INTERNACIONAL

La intervención de Juan Pablo II que evitó una guerra con Chile

El papa tuvo una participación clave en la resolución del conflicto por el canal de Beagle en la Navidad de 1978. Galería de fotos

Juan Pablo II junto al cardenal Samoré y los representantes de Argentina y Chile.
| Presidencia de la Nación.

La Argentina y Chile casi inician un conflicto armado con motivo de la soberanía del canal de Beagle, un paso fundamental entre los océanos Atlántico y Pacífico. Ambos países eran gobernados por crueles dictaduras como la de Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet.

El 22 de diciembre de 1978, en ocasión del tradicional encuentro con los cardenales y la Curia Romana para los saludos por las fiestas navideñas, el papa Juan Pablo II anunció: "frente a las noticias siempre más alarmantes que iban llegando respecto del agravamiento y sobre la posible, es más, temida por no pocos, precipitación de la situación (entre la Argentina y Chile), he hecho conocer a las partes mi disposición -más aún, el deseo- de enviar a las dos capitales un representante especial mío, para tener informaciones más directas concretas sobre las respectivas posiciones y para examinar y buscar juntos la posibilidad de una solución pacífica de la controversia".

El 23 de diciembre de 1978, el Santo Padre designó como su Representante Especial al Cardenal Antonio Samoré, quien arribó a Buenos Aires el 26 de diciembre; luego se trasladó a Santiago de Chile y regresó a la capital argentina el 30. La misión de Samoré duró 17 días. Según lo señalado por el propio Juan Pablo II, la misión de su representante era meramente de "buenos oficios", con el fin de lograr un acercamiento entre las partes. 

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Como consecuencia de las gestiones del Cardenal Samoré, el 8 de enero de 1979, la Argentina y Chile firmaron en la Ciudad de Montevideo, y en presencia del Cardenal, el Acuerdo sobre el Diferendo en la Zona Austral ("Acta de Montevideo"), donde acordaron solicitar a la Santa Sede que actuara como mediadora para "guiarlos en las negociaciones y asistirlos en la búsqueda de una solución del diferendo". Ese mismo mes, el Papa aceptó la solicitud de mediación, proceso que comenzó poco después en abril de 1979, conducido -en representación del Sumo Pontífice-, por Samoré, acompañado en los primeros años por Monseñor Faustino Sanz Muñoz y más tarde también por Monseñor Gabriel Montalvo. Delegaciones de los dos países participaron en Roma de las negociaciones, bajo la dirección del Cardenal Samoré.

El 3 de febrero de 1983, falleció el Cardenal Antonio Samoré quien no pudo ver los resultados finales de su misión. Le sucedió al frente de la Oficina para la Mediación el Arzobispo Monseñor Gabriel Montalvo, acompañado por Sainz Muñoz. A partir de octubre de 1983, con el regreso de la democracia a nuestro país y el compromiso del Gobierno constitucional del Dr. Raúl Alfonsín, los trabajos de mediación tomaron gran impulso.

El 23 de enero de 1984, la Argentina y Chile suscribieron en el Vaticano la "Declaración Conjunta de Paz y Amistad", por iniciativa y por invitación de Su Santidad Juan Pablo II. Allí refrendaron “el significado que reviste la iniciación de la fase conclusiva de los trabajos de la mediación con la elaboración del tratado final, aceptable para ambas partes”. De esta manera, ambos países ratificaron su decisión política de llegar a un acuerdo definitivo a través de la mediación. Así, durante 1984 se desarrollaron intensas y decisivas negociaciones.

En octubre de 1984 las delegaciones de Argentina y Chile inicialaron en el Vaticano el texto del proyecto de Tratado de Paz y Amistad, el que, por decisión del Gobierno de nuestro país y previo a su firma, fue sometido a un plebiscito nacional -que se realizó el 25 de noviembre de 1984-, para conocer la opinión del pueblo argentino sobre la firma del acuerdo. La opción del “sí” (a favor de suscribir el Tratado con Chile) obtuvo un 82%.

El 29 de noviembre de 1984, en presencia del Cardenal Agostino Casaroli, Secretario de Estado, los Cancilleres de la Argentina, Dante Caputo, y de Chile, Jaime del Valle, suscribieron en la Sala Regia del Palacio Apostólico, Ciudad del Vaticano, el Tratado de Paz y Amistad. Este instrumento internacional no sólo estableció la definitiva delimitación en la Zona Austral sino también sentó las bases para la integración y cooperación de ambos Estados. También instauró un procedimiento de solución pacífica de controversias que es hoy un modelo dentro del Derecho Internacional y que ha permitido posteriormente la resolución pacífica de otro diferendo limítrofe entre ambos países: la cuestión de Laguna del Desierto.

Finalmente, luego que ambas Cámaras del Parlamento argentino aprobaran el texto del acuerdo, los Cancilleres intercambiaron el 2 de mayo de 1985, en presencia de Su Santidad Juan Pablo II, los instrumentos de ratificación del Tratado de Paz y Amistad en una ceremonia solemne que se realizó en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico.