de su país por la decisión tomada en 1939 por el gobierno de entonces de impedir el desembarco a más de 900 refugiados judíos que huían de la Alemania nazi a bordo del trasatlántico "St. Louis", que ya había sido rechazado por Estados Unidos, Cuba y algunos países de América Latina.
El discurso de Trudeau en la Cámara de los Comunes de Ottawa, a pocos días de la masacre ocurrida en la sinagoga Tree of Life de Pittsburgh, Estados Unidos, donde un fanático racista mató a balazos a once personas e hirió a varias más, apuntó contra las decisiones dictadas por el antisemitismo: "Son disculpas que se debían desde hace tiempo. Nos escudamos para disfrazar el antisemitismo, la antipatía, el resentimiento contra los judíos. Hoy nos disculpamos por la insensibilidad mostrada por Canadá en ese momento y pedimos disculpas por no haberlo hecho antes".
El discurso trazó paralelismos entre pasado y presente, pues Trudeau afirmó que el 17% de los crímenes por odio en Canadá tienen como víctimas a los judíos. "Todavía existe gente que niega el Holocausto. El antisemitismo sigue estando muy difundido. Instituciones y barrios judíos son vandalizados con cruces esvásticas aún hoy", agregó Trudeau, a la vez que condenó la masacre en Pittsburgh como un "vergonzoso acto de violencia antisemita".
En mayo de 1939, apenas unos meses antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, el transatlántico St. Louis salió de Europa con más de mil pasajeros, incluidos 907 judíos alemanes. El barco llegó a Cuba, pero no se permitió desembarcar a los judíos. Lo mismo ocurrió al llegar al puerto de Nueva York, cuando el presidente Franklin D. Roosevelt también prohibió el desembarco. El gobierno canadiense también decidió no abrirle el puerto y el barco volvió a Europa y de los judíos a bordo, al menos 254 murieron en el Holocausto. Para Canadá, la historia es desde hace tiempo motivo de vergüenza nacional.
D.S.