INTERNACIONAL
Elecciones en Austria

La revancha de Kurz, el líder político más precoz del mundo

A los 33 años, el joven conservador busca regresar al gobierno. Amado y odiado, su pragmatismo y su estilo carismático dividen a los austríacos.

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Idas y vueltas. Tras los comicios de 2017, Kurz gobernó durante quince meses en coalición con la ultraderecha. Pero un escándalo que involucró a sus socios quebró la alianza y lo eyectó de la Cancillería. Ahora llega otra vez como favorito en los sondeos. | afp

Desde Viena*

 

Hace un par de semanas se publicó en Austria una biografía autorizada de Sebastian Kurz en la que se narra que el ex canciller conservador, quien busca reconquistar el poder en las elecciones de hoy, “pronunció sus primeras palabras al duodécimo mes de vida”. El tono panegírico del libro, que parece escrito a medida de la campaña de Kurz, provocó burlas en los medios y las redes sociales. Pero importa poco si la anécdota es cierta o no. En cualquier caso, da cuenta de la imagen que se busca transmitir desde el entorno del candidato: la de un joven prodigio, un wunderwuzzi.

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Aunque lo de “prodigio” es opinable, sí es cierto que Kurz ha sido siempre un político precoz: a los 33 años, el líder del Partido Popular Austríaco (ÖVP) tiene chances de convertirse en el gobernante democrático más joven del mundo… por segunda vez.

Nacido en 1986, Kurz fue presidente de la rama juvenil de su partido a nivel nacional a los 23 años. Secretario de Estado a los 24. Candidato más votado al Parlamento a los 27. Ministro de Asuntos Exteriores a esa misma edad. Presidente del ÖVP a los 30. Y canciller de Austria a los 31, tras las elecciones de 2017.

Se mantuvo en el cargo hasta junio pasado, cuando un escándalo por sospechas de corrupción sobre sus socios en la coalición de gobierno, los ultraderechistas del Partido de la Libertad (FPÖ), detonó la alianza que lo sostenía en el poder. El llamado “caso Ibiza” desató una crisis política inédita en Austria. Una cámara oculta mostró al ex vicecanciller y líder del FPÖ Heinz-Christian Strache ofreciendo contratos públicos a la supuesta sobrina de un magnate ruso a cambio de financiamiento ilegal para su partido.

Strache tuvo que renunciar y Kurz pidió también la cabeza de los demás ministros del FPÖ. Apenas quince meses después de su estreno, la mayoría que habían formado juntos se quebró y una moción parlamentaria de censura de la oposición, a la que se sumó el propio FPÖ, eyectó a Kurz de su puesto. Las elecciones de hoy son consecuencia de ese terremoto (desde entonces, el país quedó bajo el mando de un gabinete de tecnócratas). Una vez más, Kurz llega primero en las encuestas, con un 34% de intención de voto.

Aunque su triunfo es casi un hecho, no tendrá mayoría propia para formar gobierno y la gran incógnita es con quiénes negociará para garantizarse la mayoría (ver nota aparte).

Para los austríacos, la edad de Kurz no es un dato especialmente llamativo. “Primero, porque él tiene un estilo anticuado; y segundo, porque cuenta con una extensa trayectoria en las arenas de la política −dice a PERFIL el analista político austríaco Peter Plaikner, director de la consultora IMPact en Viena−. Kurz da una imagen de autocontrol y cortesía que, manejada por un equipo de comunicación pequeño pero capaz, resulta eficiente a la hora de mostrarlo como un dirigente con proyección e impulso”.

Carismático y dueño de una oratoria trabajada, clara y directa, Kurz sabe conectar con un electorado conservador que ve en él a un líder llamado a cambiarle la cara al ÖVP, el partido tradicional de la derecha austríaca. El núcleo duro de su voto está en el interior del país, en zonas agrícolas, prosperas y católicas, donde es especialmente popular entre votantes de la tercera edad.

Aunque se cuida mucho de no pasar la raya de la xenofobia, uno de los ejes de su propuesta política es ponerle freno a la inmigración. En ese punto su discurso roza el de los ultras del FPÖ; aunque, a diferencia de ellos, Kurz es un europeísta hecho y derecho, que defiende la pertenencia a la Unión Europea.

“Kurz actúa en el espíritu de Maquiavelo y entiende el oficio del poder como ningún otro −señala a este diario el politólogo austríaco Johannes Huber−. Sabe captar el estado de ánimo social y no hace nada que pueda movilizar a una mayoría en su contra. En ese sentido, es bastante populista. Y es un maestro de la retórica: sus discursos son simples, de apariencia lógica y, por lo tanto, convincentes para muchas personas. Es muy disciplinado”.

Los detractores de Kurz se cuentan sobre todo entre los jóvenes de la cosmopolita Viena y de otras grandes ciudades, donde lo caracterizan como un lobo con piel de cordero. “Es un mentiroso, pura máscara −dice Hannah, una estudiante de 23 años que votará por los ecologistas de Los Verdes−. Antes el ÖVP al menos era un partido político. Ahora es una máquina de hacer culto a su figura”. Incluso el antecesor de Kurz al frente del ÖVP, Rienhold Mitterlehner, lo acusó hace poco de haber convertido “una Austria plural en una sociedad replegada en sí misma”. Y eso con apenas 33 años.

 

*Esta nota se  realizó en el marco del "Journalists in Residence Program" del Ministerio de Asuntos Exteriores de Austria.

 

La gran incógnita de las elecciones: con quiénes negociará el ex canciller

Los austríacos irán este domingo 29 a las urnas con una única certeza y una gran incógnita. La certeza: el ex canciller conservador Sebastian Kurz va a ganar la elección pero no tendrá mayoría propia y necesitará forjar alianzas con otras fuerzas políticas para gobernar, según se lo impone la lógica del parlamentarismo. La incógnita: con quiénes negociará Kurz en busca de conformar una coalición estable que le permita regresar al poder.

Austria vuelve a votar apenas dos años después de que Kurz (ÖVP) se convirtiera en canciller tras las elecciones de 2017, cuando se unió a los ultraderechistas del FPÖ para obtener mayoría parlamentaria. El experimento no duró ni quince meses: a mediados de este año, el escándalo de corrupción del llamado “caso Ibiza”, protagonizado por el ex líder del FPÖ, Heinz-Christian Strache, detonó la coalición de gobierno, eyectó a Kurz de su puesto y obligó a la repetición electoral (ver nota aparte).

Cuatro meses después, el joven Kurz vuelve a llegar como favorito al día de la elección, con una intención de voto cercana al 34 por ciento, un par de puntos por encima del 31,5% que lo llevó al poder os años atrás. El escándalo en torno a sus ex socios no parece haberle pasado factura, e incluso algunos lo ven como una víctima del episodio. Aún así, Kurz sigue abierto a negociar con cualquiera y ni siquiera descarta reeditar la alianza con la ultraderecha, que ya se deshizo de Strache.

“Kurz va a ganar en las urnas e inmediatamente luego estará en problemas −subraya el politólogo austríaco Johannes Huber−. Necesitará alianzas para alcanzar una mayoría de gobierno. Su antiguo socio FPÖ atraviesa una crisis; y los socialdemócratas, verdes y liberales están demasiado a la izquierda para su perfil. La va a tener bastante difícil”.

Por su lado, el FPÖ actúa como si nada hubiera ocurrido, con Norbert Hofer como nuevo líder. Aunque las encuestas le marcan una leve caída, la ultraderecha está cerca del 20% en la intención de voto y disputará el segundo lugar con los socialdemócratas del SPÖ, que nunca se recuperó desde que Kurz decidió hace dos años rechazar la opción de una coalición entre los dos grandes partidos tradicionales, como ha ocurrido siempre en la política austríaca desde la Segunda Guerra Mundial.

“Kurz va a negociar con todas las fuerzas −sostiene el analista político y consultor Peter Plaikner−. Pero, a diferencia de otros observadores, yo no creo que vuelva a apuntar al FPÖ como socio, porque le preocupa que eso pueda dañar su reputación internacional. Si es matemáticamente factible, podría buscar una alianza tripartita con Los Verdes y con los liberales de NEOS. Aunque eso no va a ocurrir antes de 2020”.