Una trama oculta de espionaje, muertes sospechosas y lavado de dinero salió a la luz tras el envenenamiento del ex espía ruso Sergei Skripal y de su hija Yulia. El Reino Unido y Rusia rompieron lanzas esta semana, pero el conflicto diplomático está en estado de ebullición desde hace más de una década. Desde el asesinato del agente Alexander Litvinenko, envenenado en Londres con polonio 210 –un material radiactivo–, los servicios de inteligencia de Estados Unidos detectaron al menos 14 muertes que estarían vinculadas con el gobierno de Vladimir Putin o con la mafia rusa. El Parlamento británico pidió ayer a la premier Theresa May que reabra esas investigaciones.
Ex espías, financistas, empresarios, oligarcas y científicos fueron algunas de las personas que aparecieron muertas en extrañas circunstancias. La policía británica cerró esos expedientes, tras determinar que algunas de esas muertes habían tenido “causas naturales”, mientras que otras habían sido “suicidios”. La CIA no compartió esa opinión y envió un informe clasificado al MI6, según una investigación revelada por Buzzfeed News.
El ataque con Novichok, un gas nervioso desarrollado por la Unión Soviética en los 80, parece haber marcado un antes y un después para el Reino Unido en su vínculo bilateral con Moscú. Aunque un fallo de la Justicia británica había determinado que el Estado ruso era responsable del asesinato de Litvinenko, el gobierno tan solo expulsó en 2006 a cuatro diplomáticos, evitando una confrontación mayor con el Kremlin. “Aprendimos mucho desde ese ataque. Fuimos naífs en trabajar en conjunto con Rusia en 2006. Esa investigación no tuvo ningún resultado. Uno de los asesinos es hoy miembro de la Duma –Parlamento–. Esa experiencia nos quemó”, explicó a PERFIL un vocero del Foreign Office.
Jamie Gaskarth, profesor de la Universidad de Birmingham, considera que no se actuó antes por “razones políticas”. “El Reino Unido quería desarrollar mejores relaciones con Rusia. Theresa May, cuando era secretaria del Interior, se resistió a realizar una investigación durante ocho años”, afirmó.
Más muertes. Ese no fue un caso aislado. Alexander Perepilichnyy, un financista ruso que ventiló un megafraude al que estarían vinculados funcionarios y la mafia de su país, sufrió en 2012 un ataque cardíaco meses después de someterse a exámenes médicos para suscribirse a un seguro de vida. Un forense contratado por la aseguradora determinó que había restos de gelsemium, un veneno que provoca infartos.
El empresario Boris Berezovsky fue hallado en 2013 ahorcado, colgado de la barra de la ducha en el baño de su casa. Hizo su fortuna al quedarse con activos estatales rusos en la década de 1990. Inicialmente cercano a Putin, se enemistó con él y se asiló en 2003 en el Reino Unido. Tras su “suicidio”, nueve personas de su círculo íntimo murieron en circunstancias sospechosas. El último fue Nikolai Glushkov, hallado sin vida este martes en su casa.
Otro caso impactante fue el del científico británico Matthew Puncher, que había participado de la investigación sobre la muerte de Litvinenko. Lo hallaron en la cocina de su casa con múltiples puñaladas en cuello, brazos y estómago, y con un cuchillo en la mano. Y había otra arma blanca en el lavatorio. La policía concluyó que era un suicidio, pero no explicó por qué había utilizado dos armas y cómo se había apuñalado una y otra vez hasta provocarse la muerte.
May anunció medidas contra Moscú, sin especificar cómo evitará el lavado de dinero ruso en Londres. Según el Organized Crime and Corruption Reporting Project, un sitio de investigación periodística, US$ 738 millones provenientes de Rusia fueron lavados en bancos británicos entre 2010 y 2014. Para Luke Harding, ex corresponal de The Guardian en Moscú, May podría haber golpeado al Kremlin congelando los bienes de oligarcas vinculados con Putin. “Sigan el rastro del dinero”, confió, por su parte, una fuente de la CIA a Buzzfeed News.
Investigan otro posible asesinato
La policía británica anunció ayer la apertura de una investigación por asesinato del exiliado ruso Nikolai Glushkov, luego de que la autopsia revelase que murió de “una compresión en el cuello”. El ex directivo de la aerolínea rusa Aeroflot, cercano al fallecido oligarca Boris Berezovsky, fue hallado el martes sin vida en su casa, ubicada en New Malden, un suburbio de Londres.
“A estas alturas, no hay nada que sugiera alguna relación con los intentos de asesinato de Salisbury, ni evidencia alguna de que fuera envenenado”, precisó la policía en un comunicado, refiriéndose al atentado contra el ex espía ruso Sergei Skripal y su hija Yulia, que se debaten entre la vida y la muerte. Además, la policía instó a testificar a eventuales testigos “que hayan visto u oído algo sospechoso en, o cerca de, la casa” de Glushkov “entre el domingo 11 y el lunes 12 de marzo”.
Glushkov, condenado en su país a ocho años de cárcel por malversación de fondos, se asiló en el Reino Unido. Tras su muerte, el diario ruso Kommersant informó, citando a una hija suya, Natalia, que su cuerpo tenía signos de estrangulamiento.